Entornos

Febrero de 2022

En retrospectiva, desde el inicio del confinamiento, el Taller de Investigación y Producción Gráfica Carlos Olachea ha implementado una serie de estrategias que le han permitido seguir vigente a pesar de que su eje primordial es la producción. Una de estas estrategias consistió en crear contenidos, generar conocimiento y reflexión en torno a la gráfica contemporánea, a través de asesorías, cursos, exposiciones y cápsulas a distancia, actividades que, además, han proyectado y dado a conocer al taller como nunca antes a través de la virtualidad. La creación de galerías virtuales por parte de la Facultad de Artes y Diseño y la inclusión dentro de ellas como taller han significado la opción idónea para continuar con el trabajo de difusión que el taller comúnmente realiza.cartel-ENTORNOS
La exposición de dibujo ENTORNOS surgió como idea en el mes de agosto del 2020, para ese entonces el confinamiento continuaba. Nos percatamos de que el dibujo puede suceder en cualquier parte, no necesita de un espacio específico para poder ejecutarse, no es una técnica que requiera una severidad tal, como a veces ocurre con el grabado y la estampa, el dibujo es versátil, asequible y es parte también de la gráfica, de ahí que decidimos reunir a artistas que han tenido una constancia en la producción del dibujo como obra y a veces también como herramienta en sus procesos creativos. Quisimos realizar una exposición donde los invitados pudiesen pensar y expresar su entorno habitado durante esta pandemia. El entorno entendido como una serie de factores que rodean al individuo, pero tomando en cuenta que cada artista puede interpretar el concepto de manera diferente e incluso resignificarlo, el resultado ha sido una versatilidad de soluciones y abordajes disímiles en esta técnica. Cabe destacar, que contamos también con un maravilloso texto de presentación del Dr. José Luis Vera, quien nos hace adentrarnos aún más en la reflexión del dibujo a través de sus palabras.
Participantes: Adrián Aja, Adrián Bastarrachea, Astrid Miranda, Daniela Sobrero, Darío Meléndez, Dulce Chacón, Eduardo Barrera, Eduardo Ortíz, Fernando Tames, Flor Minor, Gabriel Carrillo Icaza, Fanuvy Núñez, Julio Alba, Lia Viridiana Domínguez, Marco Velasco, Mariana Álvarez, Máries Mendiola, Marisol Cosmes, Natalia Pájaro, Patricia Soriano, Roberto García, Rodrigo Flores, Rubén Morales, Susana del Rosario, Tania de León, Víctor Navarro y su servidora Diana Morales.
Diana Morales Galicia
Coordinadora del Taller de Producción e Investigación Gráfica Carlos Olachea

Puedes visitar la exhibición virtual en: https://academiasancarlos.unam.mx/site/olachea/Pleca-FAD,-ASC,-240ASC

El entorno del dibujo

CapitularSi como menciona Pablo Fernández Christlieb, el alma es la “capita” que hay entre uno y el mundo, entonces ahí hay un contorno. Un contorno etéreo, invisible, que más que delimitar, une dos extremos tan distantes y tan necesarios entre sí.
Por otro lado, vemos que en una de las concepciones más amables de entorno –todo aquello que está fuera del contorno– nos volvemos a encontrar con el término, que, en este caso, establece los límites entre las cosas (sujetos, objetos) y su posición en el mundo, de lo que se deduce que el mundo mismo gira alrededor de las cosas, definiéndolas, estableciendo, por vecindad, el campo de acción de éstas. Por lo tanto, el contorno es ese puente que permite definir cosas, que permite también vislumbrar la perspectiva del sujeto con respecto a su accionar en el mundo.
El contorno es posible entenderlo entonces como una línea, como un desplazamiento puntual que establece familiaridades y distancias entre sujetos y objetos, y por lo tanto va a percibirse tanto en el espacio como en la materia, en particular en el cuerpo mismo, en forma de dibujo.
Es entonces esta línea fronteriza quien nos permitirá darle forma a nuestros afectos, animarlos, frente al mundo: la línea desencadena situaciones y formas, es una cuerda que hace de cada experiencia, imágenes.
Se trata entonces de la imagen dibujística, la cual es generada siempre con la intencionalidad de bordear el mundo y depositar ahí nuestros afectos, lo que sin embargo acarrea múltiples asuntos a resolver. Quizá el más problemático es el de la representación misma, lo que hace cuestionarnos el cómo atender esas afecciones con respecto al mundo, sin caer en el pastiche, alejándonos de la inmediatez, y volviendo cualitativa la relación de parecido con ese mundo que es, sin embargo, el principio icónico en que se funda cualquier imagen.
Quizá el problema tenga que ver con los recursos y convenciones utilizados para mostrar esos afectos, los cuales hemos institucionalizado como lenguaje dibujístico.
Para indagar sobre esta representación, habría que discutir la supuesta eficacia de los materiales y los procesos técnicos en la elaboración de contenidos unidireccionales, así como la pertinencia de la retórica de temas e iconografías como estrategia para solventar el shock ante todo lo que acontece a nuestro alrededor; o de plano, intentar desvincular al dibujo de cualquier indicio figurativo para enfatizar la difícil tensión entre la representación y la expresión, lo que implicaría adoptar la práctica del dibuja como una  postura ética.
De cualquier manera, es inevitable entonces dirigir la mirada –de manera profunda– a la naturaleza de los propios fenómenos y las circunstancias que motivan la propia generación de imágenes y considerarla como estrategia para echar andar nuestros afectos desde una óptica dibujística más coherente. Pensar a la actividad de dibujar en su potencial para crear mundos visibles, distintos de la realidad visual, y como un dispositivo para entender ese entorno contemporáneo difícil, complejo y maravilloso que nos ha tocado vivir, y del que queremos dejar una breve impronta.
El dibujo estaría fluyendo no como un lenguaje pertinente, claro y eficaz, sino como una fuerza motriz para reflexionar sobre el mundo que hemos creado, un dibujo que estaría redefiniéndose siempre y enunciando solo de manera provisional sus cualidades, sus pretendidas reglas y funciones, evidenciando que esas imágenes que vemos sobre papel, solo deberían entenderse como lo que son: garabatos efímeros, signos (a veces ilegibles) que no demuestran más que el afán de establecer preguntas, de generar dudas sobre todo lo que acontece, lo que evitaría estar insistiendo en el carácter estético, formalista, de esas imágenes.
Propongo atender así este conjunto de imágenes –donde se congregan, ante todo, diversas experiencias personales con el mundo– para escudriñarlos como espectadores, para discutir sus funciones, y participar entonces en ese carácter interrogativo que debería tener el dibujo.
Dr. José Luis Vera

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