Ezequiel Tapia. Silenciosas horas de paciente labor

Agosto 2021

Ezequiel Tapia Bahena ha trabajado en su taller por más de 60 años, desde la mañana hasta la noche sus horas se han destinado a dar forma a piedras y metales. En su infancia, a los 11 años –para ser precisos–, se inició en el oficio de lapidario o tallador de piedra, oficio que aprendió de su padre, Ernesto Tapia, y que desarrollaron juntos por décadas. Durante esta etapa formativa, Ezequiel mostró una gran capacidad: dominó prematuramente el dibujo, la talla, el modelado y, junto con su padre y hermanos, desarrolló una técnica manual para la talla de piedras semipreciosas, como el jade, que posee una gran dureza y por ello representan un reto significativo para todo aquel que pretenda tallarlo sin herramienta mecánica.

En esos años de formación vivió en el poblado de San Juan Tenería, una comunidad de la montaña dentro del municipio de Taxco de Alarcón, desde donde viajaba, primero con su padre y luego solo, para visitar museos y tomar apuntes de las obras que estudiaba in situ, también visitaban a sus clientes y compraban los libros en los que Ezequiel conoció la historia del arte y a los artistas que influenciaron su trabajo.

En su juventud se mudó junto con su familia al centro de Taxco y ahí conoció el oficio de la platería. Muy pronto quiso incursionar en ella combinando sus conocimientos de talla en piedra con las técnicas del repujado en plata. Se asoció con algunos de los mejores plateros de la época, como Filiberto Gómez, con quien produjo sus primeras obras de plata y piedra, mismas que tuvieron un gran éxito comercial y merecieron los premios más relevantes que su gremio otorgaba en esa época.

Ezequiel fue el brazo derecho de su padre y cuando este enfermó, tomó las riendas del taller. Desde entonces ha desarrollado una abundante producción que abarca esculturas, objetos utilitarios y joyería. Su dominio técnico es sorprendente, ha logrado, junto con varias generaciones de plateros formados en su taller, crear una técnica que combina la talla directa, el moldeado, el repujado y otras técnicas tradicionales de platería. Ezequiel es metódico, inicia dibujando alguna idea que previamente nutrió de imágenes y algunas veces de textos, después hace una maqueta de yeso, que talla como si fuera un bloque de piedra; al terminarla estudia las partes que serán de piedra y las que serán de plata, hace los cortes necesarios y moldea. A partir de este momento una larga y compleja sucesión de técnicas de platería y lapidaria le sirven para hacer existir su idea.

Sus temas son recurrentes, símbolos que provienen del imaginario prehispánico mesoamericano: animales míticos como el jaguar, el águila y la serpiente; personajes arquetípicos como el guerrero, la doncella y la madre; deidades que representan las fuerzas de la naturaleza: Quetzalcóatl, Itzel o Kukulcán. El tratamiento formal proviene de sus dos grandes influencias, del arte prehispánico y de la interpretación que de él hizo la escuela mexicana de escultura.

En su libro, William Spratling and the Mexican Silver Renaissance, la investigadora y coleccionista de platería mexicana, Penny C. Morrill describe así el trabajo de Tapia:

“El entusiasmo que se muestra por el trabajo de Ezequiel Tapia se deriva tanto de su fenomenal técnica como de los temas que elige para representar. Su interpretación del México prehispánico es de cierta manera subjetiva matizada con un idealismo místico. Esta visión dota a sus piezas de cualidades heroicas en términos clásicos.”

Hoy Ezequiel Tapia continua la vida en su taller, a los 85 años, su trabajo artístico sigue siendo su eje y sentido. Las piedras y los metales, los animales y deidades míticas lo acompañan en las silenciosas horas en las que talla pacientemente su siguiente obra.

Por Carmen Tapia Martínez
Diseñadora de joyería

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