Revista .925 ARTES Y DISEÑO

año 11 / edición 43 / septiembre 2024 - ISSN: 2395-9894

El libro como contenedor de la memoria del juego

26 septiembre, 2024

Bichos y plantas, elaboración propia, Juana María Nieto Muñoz, 2024.

¿Por qué tomamos aquella reflexión para empezar este texto?, simplemente es una anécdota que contiene reminiscencias de las acciones que acercaron al libro a mi entorno cotidiano. Donde el juego es el verbo que transmuta para ser entendido en diferentes tipos de lectura y nos abre un espacio para conocer la espontaneidad del lenguaje. Por esta razón, indagaremos en definiciones que nos acerquen a la idea del libro, la lectura visual y el juego, con la finalidad de conocer su relación y explorar las extensiones que puede tener el lenguaje combinado con la materia.

El libro es un objeto que posee una gran versatilidad en los elementos que lo acompañan cuando lo abrimos, podemos desglosar una gran cantidad de interpretaciones, pero comenzaremos entendiendo que su definición ha cambiado durante la historia según las necesidades del contexto, que nos dan la posibilidad de volver a la sensación de sorprenderse, de sentir que hay espacios en movimiento que tienen la capacidad de generarnos preguntas en el interior. El nombre castellano del libro viene del latín liber. Esta palabra significaba originariamente ‘parte interior de la corteza de los árboles’.[5]

También según Ulises Carrión[6] el libro “… es una secuencia de espacios. Cada uno de los espacios es percibido en un momento diferente: un libro es también una secuencia de momentos”[7] y desde pensamientos y reflexiones remotas el Libro de memoria:

Pero las memorias no están basadas sólo en el lenguaje escrito, sino también en las imágenes, las cuales tienen otro tipo de código para ser interpretadas como la simbología y conexión de composiciones. Tal como afirma Styles “… vivimos en una cultura cada vez más visual, más basada en la imagen. La era digital ha traído consigo un creciente interés por la educación gráfica, las señales y los símbolos”.[10]

Memorias, elaboración propia, Juana María Nieto Muñoz, 2024.

Por esta razón la necesidad de explorar nuevos formatos de lectura visual se ha hecho presente en el medio editorial, donde la variedad de formatos se ha visibilizado en la circulación de los libros. Quienes conforman este medio enriquecen y retan al lector a no leer de manera lineal, sino desde el vínculo de mensajes y simbología. Asimismo, aquí se integra un ingrediente que se da de manera natural en la relación con los nuevos formatos: el juego, que es un elemento fundamental y que en palabras de Huizinga, «se configura como un espacio libre con intensidades interiores que se despliegan con el encuentro, la tensión, la broma, el ritmo, la pausa, de lo absurdo del juego», [11] en este sentido, el autor considera el juego como un impulso y un espacio para abandonarse al placer de crear, desde una realidad paralela que se compone de rituales, espacios sagrados y seguros, en búsquedas de identidad, reconocimiento del contexto y exploración del entorno. Retomando las ideas de Bachelard, quien afirmó que las acciones propias de una persona, que interactúa con el entorno y los objetos que lo rodean, logran transformarlos en espacios infinitos, reconfigurando los objetos reales en nuevos conceptos desde la imaginación-creación y la grandeza. Entonces el juego es una parte instintiva de la interacción con nuevas lecturas.

Asimismo, como contenemos o registramos todos los estados de la memoria, un libro puede ser la expansión de esta acción, porque se encuentran en un espacio dentro de otro tiempo, es una realidad que permite a las personas encontrar reflejos de su cotidianidad para identificar su identidad y entorno y, de esta manera, reconocerlo y apreciarlo. Así pues, leer imágenes es un espacio para la sanación, para la introspección, para el encuentro con las emociones que muchas veces no se pueden gestionar. La memoria e identidad a través del libro son un lugar para el autocuidado a partir del autoconocimiento. De igual manera, la lectura visual como aprendizaje se fortalece, pues el pensamiento en imágenes y su lectura tiene más sentido para el espectador, si aprende a leer la simbología, el color, la composición y el contexto social del diseño total.

Leer y jugar, elaboración propia, Juana María Nieto Muñoz, 2024.

Al encontrar elementos como la imagen (lectura visual), cuando el juego y el libro se conjugan en un espacio, nos damos cuenta de que la unión de ellos puede ser un lugar para la recuperación o la exposición de historias que reflejan una cultura, una comunidad, un entorno social con la necesidad de decir algo.

También desde el ámbito del diseño, se aportan posibilidades para la creación de un libro, se amplían sus límites y se crean visiones nuevas para la interpretación de este lenguaje. Entonces, el artista tendrá́ la posibilidad de arriesgarse a transgredir una narrativa lineal, permitiéndose explorar nuevos formatos y técnicas, en consecuencia, el lector tendrá́ los medios para reconocer sus sentidos, por ejemplo, sensaciones como el tacto, la percepción visual desde lo bidimensional, tridimensional y el color. El concepto editorial va creciendo y ofrece el espacio para que el lenguaje del libro pueda interactuar más con la comunidad y crear nuevas posibilidades de lectura visual.

Además, el contexto social de una comunidad, al interactuar con un libro, se encuentra con un espacio dentro de otro tiempo y realidad, que le permite a los sujetos encontrar reflejos de su cotidianidad para identificar su identidad y entorno y, así, pueda reconocerlo y apreciarla. ¶

  • Bachelard, Gastón. (1957). La poética del espacio. Colombia: Fondo de Cultura Económica.
  • Bustos, Alberto. “Etimología de ‘libro’”, en: Blog de lengua [Blog]. <https://blog.lengua-e.com> Disponible en línea: https://blog.lengua-e.com/2007/etimologia-de-libro/
  • Carrión, Ulises. (2016). El arte nuevo de hacer libros. México: Tumbona Ediciones.
  • Castillo Gómez, Antonio. (2004). “Hojas embetunadas y libros en papel: escritura y memoria personal en la España moderna”, en: Horizontes antropológicos. Brasil: Programa de Pos Graduación en Antropología Social de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (Ufrgs), diciembre, 10 (22).
  • Doi: https://doi.org/10.1590/S0104-71832004000200003
  • Huizinga, Johan. (1972). Homo ludens. Barcelona: Alianza Editorial / Emecé Editores.
  • Parada, Alejandro. (2006). Inscribir y borrar: cultura escrita y literatura (siglos XI-XVIII) / Roger Chartier (Trad. Víctor Goldstein) Buenos Aires: Katz.
  • Styles, Morag y Martin Salisbury. (2012). El arte de ilustrar libros infantiles: concepto y práctica de la narración visual. Barcelona: Art Blume.

Maestra en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas - ASAB (COL). Experta en creación y desarrollo de proyectos mediados por lenguajes artísticos, con énfasis en ilustración y animación de objetos para la primera infancia. Tiene amplia experiencia en diseño e ilustración independiente. También forma parte del editorial Cotidiano como diseñadora editorial e ilustradora. Actualmente está vinculada a la Maestría de diseño y comunicación visual de la UNAM en el énfasis de de investigación de Diseño editorial e ilustración.

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