Por Martha Cecilia Calderón Pichardo.
Esta es una aproximación teórica a la obra May the horse live in me de Marion Laval-Jeantet desde el pensamiento de Gilles Deleuze[1], recuperando principalmente el concepto de máquina de guerra para analizar las intersecciones y el diálogo que se establece entre Arte-Tecnología, Ciencia-Vida en el arte contemporáneo, así como la frontera difusa entre hombre y animal.
- Introducción
El pensamiento de Deleuze está en constante relación con la práctica artística, no sólo como referencia para interpretar las obras sino que la filosofía misma de Deleuze se vincula con el arte. Filosofía como pensamiento artístico.
Por otro lado, las manifestaciones artísticas en la actualidad nos obligan a repensar los límites del arte y a tratar de tender puentes de interpretación o vivencia del arte.
Los conceptos expuestos en el “Tratado de Nomadología: La máquina de guerra” de Deleuze nos son útiles para pensar las obras recientes que evidencian nuevas relaciones como el bio-arte o arte-tecnología.
El objeto específico del presente trabajo es la pieza del colectivo Art Orienté Objet que ganó el premio Golden Nica de Prix Ars[2].
A través del performance May the horse live in me la artista Marion Laval-Jeantet busca ser un híbrido de humano y caballo, por medio de transfusiones sanguíneas, contenedoras de plasma y anticuerpos de un equino negro. La artista preparó su cuerpo durante meses para recibir las transfusiones de sangre de un caballo, modificando así su sistema inmunológico y, por ende, su cuerpo. Para presentar el performance, permitió que el público viera el momento en que un doctor le hacía la transfusión, mientras que en el escenario estaba un caballo negro. También se colocó una prótesis en los pies que simulaban las patas de un animal, logrando con eso concretar visualmente la idea del mítico centauro.[3]
- Desarrollo
Cuando Deleuze habla de la relación entre la máquina de guerra y aparato de Estado lo piensa siempre en una unidad compuesta en donde los elementos que parecen contrarios, en realidad se complementan, coexisten en un campo en constante interacción.
El aparato de estado tiene características o propiedades que le son propias como la lógica binaria. La máquina de guerra se entiende más como un espacio sin propiedades intrínsecas, sin subjetividad, que refiere más a la situación. La máquina de guerra en vez de relaciones binarias, establece un tejido de relaciones inmanentes, de metamorfosis que busca siempre estar moviendo las fronteras, “…se trata de distribuirse en el espacio abierto, de ocupar el espacio, de conservar la posibilidad de surgir en cualquier punto: el movimiento ya no va de un punto a otro, sino que deviene perpetuo, sin meta ni destino, sin salida ni llegada.”[4]
La organización de la máquina de guerra está dirigida contra la forma de Estado, actual o virtual. En la obra May the horse live in me se pueden ver diferentes transgresiones de fronteras, movilizándolas a territorios que en principio no le pertenecen al aparato de Estado. La obra hace evidente la frontera difusa entre ciencia y arte, cuestiona e incomoda la forma habitual en cómo se entiende la ciencia dentro del aparato de Estado.
Deleuze opone dos tipos de ciencias, una consiste en “reproducir” y la otra en “seguir”. La ciencia habitual se maneja a través de reproducción, deducción e inducción, estableciendo las reglas de entendimiento del mundo y ella misma estableciéndose sus propios ejes y fronteras de acción y sus objetos de estudio, trata de extraer las constantes para poder reproducir los mismos fenómenos dejando como única posibilidad la permanencia de un punto de vista fijo; por el contrario, “seguir” implica retomar las singularidades, no las constantes, dejarse arrastrar en el flujo, en el devenir y el constante cambio, en la variación continua de las variables.
La transfusión de sangre no tenía ningún fin científico, no era un experimento en busca de conocimiento, no estaba regulado por completo por la teoría o los métodos de la ciencia, no buscaba reproducir ningún resultado previo ni buscaba llegar a un resultado por deducción o inducción; la transfusión de sangre del caballo estaba del lado de la otra ciencia, la búsqueda sin finalidad de retomar la singularidad del caballo, del animal, dejando el resultado al azar y a lo que las leyes propias del flujo y el devenir la lleven, retomando el cambio no sólo en el posible resultado de la transfusión, sino desde el fundamento mismo de la obra en tanto la frontera difusa entre hombre-caballo, hombre-animal, ciencia-arte, objetivo-subjetivo.
Todas estas fronteras que se van desplazando hacen que la máquina de guerra no cese de desterritorializar y reterritorializar constituyendo y ampliando el propio territorio. En May the horse live in me una de las cosas que se desterritorializa es “la ciencia”, tomar la ciencia sin pretensión de poder ni de autonomía, recuperar la ciencia desde otro punto de vista, desde otra frontera, desde lo sensible, desde la intuición para trazar y conectar diferentes puntos en un espacio liso. La ciencia sólo es el medio, no la finalidad, el medio para tratar de devenir caballo, recuperando el sentido originario de la ciencia entendida como un conocimiento que se va conquistando al inicio a través de experimentaciones, de intuiciones, de observación de la vida, donde las posibilidades son infinitas y están en relación directa con las singularidades de la vida y el movimiento constante y espontáneo de ésta, donde esta concepción del mundo implica pensarlo como un espacio liso, espacio abierto; antes de que el aparato de estado lo estratifique, lo mida, lo limite, lo vuelva un espacio estriado.
“…(convertir el exterior en un territorio en el espacio, consolidar ese territorio mediante la construcción de un segundo territorio adyacente, desterritorializar al enemigo mediante ruptura interna de su territorio, desterritorializarse uno mismo renunciando, yendo a otra parte…). Otra justicia, otro movimiento, otro espacio-tiempo.”[5]
El aparato de Estado siempre trata de inhibir la máquina de guerra; del mismo modo la ciencia del Estado bloquea a esa otra ciencia de la máquina de guerra. Marion comenta lo difícil que fue poder llevar a cabo el performance debido a limitaciones burocráticas, médicas, éticas, legales; menciona que establecer una comunicación y un proyecto vinculado con médicos inmunólogos fue complejo pues el rechazo y el bloqueo fue constante, incluso fue difícil encontrar un lugar para presentar el performance por cuestiones éticas. A la ciencia del Estado no le agradan éstos proyectos que no recuperan la cuadrícula propia del espacio estriado, que no se pueden explicar ni reducir a las reglas establecidas de la disciplina médica y científica estrictamente.
“Es un modelo de devenir y de heterogeneidad, que se opone al modelo estable, eterno, idéntico, constante. Es toda una ‘paradoja’ convertir el devenir en un modelo, y ya no en el carácter secundario de una copia.”[6]
Marion dice que el propósito de May the horse live in me era tratar de sentir de otra manera que humana. Se trataba de establecer un vínculo íntimo entre el caballo y ella, tratar de ser otra, de sentir de otro modo, de desplazar su vista humana hacia un punto de vista animal, de devenir caballo. Como menciona Kleist devenir forma de exterioridad siempre fuera de sí misma, haciendo que los sentimientos del “sujeto” sean arrancados de la interioridad para ser violentamente proyectados en un medio de pura exterioridad, en afectos[7]. Es decir, en el performance es devenir caballo haciendo que los sentimientos de ella (Marion) sean proyectados en la exterioridad, dejen de ser sentimientos de Marion para ser sentimientos de caballo, sentimientos del otro exterior, dejar de lado la subjetividad para fundirse en el afuera, dejar ser yo, dejar de ser mi cuerpo (humana) para ser caballo.
Es curioso que después de la transfusión de sangre de caballo, la artista expresara tener algunos efectos secundarios, como fiebre, no poder dormir, cansancio extremo después de dos semanas, lo cual puede explicarse médicamente por el esfuerzo del cuerpo por procesar sangre que no es humana, tratando de no caer en un shock anafiláctico; sin embargo, independientemente de la explicación médica que pudiera darse al respecto, la intención de la artista era en parte sentir de otro modo, si bien no significa que sintiera como caballo, lo que sí experimentó su cuerpo fue la violencia de otro ser en ella, la lucha interna por mantener las fronteras de su cuerpo humano protegidas frente al cuerpo del caballo, la fiebre tras la guerra que su cuerpo establecía y finalmente tras no poder eliminar la sangre ajena, el proceso de adaptación y asimilación de un ser extraño, que finalmente metabolizado forma parte de mi. Ella dice haber sentido una intensa ansiedad, intenso cansancio, fiebre, etc., lo cual me hace retomar los afectos de Deleuze que atraviesan el cuerpo como flechas y que son armas de guerra, pertenecen a la máquina de guerra.
El efecto de la transfusión de sangre junto con la comunicación y el revestimiento de sus piernas por pezuñas no puede medirse o calcularse métricamente, científicamente o lógicamente; los posibles resultados eran múltiples, difusos, rizomáticos, que no podrían saberse de antemano más que “explorando y caminando sobre ellos”, no se puede saber lo que es ser caballo más que en el caballear, devenir caballo es de hecho estar siendo caballo, no imaginarlo, no calcularlo, no entenderlo, ni explicarlo, sino ser ya uno con el ser-caballo.
May the horse live in me no tiene un propósito científico de búsqueda y resultados exactos para contribuir al conocimiento. May the horse live in me tiene como propósito recuperar el afecto, el sentir como otro, el devenir otro; el propósito al igual que la filosofía no es dar respuestas sino generar preguntas, problemas, ampliar horizontes.
“Mientras que el teorema es del orden de las razones, el problema es afectivo, e inseparable de las metamorfosis, generaciones y creaciones en la propia ciencia…, el problema no es un ‘obstáculo’, es la superación del obstáculo, una proyección, es decir, una máquina de guerra.”[8]
Se trata de devenir otro en un espacio nómada, no como cuerpo orgánico ni como alma del caballo, sino en el entre de éstos, generando puentes entre ambos.
La ciencia aún con sus todos sus entramados, reglas y teoremas para poder hacer del espacio un espacio estriado y calculable, siempre tiene el riesgo de que esos organismos que controla y esa ciencia del Estado que articula puedan desbordarse en un impulso revolucionario y experimentador. Surge una ciencia libre que busca el Dispars.
Deleuze dice que el dispars como elemento de la ciencia nómada remite a materia-fuerza más bien que a materia-forma. Ya no se trata de extraer constantes a partir de variables, sino de poner las variables en estado de variación continua, inseparables de una intuición sensible de la variación, captan o determinan singularidades de la materia en lugar de constituir una forma general.[9]
Puede pensarse que el impulso de desbordarse y experimentador de Marion en la búsqueda de sentir de otro modo, de devenir-caballo trastoca todo sentido común, toda lógica; la búsqueda de instalarse en un espacio liso y montarse en el flujo del devenir pone en riesgo su propia vida, pues aún con la preparación de la sangre y de sus anticuerpos, existía un peligro real de una reacción inesperada y mortal. El impulso vital de la máquina de guerra llevado al extremo puede volverse contra sí misma y devenir una máquina de suicidio, un devenir otro que elimine por completo el “yo” y no permita más la vida.
El artista como nómada crea el espacio liso a través del arte y éste espacio liso lo crea a él como artista, vive en el intermezzo, en el trayecto, con la autonomía de instaurar una relación completamente nueva entre los pensamientos y las cosas. La obra May the horse live in me se mueve entre la ciencia y el arte, entre la ciencia y la vida, entre el impulso vital y el aparato de Estado; establece relaciones nuevas entre ciencia, arte, vida y espacio estriado.
El artista como nómada y transeúnte de trayectos intermedios es en sí mismo un híbrido que a la vista del hombre habitual inserto en el aparto de Estado, no es más que un loco, estúpido, transgresor.
El arte se comporta más como un arma con una acción centrípeta con miras a inventar, evitar; el arte como máquina de guerra libera una velocidad intensiva. Deleuze menciona a la doma como una forma de violencia de la máquina de guerra.
“…la máquina de guerra, con la ganadería y la doma, instaura toda una economía de la violencia, es decir, una manera de hacerla duradera e incluso ilimitada…En la montura, se conserva la energía cinética, la velocidad del caballo y no las proteínas, (el motor y no la carne)… De ahí el devenir-animal en la máquina de guerra.”[10]
La transfusión de sangre no es de cualquier animal, es de uno que recupera todo una historia de dominación de la naturaleza, de donación, de guerras entre hombres; la donación del caballo y montar sobre él se piensa como una forma de devenir-animal, de tratar de unirse a él en su movimiento, sin embargo, en May the horse live in me el devenir-animal sí recupera la carne del animal, pero la carne como el vehículo de las pasiones, de los afectos, del sentir-animal, no es devenir-movimiento caballo sino devenir-afecto caballo , el afecto como descarga rápida de la emoción, la respuesta de ser caballo.
Marion menciona que una de las razones de que sus obras estén trabajando sobre el cuerpo y su relación con la ciencia es porque “el cuerpo no miente”. Pero independientemente de si el cuerpo miente o no, podemos ver como se recuperan y se ponen en cuestionamiento las pretensiones de la ciencia actual por explicar todo fenómeno, todo sentimiento, trastorno, aspectos sociales, etc. Actualmente vivimos en una época donde la ciencia cree poder explicar el afecto amor por el nivel de serotonina en el sistema, o la tristeza por razones psicológicas que a su vez tienen un origen biológico, como si toda la experiencia de la vida y del hombre pudieran reducirse y explicarse por análisis clínicos. “El cuerpo no miente” retoma estos supuestos, ya que el cuerpo del caballo introducido en Marion, sería el caballo, su cuerpo, sus pasiones, su impulso vital y todo lo que el caballo es introducido en ella. Visto de esta manera, la pretendida ciencia ultramoderna parece estar más cerca de la mitología y la magia pero empobrecidas por el espacio estriado y la lógica binaria del aparato de Estado, May the horse live in me problematiza estas relaciones y presenta nuevas combinatorias que fuerzan los límites de todas las cosas y pensamientos involucrados.
Si recuperamos el arma de Deleuze como un modelo de acción libre a la que sólo concierne el ejercicio o a la manifestación de la fuerza en el espacio y en el tiempo; entonces el arte como arma es esa manifestación y ejercicio de la fuerza en el espacio, del deseo que lo constituye.
“…un movimiento artístico, científico, “ideológico”, puede ser una máquina de guerra potencial, precisamente porque trazan un plan de consistencia, una línea de fuga creadora, un espacio liso de desplazamiento.”[11] ¶
(Publicado el 16 de noviembre de 2017)
Fuentes de consulta:
- Deleuze, Gilles y Felix Guattari. 2000. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-Textos.
- Deleuze, Gilles y Felix Guattari. 2005. ¿Qué es la filosofía?. Barcelona: Anagrama.
- Deleuze, Gilles. 1994. Lógica del sentido. Barcelona: Ed. Paidós
- Deleuze, Gilles. 2006. Diferencia y repetición. Buenos Aires: Ed. Amorrortu
- Rubra- 2012. Barómetro del arte y la tecnología. Fahrenheit, Febrero.
[1] Gilles Deleuze (1925 –1995). Filósofo francés de obra influyente en el arte y la literatura del último medio siglo, clasificado unas veces dentro del posmodernismo y otras en el estructuralismo. Fue profesor de filosofía de la Universidad de París.
[2] El Prix Ars Electronica es uno de los premios anuales más importantes del campo del arte interactivo, la animación por computadora y cultura digital. Es entregado desde 1987 por la asociación Ars Electronica en Linz, Austria.
[3] Rubra, “Barómetro del arte y la tecnología”, Fahrenheit, Febrero 2012, p. 54
[4] Deleuze, Gilles y Felix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, (Valencia: Pre-Textos, 2000), p. 361
[5] Ibídem, p. 361
[6] Ibídem, p.368
[7]Ibídem, p. 363
[8] Ibídem, p. 369
[9]Ibídem, p. 375
[10] Ibídem, p. 399
[11] Ibídem, p. 422