Por Viviana Moreno Villegas, Nicolás Atehortua Taborda[1] y Diana Carolina Castañeda Muñoz[2].–
Colores, formas, figuras, rituales, todo esto, son aspectos provenientes de las culturas indígenas, aquellos grupos de los cuales poco se habla, pero que son la base de nuestro mundo, son las raíces de nuestras respectivas culturas, que hasta el día de hoy se han esmerado por mantenerse y por conservar sus costumbres. Cada cultura indígena tiene aspectos que la caracterizan, en este caso, el punto de enfoque se centra en sus tejidos y aquellas figuras que lo componen.
Los tejidos de las comunidades indígenas son el medio a través del cual ellas pueden subsistir. En estos tejidos las mujeres plasman, en tela, en hilo o en chaquiras, su cosmovisión (su manera de ver el mundo y cómo lo interpretan), cosmogonía (cómo ellos creen que fue el origen del universo y su evolución) y cosmología (la visión que tienen, en términos generales, del universo y sobre cómo se constituye), ellas representan la fuerza y el espíritu de la fertilidad. Esos tejidos son el arte, son la belleza de cada cultura que busca contar una historia, aunque, ante la mirada del público, esa historia por medio de un símbolo resulte difícil de comprender.
Aquellas historias, que a gritos buscan ser escuchadas, aparecen en sus tejidos mediante diseños coloridos, a través de figuras que representan elementos de la naturaleza y por medio de formas geométricas que muestran la estructura esencial de los elementos representados. Todos estos elementos toman como referente algo en particular, los más habituales son las estrellas de ocho puntas, los rombos, las espirales o la representación de una serpiente enroscada, un caracol o las manchas del pelaje de los felinos, los círculos radiados y el zigzag; las formas figurativas hacen referencia a las plantas, flores y animales que viven cerca de las distintas comunidades. Para estas comunidades todo tiene un sentido, un ser, una esencia y un significado preciso para la comunidad. En un país como Colombia, donde lo que más impacta es aquello que viene del exterior, aquellos diseños dotados de vida, historia y color, que actualmente son reconocidos como arte y que han estado por años en nuestra cultura, lograron tomar voz para dar muestra de la belleza de nuestras raíces, para hacernos ver la riqueza y creatividad de los artesanos que poco a poco han sido referentes para el mundo de la moda, el arte y el diseño, y es que, claro, algo tan bello es digno de ser mostrado por todas partes para que los colombianos estemos orgullosos de nuestras raíces indígenas.
Pero para todos aquellos que han querido mostrar lo lindo de nuestras raíces fue necesario conocerlas a nivel personal y conceptual, comprender que lo que todas esas artesanías buscan es la preservación de la cultura. Por ejemplo, aquellas mochilas y hamacas provenientes de una antigua cultura que lleva años ubicada en la península de la Guajira[3], entre Colombia y Venezuela, la cultura wayúu, conocida por sus colores, formas y sus destrezas artesanales, cuyo hilo toma parte de una historia que para ellos es el nacimiento de un bonito arte:
“Érase una vez una araña conocida como Walekerü, que tejía a escondidas bajo la luz de la luna fajas y mochilas. Una noche una niña se le acercó para alabar su destreza con el hilo. La araña, conmovida se ofreció a enseñarle su más preciado tesoro; el arte de tejer. Durante varias lunas, la niña tejió sin parar hasta alcanzar la habilidad de reproducir el arte de su maestra, la araña. Cuando la niña llegó a la edad adulta, con su primera menstruación, la araña desapareció entre las ramas de un árbol, dejando como herencia la técnica del Wayúu”. María Abalo, 06 de julio 2018, Crochet.
Esta es la historia que ha trascendido por generaciones dentro de la cultura cuyo autor original es desconocido, Esta historia da pie a aquel arte del tejido entre las mujeres de la cultura wayúu, quienes por años lo han desarrollado y preservado, dejando el conocimiento como herencia para las siguientes generaciones.
Pero no sólo es esta cultura, también encontramos otra, la emberá[4], una antigua cultura que reside en algunas zonas de la región del pacífico, conservadora de sus raíces, amante de la naturaleza y que lucha por mantener su territorio ante la violencia de un conflicto armado. La cultura emberá cuenta historias diferentes a través de accesorios y vestimenta, por ejemplo, los collares y pulseras tienen diferentes significados. De esta manera, se crean accesorios para el matrimonio, el nacimiento o los entierros; a los niños se les colocan collares o manillas, rojos o negros, para protegerlos del mal de ojo, pero no sin antes bendecirlos para que tengan efecto; los jóvenes usan pulseras, en el brazo derecho si son solteros o en el izquierdo si están comprometidos; las mujeres usan collares de gran tamaño o pequeños, dependiendo de las experiencias que han vivido, esto quiere decir que las niñas comienzan usando collares pequeños y cuando son adultas usan collares más grandes y extensos. Con la combinación de chaquiras de colores y de varios tamaños elaboran diseños que están relacionados con la forma en que ven el mundo, las madres les enseñan a sus hijas; les transmiten de generación en generación las técnicas y el significado que tienen los collares y el valor de toda su simbología.
No sólo es conocer el objeto, sino también el simbolismo que hay detrás de él; estudiar cada aspecto de cada cultura y cómo ésta puede ser mostrada en el mundo gráfico con la intención de hacer notar esa voz que dice “aquí estoy, en las raíces de vuestro corazón”. Mediante el diseño gráfico se puede rescatar, fomentar y hacer que se reconozca la diversidad cultural y étnica de las comunidades indígenas de Colombia; resaltar todas sus costumbres y proyectar hacia el mundo el reconocimiento de las raíces y de las riquezas culturales. Por medio del diseño se muestra el orgullo de nuestra cultura, se destacan sus valores y se posibilita la apropiación de nuestras raíces, asimismo se empodera a estas comunidades, dueñas de esos conocimientos ancestrales que han transmitido de generación en generación, se fortalece su identidad, para que se sientan orgullosos de su origen. A través del diseño gráfico se puede dar a conocer la riqueza inmaterial que tienen estas culturas, hacer referencia a la connotación cultural que relaciona los símbolos con su raíz ancestral.
Actualmente, en cuanto a diseño gráfico se refiere, no hay existencia de un proyecto como tal que busque rescatar todos esos simbolismos, pero existen personas que han considerado oír esas voces y le han dado el reconocimiento que se merecen. En Colombia existe una marca llamada “Artesanías de Colombia[5]” cuya base y gráfica se sustentan en nuestras raíces indígenas, dicha marca se enfoca en promocionar, fomentar y comercializar, todos los productos hechos a mano o con la ayuda de herramientas manuales del sector artesanal. Estas artesanías forman parte de una pasarela de moda mostrando sus llamativos colores, formas y estilos.
Las artesanías de los pueblos indígenas y de los artesanos en general aportan elementos al diseño gráfico, porque a través del reconocimiento de este arte, se rescatan y valoran las costumbres relacionadas con un pueblo o una comunidad determinada; al mismo tiempo, el diseño gráfico distingue el valor de los conocimientos ancestrales, rescatándolos y empoderándolos, dándolos a conocer con orgullo en su mismo entorno y a nivel nacional e internacional.
Las artesanías tienen un valor simbólico, funcional y estético, siendo fuente de inspiración para todo tipo de diseñadores quienes, al tener conocimiento de las tradiciones y expresiones de un pueblo a través del arte, pueden conseguir que sea identificada una región. Este diseño agrega también valor en la medida en que el diseñador puede integrar a su producción de trabajo estas figuras y proyectarlas a través de diferentes materiales, lo que es una ganancia para los mismos artesanos, porque lleva a un nivel más alto sus productos por la innovación y rompiendo los conceptos tradicionales, pero a la vez se trata de conservar el diseño original del artesano, creando una interrelación entre tradición, desarrollo e innovación.
Con esto, el diseño aporta al producto artesanal en la distribución y consumo, los artesanos aportan desde sus creaciones un amplio portafolio estético al diseñador; a su vez el diseñador le ayuda a difundir sus productos resaltado su valor cultural. ¶
[Publicado el 11 de mayo de 2021]
[.925 Artes y Diseño, Año 8, edición 30]
Referencias
- https://bycousinas.com/los-tejidos-wayuu/
- https://artesaniasdecolombia.com.co
- https://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/Documents/Poblaciones/PUEBLO%20WAY%C3%9AU.pdf
- https://akubadaura.org/embera/
- https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/revistafba/article/view/8159
- https://pueblosoriginarios.com/sur/caribe/embera/chaquira.html
[1] Nicolas Atehortua Taborda (Medellín; 2000). Estudiante de 7º semestre del programa Diseño Gráfico de la Facultad de Comunicación, Publicidad y Diseño de la Universidad Católica Luis Amigó. Desde sus inicios mostró interés por el modelado 3d, fotografía, ilustración análoga y digital. Como persona siempre se ha esforzado por dar lo mejor en cada uno de sus trabajos, y teniendo una mentalidad abierta para probar nuevas cosas. Ha colaborado con la marca de Popobe Colombia en el último año. En el área de diseño ha trabajado de manera independiente haciendo trabajos publicitarios, logos y trabajos fotográficos, incluyendo su participación como juez en la final de la Maratón TIC 2019 en la categoría de Diseño. nicolas.atehortuata@amigo.edu.co
[2] Diana Carolina Castañeda (Medellín; 2001), siempre ha sido una mujer muy creativa y por esto el bachillerato lo termino con énfasis en pre-prensa digital para medios impresos, lo que despertó su inquietud por el diseño gráfico, decide ingresar en el año 2018 a la universidad católica Luis Amigó, actualmente cursa en séptimo semestre en dicha carrera, además se encuentra en el semillero de investigación forma diseño en el cual comparte con sus compañeros y es donde puede obtener diferentes conocimientos mediante la investigación en diseño, el pre-grado actual que está cursando la ha llevado a despertar su inquietud por continuar los estudios más especializados en el diseño web. diana.castanedamu@amigo.edu.co
[3] La Guajira (en wayuunaiki: Wajiira) es uno de los treinta y dos departamentos que forman la República de Colombia, su capital es Riohacha. Está ubicado en el extremo noreste del país, en la región Caribe, limitando al norte y este con el mar Caribe, al sureste con Venezuela, al sur con el departamento del Cesar y al oeste con el del Magdalena. El territorio del departamento está formado por la Península de la Guajira y parte de las estribaciones orientales de la Sierra Nevada de Santa Marta. Se encuentra dividido en dos regiones naturales denominadas Alta y Baja Guajira. La primera, más septentrional, es semidesértica, con escasa vegetación; la Baja Guajira comprende el resto de la península y es menos seca. Sus fuentes de mayores ingresos son la minería, la explotación de sal y últimamente el sector turístico. Superficie: 20,848 km2, año de creación: 1964, gentilicio: Guajiro.
[4] El pueblo indígena emberá, êbêra o ẽpẽrá está ubicado en Colombia, Panamá y Ecuador. Su nombre varía según el área donde habitan: cholos en la Costa Pacífica, chamíes o memes en Risaralda, katíos en Antioquia, y eperas en Nariño y Cauca. De acuerdo a los territorios que ocupan, se distinguen tres grupos: los dóbidas o habitantes ribereños de los ríos y quebradas de las selvas del Pacífico; los pusábidas, que tienen relación con el mar, en particular con el océano Pacífico; los oíbidas, en zonas que conservan aún selvas andinas, y los eyábidas en áreas campesinas deforestadas.
[5] https://www.youtube.com/c/artesaniasdecolombia/featured ó https://www.instagram.com/artesaniasdecolombia/