Resumen Si bien la Ciudad de México como la conocemos, es viable hoy en día gracias a la tecnología, también es cierto que afecta de forma negativa a los estados aledaños, como al Estado de México,[1] de donde toma agua, y al Estado de Hidalgo,[2] donde la desecha una vez que ha sido utilizada. Por un lado, extrae recursos y, por el otro, contamina otros territorios. |
Fecha de recepción: 1 de agosto, 2024. Fecha de publicación: 5 de noviembre, 2024
Según las conclusiones sobre los estadios de digestión de los procesos histórico-tecnológicos que plantea Yuk Hui[3] en su estudio sobre la imposición de la tecnología occidental en Asia —que consideramos aplicable a América Latina, ya que está conformada por sociedades que tienen una visión etoecológica[4] similar de la naturaleza y las fuentes de la vida— la superación del problema de la tecnología es el cierre del circuito temporal en el que nos montó la modernidad: la capacidad de una sociedad de integrar las innovaciones técnicas a su cosmogonía, esto se convierte al mismo tiempo en la lucidez para volverse consciente de ellas, de asumir sus consecuencias y de asignarles un lugar en la cosmología.
Una característica sobresaliente de muchas culturas que rodean a la Ciudad de México es que mantienen sus tradiciones a pesar de la invasión del pensamiento moderno —a través del modelo metropolitano— para apropiarse de los recursos para proveer a la metrópoli. Hablar de capacidad de adaptación a la transformación del entorno, casi como si estuviéramos hablando de especies animales o plantas que encuentran mecanismos de interacción más efectivos con el medio en el que habitan, es una de las virtudes de la cosmología maseual.
Cada montaña es entonces una entidad sensible y un reservorio de vida, un recipiente para otros cuerpos, un laboratorio para formas innovadoras como autos, rascacielos y, paradójicamente, los mismos taladros petroleros utilizados para destruirlas. Cada avance tecnológico, cada herramienta o “arma” viene originalmente de una montaña. De acuerdo con el pensamiento maseual local, debajo de estas montañas-fábricas corre una red subterránea de agua, gas y petróleo que (junto con los arcoíris) conectan a los cerros, permitiendo que granos, cerdos, dinero y animales de presa puedan emerger en todos lados. Por lo tanto, las montañas forman una red de vida y en su corazón yacen todos los granos de maíz que alguna vez serán plantados, todas las plantas que crecerán, todos los animales que alguna vez deambularán por sus bosques y todas las personas.
En este fragmento de investigación sobre el pensamiento de los habitantes de la Sierra Norte de Puebla[5] respecto a la relación que sostienen con los cerros, se hace evidente que los objetos que consideramos la punta del desarrollo metropolitano, aquellos que justifican —para muchos— el exceso de explotación de recursos, de explotación de la mano de obra, entre muchos otros abusos de la energía del planeta, para los pueblos de esta región son una cosa más entre todas las cosas, sin ningún estatus específico. No encarnan ninguna maravilla del ingenio ni merecen más atención que otros inventos humanos. Podemos distinguir aquello que Yuk Hui plantea: la tecnología está integrada al plano semiótico cultural, ha sido digerido y no conforma un peligro específico más. En otras palabras, hay una continuidad entre la naturaleza y la cultura, intensidades y devenires.
Sobre las distintas formas de integración tecnológica con el paisaje
En su publicación más reciente The Earth is an Architecture[6], Tvk[7] intenta generar una visión sobre la técnica moderna como una versión más de las herramientas que siempre han existido para que la humanidad transforme la faz planetaria y haga de la actividad arquitectónica una fuerza más de la naturaleza. Este despacho de arquitectos ubicado en Francia propone la lectura de múltiples obras, que Occidente ha ejecutado sobre territorios colonizados, como una consecuencia casi inevitable de la presencia humana en el planeta. Según ellos, la arquitectura es una actividad vital más, de todas aquellas que ejecutamos los habitantes del mundo, y a través de ella lo hemos transformado en lo que es hoy en día.
Lo que no se menciona en este trabajo de Tvk es que muchas de las obras que estudian son resultado de la búsqueda de ampliar la condición global de la red comercial que encabeza Occidente. Claro, el canal de Panamá es una proeza en términos estructurales y de ingeniería, pero ¿qué consecuencias tiene para el propio ecosistema, además del supuesto desarrollo que acarrea?
A pesar de que la aplicación de la tecnología contemporánea sí es universal en su forma y en su modo de afectación en los territorios en los que se instala, la forma en la que cada cultura lidia con ella es particular:
Además de algunos esfuerzos de la antropología por debatir la variación de las prácticas entre culturas, estas relaciones se han ignorado o su impacto no se ha tenido en cuenta en el discurso sobre la técnica y las tecnologías. Propongo que sólo si rastreamos los diferentes relatos de la génesis de la tecnicidad podremos entender a qué nos referimos cuando hablamos de diferentes “formas de vida” y, por tanto, de diferentes relaciones con la técnica.
Aunque no vamos a discutir aquí cómo el tlacuache les robó el fuego a los dioses,[8] ni su diferencia con Prometeo,[9] estamos de acuerdo en que hay que dejar claro que, aunque la globalización impuso su formato tecnológico en todas partes, la interacción de cada cultura con ella fue particular, y estaba relacionada con las diferencias en el pensamiento cosmológico, con el orden de las cosas. Nos interesa el modelo de pensamiento del filósofo chino Yuk Hui porque pone el énfasis en la necesidad de desarrollar una cosmotécnica, «[…] una definición preliminar de cosmotecnia aquí: significa la unificación entre el orden cósmico y el orden moral a través de actividades técnicas”.
Aunque, como veremos más adelante, los paisajes indígenas de los territorios aledaños a la ciudad de México hayan podido integrar la intervención de los sistemas Lerma-Cutzamala[10] a su lógica de habitabilidad —en mayor o menor medida— sacando el poco provecho que pueden de las nuevas condiciones ecológicas que impuso. Las condiciones que produce el Cutzamala-Lerma son de estéril funcionalidad. Su maquinaria y técnica sólo conducen a la creación de imágenes postales de los lugares que transformó, pues imposibilitan la intervención ecológica de los locales —para que el paisaje se vuelva territorio es precisa la participación de los humanos (locales) en la manutención de las relaciones (el costumbre)—.
La pregunta sobre la tecnología de este sistema, y en la década reciente algunas iguales de amenazantes como el turismo global y los nómadas digitales como invasores, para los habitantes de la Ciudad de México, sigue sin resolverse.
Cómo ser un habitante y dejar atrás al ciudadano
Una de las conclusiones del presente trabajo es que no seremos habitantes de la Tierra en tanto que estemos conectados a máquinas que hacen de nuestra existencia una experiencia espectral. Nuestro cuerpo sin órganos (la ciudad) está conectado a un tubo de respiración artificial. Los centros sociales y ecológicos que hemos alterado con nuestra necesidad insaciable están solucionando sus problemas, pues la mitología permite integrar la transgresión de los tubos, bombas, túneles y presas que la ciudad mandó construir.
En el caso de la megalópolis de la Ciudad de México, sólo seremos habitantes del Anáhuac si solucionamos ese acceso, ese derecho al agua, de forma no imperialista. Ésta es una propuesta del desmantelamiento de lo metropolitano en nuestra psique: no puede haber habitar en la metrópoli, –lo inhabitable por excelencia–, sino solo contra la metrópoli.
La pregunta sobre la tecnología entonces es gira en torno al tiempo, ¿en qué punto aparece el modelo civilizatorio que no puede prescindir de la innovación tecnológica y qué otras corrientes de dependencia acarrean consigo? ¿Qué relaciones con los elementos plantea, de ciclicidad y reciprocidad o sólo de extractivismo? ¿En qué tiempo está su calendario, uno de la inmediatez del deseo o uno que apunta al horizonte común de todos los centros del planeta no-occidental: la galaxia?
Foucault propuso que la episteme se podía definir “como una forma de dispositivo, como ese “dispositivo estratégico” que permite seleccionar, a lo largo de todos los enunciados posibles, aquellos que serán aceptables dentro de […] un campo de cientificidad del que se puede decir: esto es verdadero o falso.” Me tomo la libertad de reformular aquí el concepto de episteme: para mí se trata de un dispositivo que, frente a la tecnología moderna, puede reinventarse a partir de las categorías metafísicas tradicionales para reintroducir una forma de vida y reactivar una localidad.
En la actualidad, los modos de política, que no dependen del sistema representativo del Estado —en el cual las necesidades se cubren por la capacidad de votación de los ciudadanos— lo que el Consejo Nocturno[11] nombra “devenir pueblo” dependen de la vivencia del territorio de sus ocupantes. Para volverse actores en lugar de simples espectadores de la sociedad-estado, es necesario ser capaces de actuar sobre los problemas de la cotidianidad. La megalópolis al haberse constituido sobre el sistema de representatividad política tiene un largo camino por recorrer para poder convertirse en un complejo enramado de localidades, que sean capaces de sustraerse de la simulación de la representación democrática, hasta llegar a ser gestores de los recursos vitales para su supervivencia. Es entonces que la cuestión de la habitabilidad más allá de la técnica moderna se vuelve fundamental.
Re-territorializar nuestra memoria es un asunto de vida o muerte. Ya estamos viendo extinciones o muertes de animales endémicos, como el ajolote. Por ello, necesitamos sentipensar[12] desde nuestro altépetl[13] sin reproducir las lógicas civilizatorias de lo occidente-céntrico, para eso resulta fundamental el trabajo desde una cartografía de las memorias del nosotros con su propio paradigma, así podremos movernos más allá de la modernidad.
El huey altepetl (gran altépetl), que representa políticamente a la Ciudad de México, en el campo de las relaciones cosmopolíticas es un pequeñísimo cerro de agua, que ha descuidado o hasta destruido sus fuentes bioculturales; con unas serpientes de agua chiquititas que corren tímidas por los surcos de los cerros que dejaron las autopistas, las construcciones y la succión de sus ojos de agua (ameyales) por las industrias.
Un cierre que es una apertura
El error en la urbanización excesiva no estriba en la sobrepoblación, sino en seguir tratando a la ciudad como valle y no como cuenca. En el momento en el que se entiende la lógica detrás de un ecosistema —la tecnología natural a la cual es posible integrar las dinámicas y técnicas humanas para incrementar la potencia del dispositivo— sus “recursos” dejan de ser finitos, para pasar a ser actores vivos, con los cuales es posible dialogar de muchas formas y con muchos estilos. Si la Ciudad de México asumiera que una cuenca depende de las lluvias para funcionar, y que la lluvia como cualquier elemento, se puede sembrar y cosechar, entonces hablaríamos en otro idioma, quizás el del territorio que nos acoge. ¶
[Publicado el 5 de noviembre de 2024]
[.925 Artes y Diseño, Año 11, edición 44]
Referencias
- Hui, Yuk. (2021). Art and Cosmotechnics. Minneapolis: e-flux / University of Minnesota Press.
- Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (Inpi). (2024). “’El tlacuache y el fuego’ Una historia que ha acompañado infinidad de noches frente al fogón. (Libro electrónico)”, en: Blog del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas [en línea]. México: Gobierno de México / Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. Disponible en línea: https://acortar.link/LGx6PG
- López Austin, Alfredo (2023). Los mitos del tlacuache. Caminos de la mitología mesoamericana. México: Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) / Instituto de Investigaciones Antropológicas / Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.
- Navarrete, Federico. (2019). “El altépetl”, en: Noticonquista [en línea]. México: Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) / Instituto de Investigaciones Históricas. Disponible en línea: https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/765/744
- Questa, Alessandro. (2019). “Montañas en resistencia. Cosmopaisajes masewal ante el cambio climático y el extractivismo”, en: Cuicuilco Revista de Ciencias Antropológicas. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah), 25(72), pp. 123-143. Disponible en línea: https://revistas.inah.gob.mx/index.php/cuicuilco/article/view/13178.
- Questa, A. (2023). Montañas que danzan. Laboratorios maseual para el mantenimiento del mundo. Buenos Aires: Editorial Sb.
- Trévelo, Pierre Alain et al. (2024). The Earth is Architecture. Leipzig: Spektor Books.
- Tvk. (2024). “Office”, en: Tvk <http://www.tvk.fr/> [en línea]. Disponible en línea: http://www.tvk.fr/en/
- Yuk Hui. (2016). The Question Concerning Technology In China. An essay in Cosmotechnics. Reino Unido: Mit Press / Urbanomic Media Ltd.
[1] “El Estado de México, oficialmente denominado Estado Libre y Soberano de México, es uno de los treinta y un estados que, junto con la Ciudad de México, conforman México. Su capital es Toluca de Lerdo y está dividido en ciento veinticinco municipios”. Para mayor referencia véase: https://edomex.gob.mx/
[2] Hidalgo, oficialmente Estado Libre y Soberano de Hidalgo, es uno de los treinta y un estados que, junto con la Ciudad de México, conforman el territorio nacional. Su capital y ciudad más poblada es Pachuca de Soto y está dividido en ochenta y cuatro municipios”. Para mayor referencia véase: https://www.hidalgo.gob.mx/
[3] Yuk Hui (Hong Kong, 1985) es un filósofo y profesor universitario de Hong Kong
[4] “La etoecología es la ciencia que estudia el comportamiento de los seres vivos en el ambiente. Como ciencia estudia las costumbres, las conductas, los hábitos, las normas, las actuaciones y las prácticas, los estilos y pautas en el ambiente de un ser orgánico –animal o vegetal– o de una sociedad determinada”.
[5] “Puebla, oficialmente el Estado Libre y Soberano de Puebla, es uno de los treinta y un estados que, junto con la Ciudad de México, conforman el territorio nacional. Su capital y ciudad más grande es Puebla de Zaragoza, y está dividido en 217 municipios”. Para mayor referencia véase: https://www.puebla.gob.mx/
[6] Trévelo, Pierre Alain et al. (2021). The Earth is Architecture.
[7] “TVK es un estudio internacional de arquitectura y diseño urbano. Con base en un acercamiento y un desarrollo teórico, buscamos capturar la complejidad y la naturaleza paradójica de la situación mundial contemporánea, para hacerla habitable. fue fundado en Paría en el año 2023 por Pierrar Alain Trévelo y Antoine Viger-Kohler”, en: TVK. (2024). “Office”, en: TVK.
[8] Para conocer este mito, véase: Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (Inpi). (2024). “’El tlacuache y el fuego’ Una historia que ha acompañado infinidad de noches frente al fogón. (Libro electrónico)”, en: Blog del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas [en línea].
[9] “En la mitología griega, Prometeo […] es el titán amigo de los mortales, conocido por desafiar a los dioses robándoles el fuego a ellos […] para darlo a los hombres […] posteriormente fue castigado por Zeus”.
[10] “El sistema Cutzamala es un sistema hídrico de almacenamiento, conducción, potabilización y distribuidor de agua dulce para la población e industria de la Ciudad de México y el Estado de México”.
[11] Platón recomendaba la creación de un gobierno constituido por legisladores y sacerdotes, a los que, bajo la denominación de Consejo Nocturno, invitaba a reunirse, deliberar y tomar decisiones para el bien común, en ese momento en la Aurora, que media entre las primeras luces y la salida del sol.
[12] Sentipensar es un término creado por S. de la Torre en 1997 en sus aulas de creatividad en la Universidad de Barcelona, indica “el proceso mediante el cual ponemos a trabajar conjuntamente el pensamiento y el sentimiento (…), es la fusión de dos formas de interpretar la realidad, a partir de la reflexión y el impacto emocional, hasta converger en un mismo acto de conocimiento que es la acción de sentir y pensar”.
[13] “Los altépetl, palabra náhuatl que significa “agua-cerro”, eran entidades políticas independientes, con su propio gobernante —llamado tlatoani en náhuatl—, su capital y su propio territorio. Por su tamaño, los altépetl eran como ciudades-estado, es decir, controlaban un territorio no muy grande alrededor de uno o más centros de población. En el Valle de México había por lo menos 50 de estas entidades políticas, y en el centro de Mesoamérica, la zona a la que llegaron los españoles, debe haber existido alrededor de 200…”, en: Navarrete, Federico “El altépetl”, en: Noticonquista [en línea].