Vida, educación, diseño, pandemia

4 febrero, 2022

Por Xheida C. Simancas Ortiz.–

“Observa las hojas de ese árbol, cuando una se mueve toca a las demás, así es la vida”
Anónimo

Marzo 2020

Por suerte pudimos regresar a México, en España ya se estaban cerrando las fronteras y cancelando los vuelos debido a los fuertes contagios por Covid-19[1], al llegar a la ciudad todavía pudimos ir a nuestro último concierto de música en la Arena CDMX, era 7 de marzo, lo recuerdo muy bien (puesto que mi novio cumple años el día 8, fue domingo). Llegó el lunes 9 de marzo y a él lo regresaron de su oficina diciéndole que por la contingencia sanitaria y además por haber regresado de Europa debía estar aislado. Aquí en la CDMX, entre la población general crecían los rumores de la enfermedad, poca información y mucho escepticismo, incluso del propio presidente que no dejaba pasar oportunidad para burlarse y mostrar estampas religiosas cuando le cuestionaban sobre su plan de contención ante la emergencia sanitaria. Los rumores, las dudas y los contagios continuaban creciendo y con ellos la incertidumbre y la distancia con “nuestra realidad”.

Poco a poco llegaron los comunicados con la postura oficial; cambiamos las estampas por la prevención[2]:

“Que, mediante comunicado oficial, la Secretaría de Salud manifestó lo siguiente:

  1. d) El 14 de marzo de 2020… en atención a las recomendaciones y medidas implementadas por la OMS para contener las afectaciones de este virus, informaron que el receso escolar comprenderá del lunes 23 marzo al viernes 17 de abril, por lo que se reanudarán las labores el lunes 20 de abril, siempre y cuando, se cuente con todas las condiciones determinadas por la autoridad sanitaria federal en cada plantel escolar.
  2. Que la OMS ha emitido una serie de recomendaciones y medidas para contener el contagio y las afectaciones del mencionado virus, entre las que destacan, aumentar las condiciones de higiene y disminuir al máximo las posibilidades de contacto entre personas…”
Cyber painting, © 2022, Jorge Santana
Cyber painting, © 2022, Jorge Santana

Abril 2020
Semáforo rojo. Contingencia sanitaria, quédate en casa

Una medida, que parecía una recomendación, sonaba muy drástica: No salir de casa ni para ir a trabajar o al supermercado. Ya habíamos pasado por una situación similar en el 2009 cuando llegó la influenza H1N1[3], que en mi memoria duró sólo un par de semanas; en aquel momento también usamos cubrebocas y gel, pero, después, todo volvió a la normalidad; probablemente, este antecedente nos predispuso y nos hizo pensar que también la nueva pandemia Covid-19 pasaría en cuestión de días o semanas e hizo que nos sintiéramos “de vacaciones”, se nos olvidó que la realidad siempre ríe al último.

Conforme pasaron los días, las noticias sobre contagios por Covid-19 en el mundo y México ocuparon la mayor parte del tiempo aire en radio, televisión y medios digitales. Me sentí parte de esas películas apocalípticas de zombis y contagios; sí, esas donde la humanidad desaparece por un virus desconocido. De pronto llegaron los carteles en la ciudad presentando a “Susana Distancia”[4] y otros que anunciaban: ¡Zona de alto riesgo de contagio! Pasaron semanas y las familias dejaron de verse por temor a enfermarse, las compras en línea aumentaron, Amazon triplicó sus ventas[5]. Las calles se veían realmente solas. En las cercanías de mi casa hay un hospital Covid, gradualmente me acostumbré a escuchar muchas ambulancias y ver muchas carrozas fúnebres circulando y haciendo fila en los semáforos, negocios cerrados, proyectos y viajes pospuestos, incertidumbre y miedo.

Las escuelas cerraron sus puertas, salones abandonados… casas llenas, computadoras compartidas, la televisión encendida como recurso de enseñanza, niños llorando y queriendo salir, papás neuróticos, risas, violencia, nuestra vida dio un giro de 180 grados y nunca dejó de girar; un rincón de la casa como salón de clases, un balcón como oficina, los dispositivos y cables ahora son nuestros compañeros de aula y de trabajo. Maestros cambiando hábitos, el entusiasmo (necesidad es lo correcto) por aprender cosas nuevas como Classroom[6] o Moodle[7] se deja ver, también el agobio y la frustración; profesores acostumbrados a las clases en el aula con su teoría en la cabeza fueron sorprendidos por el sinfín de recursos que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) presentan, ahora la educación la tenían en un clic que no solían manejar y a sus estudiantes en una fría pantalla, aceptación forzosa del cambio y… cambiaron sus viejos planes por las nuevas necesidades. Estudiantes estresados y desesperados debido al encierro y a las fallas técnicas-económicas-circunstanciales que no les favorecen para tomar la clase “como se necesita”, se volvió común: “otra vez me quedé sin señal” “perdón, pero mi hermana va a ocupar la computadora”, “voy al hospital”.

Sin duda, todo esto ha hecho temblar ese piso seguro por el que transitaba la educación tradicional y afirmar que, en educación, la transformación es inminente y se tiene un gran reto por delante.

Cyber painting, © 2022, Jorge Santana
Cyber painting, © 2022, Jorge Santana

Después de casi dos años ¿Cuánto nos hemos acostumbrado a estudiar o enseñar desde casa? ¿Realmente, se han desarrollado planes curriculares donde conviva lo digital y lo presencial? ¿Cuánto se extraña la discusión en clase? o ¿Llegará el fin de la escuela presencial?, tal vez no sin antes pasar por un modelo híbrido experimental que permita tener lo mejor de aquella vieja escuela presencial y las ventajas de los nuevos modelos educativos que están surgiendo.

Transformación digital, home office[8], Covid, quédate en casa, pandemia, desfiguraron esa normalidad que ya no existe. De una u otra manera todo ha cambiado, adiós a los apretones de manos, a los abrazos y a los saludos de beso y, más allá de comportamientos sociales, las formas de hacer las cosas se están reconfigurando, nosotros nos estamos reconfigurando.

¿Qué podemos esperar respecto al impacto de la pandemia en los mercados laborales? Seguramente destrucción, transformación y creación de nuevos empleos, muchos influenciados fuertemente por la digitalización. Como diseñadora gráfica muchos de mis proyectos se pusieron en pausa y otros desaparecieron como consecuencia del cierre de las empresas para las que colaboraba, la crisis económica es innegable y, si en educación ha cambiado el panorama, en el diseño sucede lo mismo, al parecer todo esto nos lleva a replantearnos a todos. Ahora la búsqueda de nuevos clientes apunta a ofrecer soluciones digitales, pero también me lleva a pensar en que el diseño es mucho más que eso, nuestra actividad, en cualquiera de sus formas (grafica, digital u objetual), parece esencial en tiempos de pandemia y post pandemia: Hemos visto aparecer nuevos objetos como tapetes desinfectantes, pistolas sanitizantes, también aplicaciones que te indican si alguien cercano a ti tiene Covid y, principalmente, el cubrebocas, que a la fecha es un objeto indispensable. Esto evidencia que el diseño como actividad proyectual interviene de forma directa en la creación de los objetos de la vida cotidiana. Si la vida cotidiana se transforma radicalmente, el diseño asume ese cambio y se lanza a la batalla.

En términos de comunicación el diseño siempre ha respondido a necesidades sociales jugando un papel de testigo, narrador, comunicador, generando diálogo y hasta conciencia. Si buscamos un poco en la memoria de esta pandemia ya podemos encontrar grandes campañas de comunicación, orientación e infografías al servicio de la comunidad. Entonces, ¿esta, también puede ser, la gran oportunidad de reposicionar el diseño como una actividad capaz de intelectualizar las problemáticas sociales, para luego implementar proyectos a medida? Así, como Bonsiepe[9] diría: “como diseñadores deberíamos aspirar a algo más que a las ideas que se venden en el mercado y darnos a la tarea de mostrar que el diseño puede ayudar al cambio social.” Sin duda, para conseguirlo, como estudiantes y profesionistas, será necesario poner énfasis en desarrollar competencias formativas: aprender a ser y convivir, y que estén relacionadas con valores, actitudes profesionales, sociales y filosóficas, entre otras. Seguimos cambiando. 

Cyber painting, © 2022, Jorge Santana
Cyber painting, © 2022, Jorge Santana

Mayo 2020
La nueva normalidad y las olas

Hasta hoy, ya pasaron más de 18 meses desde que se anunció el plan “Regreso a la nueva normalidad”. ¿En México el encierro no iba a ser tan largo como en otros países? No sabíamos qué pensar. Aquellas empresas y negocios descritos como actividades esenciales comenzaron a abrir sus puertas. Las personas comenzamos a salir con todas las restricciones y precauciones sanitarias. Usar cubrebocas, guardar la distancia, restaurantes con separadores, el conteo del aforo en los establecimientos y, por supuesto, seguir trabajando y estudiando en casa. Eso es la nueva normalidad.

Pero la nueva normalidad ha sido más que nuevas reglas de comportamiento para no contagiarse, también ha representado cambios positivos como el reencuentro de los que vivimos juntos, la cocina como campo de experimentación de nuevos ingredientes y sabores, la unión y conciencia familiar para cuidarse los unos a otros, el tiempo navegando en internet, conociendo nuevas expresiones artísticas surgidas, como las que podemos ver en el Museo de arte Covid, conciertos en streaming[10], disfrutar recorridos virtuales en museos en otras partes del mundo como el MoMA[11], en Nueva York, y muchos talleres gratuitos para aprender en línea.

Ya han pasado muchos meses y hemos entendido el comportamiento de la enfermedad a través de “olas de contagio”. La última gran ola se registró el 21 de enero del 2021 en la cual México registró el mayor número de casos incidentes, al sumar 22 mil 339, esto coincide con la salida durante los festejos decembrinos. Así que se ha vuelto a invitar a la población a retomar las medidas de precaución sanitarias, a ser conscientes de que no podemos vivir como antes del Covid-19 y retomar las reglas de la nueva normalidad. Ya llevamos más de un año con esta nueva normalidad donde parece que la alarma por la pandemia ha cedido, el mundo y la ciudad no luce abandonada, ni infestada por zombis y ya comenzó la vacunación.

Todo empieza a lucir “normal” como el tráfico en las calles y las plazas comerciales a reventar. El Metro, con su habitual sobrecupo en horas pico, y nuevos negocios, donde otros cerraron para no volver a abrir, abrieron sus puertas. Las escuelas y empresas con sus modelos híbridos ya no lucen abandonadas, las nuevas generaciones de estudiantes por fin han podido conocer las instalaciones de su escuela y a sus compañeros personalmente, algunos colegas diseñadores tienen la promesa de sus empresas de volver a la modalidad presencial a partir de enero de 2022[12], eso sí… el cubrebocas llegó para quedarse, nada de andar fuera de casa sin él.

Cyber painting, © 2022, Jorge Santana
Cyber painting, © 2022, Jorge Santana

Casi dos años después

¿Deberíamos quitar la palabra “nueva” o crees que se puede regresar a lo de “antes”?

Estamos comenzando el 2022. Hoy es el día 1. ¿A dónde me lleva todo lo vivido? ¿Por qué no hacer propósitos que involucren esta nueva normalidad como personas y profesionistas? Propongo los siguientes:

  • Actualización continua.
  • Mantener flexibilidad de pensamiento.
  • Perder el miedo a hacer las cosas de forma diferente.
  • Innovación en la propuesta profesional adaptable a las circunstancias.
  • Mayor conciencia social.
  • Empatía.

Nuevos hábitos que me permitan ser una persona saludable para realizar todo lo anterior. 

[Publicado el 4 de febrero de 2022]
[.925 Artes y Diseño, Año 9, edición 33]


[1] La COVID-19 es la enfermedad causada por el nuevo coronavirus conocido como SARS-CoV-2. La OMS tuvo noticia por primera vez de la existencia de este nuevo virus el 31 de diciembre de 2019, al ser informada de un grupo de casos de “neumonía vírica” que se habían declarado en Wuhan, República Popular China.
[2] https://presidente.gob.mx/informe-tecnico-covid-19-14-marzo-2020/
[3] La pandemia de gripe A (H1N1)​ fue causada por una variante del Influenzavirus A (subtipo H1N1), surgida en 2009. Conocido oficialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Virus H1N1/09 Pandémico
[4] https://coronavirus.gob.mx/susana-distancia/
[5] https://www.forbes.com.mx/amazon-triplica-beneficios-gana-8107-mdd-en-primer-trimestre/#:~:text=EFE.,la%20pandemia%20de%20Covid%2D19.
[6] Google Classroom es un servicio web educativo gratuito desarrollado por Google. Forma parte del paquete de G Suite for Education, que incluye Google Drive, Gmail y Google Calendar.
[7] Moodle es una herramienta de gestión de aprendizaje, creada por Martin Dougiamas, está basado en las ideas del constructivismo en pedagogía.
[8] El home office, también conocido en México como teletrabajo, es una modalidad laboral en la que los trabajadores pueden realizar sus actividades profesionales vía remota, sin tener que presentarse físicamente en las instalaciones de la empresa.
[9] Gui Bonsiepe (Glücksburg, 1934). Diseñador industrial, teórico y docente del diseño.
[10] Streaming es la distribución digital de contenido multimedia a través de una red de computadoras, de manera que el usuario utiliza el producto a la vez que se descarga. El concepto se refiere a una corriente continua que fluye sin interrupción.
[11] https://www.moma.org/
[12] Este documento fue terminado de escribir el 1 de enero de 2022, antes de conocer los alcances de la cepa Ómicron, variante de Covid-19. https://www.gob.mx/salud/prensa/543-detecta-mexico-la-primera-muestra-positiva-a-la-variante-omicron

Diseñadora Gráfica y Maestra en Docencia en Artes y Diseño por la FAD. UNAM. Su mayor experiencia se centra en el área del diseño y publicidad como directora creativa on y off line, directora de arte, líder de proyecto, así como en el diseño de estrategias de comunicación interna, shopper marketing, btl y elaboración de materiales gráficos.
Actualmente también es docente en el área de arte digital y esta enfocada en el desarrollo e implementación de TICS en distintas instituciones.

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