Año 12 / edición 45 / febrero 2025 - ISSN: 2395-9894

La fotografía viene de la luz, no de la inteligencia artificial

Resumen
Este artículo se aboca a la defensa de que toda fotografía comienza por medios físicos, no por algoritmos ni teclados. Para sustentarlo, se abordan distintos temas: principalmente, la obtención de la fotografía a través de fenómenos físico-químicos y la evolución de los soportes físicos a los digitales, misma que ha arrojado a la fotografía, casi en su totalidad, al mundo virtual, donde –tal vez por esta razón– el imaginario colectivo ahora entiende las ilustraciones digitales como fotografías. Es decir, la fotografía, o lo que consideramos fotografía, depende de los convencionalismos culturales de cada época. Adicionalmente, se expondrán conceptos como “fotografía”, “ilustración”, “imaginario colectivo”, “ilusión”, entre otros que darán luz a este tema o lo enterrarán en un mapa de bits, porque, al parecer, en la época de la inteligencia artificial (IA) la fotografía ya puede darse sin luz ni medios ópticos.
Palabras clave
imagen, visión, fotografía, tecnología, hiperrealismo, ilustración digital, inteligencia artificial
Abstract
This article focuses on the defense that all photography begins by physical means, not by algorithms or keyboards. To support it, different topics are addressed: mainly, the obtaining of photography through physical-chemical phenomena and the evolution from physical to digital media, which has thrown photography, almost entirely, to the virtual world, where -perhaps for this reason- the collective imaginary now understands digital illustrations as photographs. In other words, photography, or what we consider photography, depends on the cultural conventions of each era. Additionally, concepts such as “photography”, “illustration”, “collective imaginary”, “illusion”, among others, will be exposed, which will shed light on this topic or bury it in a bitmap, because, apparently, in the age of artificial intelligence (AI) photography can already be taken without light or optical means.
Keywords
image, vision, photography, technology, hyperrealism, digital illustration, artificial intelligence

Si hablamos de soportes bidimensionales, como la fotografía, una diferencia muy importante entre la realidad y las representaciones de ésta es que todos los elementos de la representación se encuentran dirigidos al espectador, a la misma distancia y siempre presentes. Aunque se hallen fuera de foco, mantienen la misma porción del campo visual.

Entonces ¿qué ocurre cuando la realidad es interpretada y representada por los artistas? Y no sólo por ellos, sino también por cualquier persona con la posibilidad y capacidad de generar imágenes con dispositivos –ya sean estos de orden óptico-mecánico u óptico-digital– o mediante la más reciente forma de hacerlo: la inteligencia artificial (IA), la cual, por cierto, sólo requiere un teclado y un programa de generación de imágenes.

En un proceso histórico de similar desarrollo, podemos comparar aquel momento en el que apareció la fotografía análoga como medio de representación de la realidad y desplazó a la pintura, con la época en que la fotografía digital surgió, se expandió e hizo a un lado a la fotografía análoga de los encargos comerciales, en función de que los costos habían disminuido considerablemente. ¿Acaso hoy veremos, por lo tanto, que las imágenes creadas con inteligencia artificial desplazarán a la fotografía digital? No lo creo.

Poderosas e inesperadas nubes, 4. © Juan Manuel Sánchez González. Fotografía digital, 2019

Con la llegada de la inteligencia artificial, mediante unos simples o elaborados comandos o instrucciones, se crean imágenes aparentemente de la nada; estas imágenes –que muchos llaman “fotografías”–, en mi opinión son ilustraciones, y las podría clasificar como ilustraciones digitales, y punto. Que posiblemente sean ilustraciones que recrean las calidades y cualidades propias de dispositivos, ópticos, químicos y mecánicos, es otra discusión; tenemos, como ejemplo, la pintura hiperrealista: es pintura y no se le nombra “fotografía”.

Joan Costa, en su libro La fotografía creativa, hace la siguiente pregunta: “¿Y qué es la fotografía si no el marcaje de las formas de las cosas por medio de la luz en una superficie sensibilizada para recibirlas?”[1] Claro está, entonces, que la fotografía comienza con el marcaje de la luz en un soporte sensibilizado, como sucede en la fotografía análoga y en la fotografía digital: comienzan de igual manera con la luz, sólo que, en el segundo caso, la realidad se recodifica, no solamente a través de procesos físicos y químicos, sino que se convierte en números, en mapas de bits.

Es por eso que la fotografía digital no cambia su naturaleza: su origen es el mismo que el de su antecesora, la fotografía análoga, cosa que no ocurre con la mal llamada “fotografía creada por IA” simplemente porque ésta no depende del marcaje de las formas de la realidad por la luz para después plasmarlas en un soporte análogo o digital. La imagen creada por IA proviene directo de las ideas (antecedentes, referencias, experiencias, criterios, etcétera) de una persona que escribe una serie de comandos, que procesa y crea en un soporte digital. Aclaremos que –incluso desde el nombre asignado– no hay una relación con la luz; literalmente se trata de una escritura de códigos llevada a cabo con el teclado de algún dispositivo digital.

Ahora bien, ¿por qué elevar la ilustración digital creada por comandos al nivel de la fotografía? Tal vez porque ya toda fotografía –o la mayoría–, debido a las extensas posibilidades para ser practicada, producida y elaborada por quien sea, no pasa del mundo digital, es decir: vuela en mapas de bits directamente desde nuestros dispositivos –ya sean teléfonos, tabletas o cámaras digitales– a los nuevos soportes del mundo electrónico establecidos en la red. Estos soportes, como todos sabemos, son las aplicaciones que nos desconectan del mundo y nos conectan a una infinidad de universos paralelos e ilusorios. Entonces, como aquellas nuevas “fotografías” son meras ilusiones, pareciera que cumplen medianamente con ciertos parámetros y, por lo tanto, pueden ser consideradas fotografías en nuestro nuevo imaginario colectivo.

Gombrich, en su libro Arte e ilusión, nos dice que el arte depende de la ilusión y que el grado de ilusión depende de los estereotipos culturales vigentes. En otras palabras, el arte depende de los convencionalismos que nos dicta la cultura, y que también se encuentran dentro del imaginario –donde el ver y el saber son uno mismo–, al cual retroalimentan y actualizan. A estas alturas, la mayoría de seres humanos, y en especial los estudiosos y apasionados de la imagen, no ve el mundo de manera espontánea, debido a que cuenta con una clara guía cultural para el modo de ver: el imaginario.

Tal vez este imaginario se encuentra en un proceso de cambio entre las nuevas generaciones que denominan “fotografías por IA” a las ilustraciones creadas mediante inteligencia artificial, debido a que poseen un nuevo marco referencial. Consideremos la posibilidad de que dichas ilustraciones no pueden ser reconocidas ni clasificadas en el banco de imágenes del espectador y, puesto que éste no posee suficientes referentes ni términos de los cuales echar mano, emplea el de “fotografía por IA”. Puedo asumir que ignoran la génesis de la imagen y que no conocen otro tipo de imágenes que no sean fotografías, tales como la pintura o la ilustración. Es así que esta mal llamada “fotografía por IA” debería nombrarse “ilustración o pintura hiperrealista por IA”; sin embargo, es un término muy largo y poco práctico para estos tiempos.

A fin de cuentas, ¿qué es el imaginario? ¿Y por qué este posible nuevo imaginario nos plantea el concepto y la posibilidad de la existencia de una fotografía creada por IA –sin la necesidad de medios físicos ni químicos de por medio–? El imaginario no es otra cosa que la inteligencia visual del mundo, formado y presentado por la cultura como un conjunto de íconos físicos o virtuales que se dan a conocer gracias a una gran cantidad de medios que interactúan con una infinidad de representaciones mentales.

¿Y cómo llega una imagen al imaginario? Esto sólo es posible cuando se convierte en signo, ya que un signo únicamente es tal en la medida en que expresa ideas, es decir: la imagen tiene que poder expresar ideas o mensajes para poder convertirse en un signo e insertarse en el imaginario. Entonces, esta mal llamada “fotografía por IA” es un signo de la inteligencia artificial como tal, eso es lo que la hace tangible. En vista de que es una idea o un concepto al que muchos de nosotros no podemos darle un rostro, el rostro que adquiere es “fotografía por IA”. El imaginario, así, también se puede definir como el mundo de imágenes que caracteriza la circunstancia actual y donde se forma la cultura popular del ser humano.

La imagen condensa realidades sociales, y capta aspectos relevantes, emotivos y de apreciación de una sociedad o grupo social; es un fenómeno visual vivo que transforma aspectos de la vida del ser humano y de la sociedad, una representación figurada de temas, asuntos y conceptos. Esto se ve reflejado en la importancia del imaginario para la formación tanto de opiniones como de creencias. Todas las imágenes son objetos del mundo exterior que el ser humano decodifica desde su propia experiencia con un banco de imágenes propio, el cual hace referencia a su cultura y experiencia propia.

Tal vez elevamos las ilustraciones creadas con inteligencia artificial a la categoría de la fotografía porque todas esas imágenes no llegan al plano físico. No son tangibles como lo eran antes, no las sentimos, no las manipulamos ni tampoco las olemos, ya que –no me dejarán mentir– las fotos huelen: huelen tanto el papel como los químicos, y todos los que hemos vivido la experiencia de llevar un rollo a revelar a un estudio fotográfico lo sabemos; aun esos olores se impregnaban en el propio fotógrafo.

Si tuvimos la experiencia –y en algunos casos la fortuna– de entrar a un cuarto oscuro y realizar el sorprendente proceso de alquimia que nos dibujó una sonrisa de emoción e incluso de incredulidad al momento de ampliar aquella primera foto, habremos observado cómo esa imagen latente, que residía en el papel fotográfico, comenzó a cobrar vida poco a poco cuando la revelamos y, posteriormente, fijamos, humectamos y secamos.

Ahí está la fotografía, la fotografía que hemos tomado con la cámara análoga, que se transportó a través de la luz hasta los soportes físicos: primero la película y finalmente el papel fotográfico. No hay que olvidar ese pequeño y en apariencia insignificante detalle que hace merecedor a los miembros de un selecto grupo de imágenes captadas por dispositivos óptico-mecánicos u óptico-mecánico-digitales de ser nombrados “fotografías”. Debemos diferenciarlas de esta nueva categoría de la ilustración, que emula lo que en nuestro imaginario colectivo llamamos “fotografía”.

En este punto, dirigiré una serie de cuestionamientos al lector: ¿qué es una fotografía? ¿Estamos de acuerdo con el nombre asignado a las ilustraciones que aspiran a ser fotografías? O, en última instancia, ¿acaso ya no hay diferencia entre ilustración y fotografía?, ¿cuáles son sus límites, diferencias o similitudes? Cada quien podrá citar a un sinfín de autores para justificar de mil maneras aquello que es y que no es, pero sabemos que una fotografía siempre va a comenzar su camino en la luz que pasa a través del lente y llega al soporte –antes emulsión y ahora sensor– sin importar si posteriormente se ha de imprimir o no. ¶

  • Costa, J. (2008). La fotografía creativa. México: Trillas.
  • Gombrich, E. H. (2008). Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la representación pictórica. Estados Unidos de América: Phaidon Press.
  • Rojas Mix, M. (2006). El imaginario: Civilización y cultura del siglo XXI. Buenos Aires: Prometeo.

[1] Joan Costa, La fotografía creativa, p. 17.

Estudió la carrera de diseño y comunicación visual en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (UNAM), gracias a esta llegó a la fotografía en un principio quería ser ilustrador pero las clases de fotografía le mostraron otro camino, comenzando por la toma a travez de la cámara, pasando por la alquimia del revelado y ampliación de los negativos. Continuó sus estudios cursando la Maestría en Artes Visuales de la UNAM, obteniendo el grado con mención honorífica, llevó a cavo los estudios del último semestre en la Universidad Complutense de Madrid.

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