Lo que importa no es la historia, sino cómo se cuenta

Por Ricardo Alejandro González Cruz.

Estructurar un guión (o cualquier historia, en realidad) no es un trabajo fácil. Muchas veces el guionista (especialmente el principiante) se preocupa por ser original, tratando de crear una historia que no se parezca a nada que ya se haya hecho, desechando ideas por considerarlas demasiado obvias y reescribiendo obsesivamente hasta lograr algo único, solo para mostrárselo a un amigo que le dice “me gustó mucho tu historia, me recuerda a esta otra…”. Entonces el guionista se frustra y vuelve a empezar. Por eso, conforme uno va aprendiendo, aprende algo básico: lo que importa no es la historia, sino cómo se cuenta. Así como el mal narrador puede hacer una historia muy novedosa y destrozarla, el bueno puede tomar una historia que se ha contado muchas veces y contarla con su propio enfoque y estilo, volviéndola única y original. Pero para lograr esto hay que conocer las herramientas del medio en el que se está trabajando, así como las obras similares ya existentes.

Eso estuve pensando al ver Whiplash1, una gran película, entretenida, intensa y muy bien hecha. Mientras la veía mi mente estaba diciéndome “deberíamos ver otra vez El Gran Concierto”. No fue porque Whiplash me estuviera aburriendo; al contrario, desde la primera nota me atrapó y no me soltó hasta ese final tan intenso que tiene. Pero entonces ¿por qué me estaba haciendo pensar en otra película? Lo más curioso es que al terminar, mientras salíamos de la sala, mi novia me dijo “Me dieron ganas de volver a ver El Gran Concierto2”. “Curioso”, pensé, “así que no fui el único al que le pasó por la mente”. Solo que para entonces ya me habían dado ganas de ver Cisne Negro3. ¿Significa esto que Whiplash es un trabajo derivativo, sin ninguna originalidad, y por eso al estar viéndolo solo dan ganas de retomar otras obras? Nada de eso, lo que significa es que Damien Chazelle, escritor y director de Whiplash, seguramente entiende lo que dije antes y repito aquí, para que se grabe en la memoria: lo que importa no es la historia, sino cómo se cuenta. Si se ganó premios, y el favor del público, no es porque nunca hayamos visto una película con un protagonista obsesivo que sacrifica todo para ser el mejor en lo que hace, sino porque lo contó muy bien.

Analicemos las similitudes entre estas tres historias. A grandes rasgos Whiplash trata acerca de un joven estudiante de música que quiere convertirse en un gran baterista de jazz y para lograrlo debe superar las pruebas que le pone su maestro cruel y abusivo. Cisne Negro trata acerca de una joven bailarina de ballet que quiere dar una interpretación perfecta y para lograrlo debe superar sus inhibiciones y El Gran Concierto trata acerca de un director de orquesta retirado que quiere regresar a los escenarios para dirigir una interpretación perfecta del Concierto para violín de Tchaikovsky y para lograrlo debe convencer a los integrantes de su antigua orquesta. Estas sinopsis están simplificadas para enfatizar las similitudes, pero nos dan una idea de la base de cada historia. Resalta también el hecho de que, sin ser estrictamente musicales, en las tres películas la música resulta ser un elemento esencial. También en los tres casos hay protagonistas que persiguen su meta de manera obsesiva, incluso perjudicando a los demás y a ellos mismos.

De las tres, la más ligera es El Gran Concierto. Al ser una comedia, las consecuencias de los actos obsesivos del protagonista no llegan a niveles tan oscuros como en las otras dos. En vez de eso los problemas derivan de situaciones absurdas, como la relacionada con los músicos que se escapan al verse liberados de su país y nunca llegan a los ensayos, o la del mánager que insiste en una cena en el restaurante que le gustaba hace años pero ahora ya no existe. En cambio, en Whiplash tenemos a un baterista destrozado física y mentalmente por los métodos sádicos de su maestro, y en Cisne Negro a la presión que hace que la bailarina tenga problemas mentales dignos de El Club de la Pelea. Sin embargo, tras estas diferencias de tono, la idea básica es la misma: hay una meta clara y el personaje debe superar obstáculos y arriesgar todo para llegar a ella. Es la idea detrás de prácticamente cualquier historia.La estructura es algo que también comparten. Al ser trabajos tan musicales es algo aún más notorio, pero en realidad esta estructura narrativa es muy básica y se usa en cualquier género. Al principio pasa algo que desencadena toda la historia, creando la posibilidad de que el protagonista logre su objetivo (Andrew obtiene la atención del profesor Fletcher en Whiplash, Andreï responde la llamada de un organizador que quiere una presentación del Bolshoi en El Gran Concierto y el ballet al que pertenece Nina decide representar El Lago de los Cisnes, dándole la posibilidad de obtener el papel principal, en Cisne Negro). Después, el personaje va a ir enfrentándose a dificultades cada vez mayores, llegando incluso a un momento en el que la derrota parece inevitable, solo para recuperarse y llegar a un triunfo final. Es en esta secuencia final cuando las tres películas, debido al papel de la música en sus historias, llegan a su mayor similitud, mostrando interpretaciones espectaculares de las piezas que han marcado a los personajes durante todo el desarrollo. También es aquí donde todo el trabajo previo corre el riesgo de caerse si la escena no está bien hecha, pero en estos tres casos afortunadamente el clímax no decepciona. Son escenas largas que hipnotizan tanto por la música como por el trabajo visual, cuando finalmente podemos ver los resultados de todo lo que han sufrido los personajes a lo largo de la historia, pero además lo vemos de forma espectacular. La perfección la alcanzan poco a poco, y sus interpretaciones no están libres de errores (y no me refiero a errores de los actores, sino de los personajes), pero conforme avanzan se nota la evolución hasta llegar a un final explosivo. Al terminar estas escenas ni siquiera necesitamos un epílogo que solo lograría bajar el ritmo, por eso en los tres casos optan por terminar la película en esa nota alta (en el caso de El Gran Concierto lo solucionan intercalando este epílogo con la interpretación final, en las otras dos lo omiten totalmente).

Lo que importa no es la historia
© Ricardo Alejandro González Cruz. 2015

Hay además otro detalle que une a estas películas y que me hace pensar en el papel que juega el cine con respecto al público. Las tres muestran las respectivas profesiones de los personajes de una forma poco realista, lo cual es comprensible dada la tendencia que tiene el cine (e incluso diría que el arte en general) a exagerarlo todo. Lo interesante es ver las reacciones de la gente que se dedica a esas profesiones. Cuando salió Cisne Negro hubo comentarios de bailarines de ballet criticando la técnica de Natalie Portman, y diciendo que el medio del ballet profesional como lo muestran en la película, con ese nivel de obsesión y competitividad feroz, les parecía muy falso. Ahora con Whiplash se critica la forma tan estricta y rígida en que se representa la enseñanza artística, especialmente en lo que concierne al jazz, que valora la expresión individual libre por encima de la velocidad. En el caso de El Gran Concierto he visto críticas a la técnica de Mélanie Laurent y a la forma casi mágica en que, sin ensayos, la orquesta llega a una interpretación excelente. Lo que debemos recordar es que en estas historias no se está buscando hacer un retrato fiel de estas profesiones, lo que se está haciendo es contar de manera exagerada para generar un mayor efecto dramático. ¿Es responsabilidad del cine buscar siempre la exactitud en estas representaciones tomando en cuenta que, en muchos casos, resultan ser el único marco de referencia que tiene gran parte del público sobre ciertas actividades o profesiones? Es una pregunta complicada, seguramente el lector tendrá su opinión al respecto.

(Publicado el 4 de mayo de 2015)


1. Whiplash. Dirección: Damien Chazelle. Estados Unidos. 2014.

2. Le concert. Dirección: Radu Mihaileanu. Francia, Italia, Bélgica, Rumania. 2009.

3. Black Swan. Dirección: Darren Aronofsky. Estados Unidos. 2010.

Lic. en Diseño y Comunicación Visual por la FAD UNAM. Ha formado parte del equipo de desarrollo de diversos proyectos audiovisuales, como aplicaciones interactivas, animación, cine y televisión, para clientes como Fomento Cultural Banamex, Grupo Santillana, Corazón Films, Corazón Televisión, Argos Soluciones Creativas y Telemundo. Ha impartido diplomados con opción a titulación en la FAD UNAM y desde 2014 es profesor de licenciatura en el Plantel Taxco de esta misma institución. Le gusta ir al cine pero casi nunca come palomitas.

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