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El exitoso artífice Pedro Ramírez Vázquez en los Juegos Olímpicos de México 68, su imagen e identidad

CUT PRV INAU

Por Erika Villa Mansur.–

Una ciudad que recibe Juegos Olímpicos nunca vuelve a ser la misma. Hay algo que se modifica en su ADN y abarca no solo a los habitantes de la ciudad anfitriona, sino a todo un país.
Pedro Ramírez Vázquez[1]

Designamos leyendas a sucesos fabulosos, relatos extraordinarios, condiciones fantásticas o logros deslumbrantes del pasado. Tal como las proezas realizadas y trascendentales en el desarrollo de los Juegos Olímpicos de México, así como la inclusión e intervención del talentoso arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y de los resultados obtenidos en la olimpiada. Además de brillantes aportes como el de la identidad visual y el gran Programa Cultural, que forman una parte importante de los objetivos cumplidos por el arquitecto para este magno evento realizado en 1968.

Después de varios intentos por obtener la sede olímpica para México (1956 y 1960), finalmente, 17 años más tarde de ser solicitados por primera vez, se consiguió el cometido durante la presidencia de la República del Lic. Adolfo López Mateos[2] (1958-1964), que en la reunión del Comité Olímpico Internacional (COI) en octubre de 1963, celebrada en Baden-Baden[3], triunfó nuestra ciudad durante la primera ronda de votaciones con 30 votos a favor, por 14 de Detroit, 12 de Lyon y dos de Buenos Aires, sin olvidar que los 28 miembros del Comité Olímpico Internacional no optaron por la capital mexicana, probablemente por considerarnos un país subdesarrollado, casi tercermundista, sin capacidad ni infraestructura para llevar a cabo un evento de esta magnitud, argumentando algunos, un gran riesgo para la salud de atletas y participantes debido a la altitud de la Ciudad de México, condición que se solventó con estudios clínicos minuciosos practicados en 1967 en deportistas voluntarios, participantes en varias disciplinas y de diversas nacionalidades, investigaciones que arrojaron resultados favorables y convincentes respecto a la seguridad física y sobre circunstancias  respectivas alrededor de este tema.

En julio de 1963, el jefe del Departamento del Distrito Federal, Ernesto P. Uruchurtu[4] estableció el Comité de Invitación, donde el Comité Olímpico Mexicano solicitó llevar a cabo esta enorme responsabilidad[5] de planificación y desarrollo respecto a este trascendental compromiso.

Al terminar su gestión de presidente de la República, a finales de 1964 y cediendo el cargo al Lic. Gustavo Díaz Ordaz[6], López Mateos tomó la presidencia del Comité Olímpico Organizador (COO) a mediados de 1965, con el apoyo y la asesoría del denominado Gigante del Olimpismo[7] el general José de Jesús Clark Flores[8], vicepresidente ejecutivo de este Comité. Durante este periodo se hicieron algunas transformaciones en instalaciones existentes de la ciudad y el principio de aportaciones gráficas; los Boletines Oficiales 1, 2 y 3, la primera y segunda series de timbres postales y el primer emblema oficial hecho por el maestro Alejandro Alvarado y Carreño[9], registrado ante el Comité Olímpico Internacional, todos estos materiales con motivos prehispánicos.

El Gral. José de Jesús Clark Flores y el Arq. Pedro Ramírez Vázquez. Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®
El Gral. José de Jesús Clark Flores y el Arq. Pedro Ramírez Vázquez.
Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®

Más adelante, López Mateos pasó por un periodo triste y penoso de gran deterioro debido a una grave enfermedad sobre una serie de aneurismas y fuertes problemas de salud, condición que lo orilló a pedir licencia a su cargo ante el Comité Organizador en julio de 1966[10]. Ante esta situación, Gustavo Díaz Ordaz nombró al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez[11] como nuevo Presidente del COO, circunstancia que vista desde la perspectiva del presente resulta muy injusta para el general Clark, pero comprensible, ya que el Presidente Díaz Ordaz requería de una persona ajena al COI y a las Federaciones Deportivas Internacionales para poder trabajar de forma independiente, pero por otro lado, también fue un gran acierto desde el punto de vista de la historia olímpica y gráfica de México, gracias a los resultados sobre los altos estándares de calidad y perfección manejados, notables en todos los ámbitos, con los cuales el arquitecto mexicano logró desempeñar su tarea. Para ese entonces Ramírez Vázquez ya trabajaba en el Comité Organizador como Vicepresidente de Construcciones contando ya con un renombre internacional muy bien ganado.

Pedro Ramírez Vázquez nació el 16 de abril de 1919 en México, estudio la carrera de arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México. Durante su vida desarrolló magníficas aptitudes en diversas áreas, pues además de su gran destreza en la arquitectura, también se desenvolvió como urbanista, diseñador industrial, gráfico, de mobiliario, realizó arte objeto en cristal, fue escritor, editor, maestro, rector y funcionario público, entre muchas otras actividades trascendentes en su vida.

En el urbanismo llevó a cabo infinidad de desarrollos significativos para diferentes Estados de la República, planos reguladores, coordinación de estudios, remodelaciones, restauraciones y en 1968 con Mathias Goeritz[12], el proyecto a escala urbana de la Ruta de la Amistad[13], con planificaciones y progresos sumamente sustanciales, posteriores a los Juegos Olímpicos, tanto nacionales como internacionales; de coordinación, remodelación, restauración, planes de desarrollo, señalización de caminos y parques, creación y solución de diversas condiciones y problemáticas urbanas. Tuvo una fuerte intervención en la creación de escuelas; jardines de niños, primarias, secundarias, normales superiores, universidades, etc., edificios públicos, mercados, obras de unidades habitacionales (El Rosario[14]), planteles educativos de la UAM[15] (Azcapotzalco, Iztapalapa, Xochimilco y años después Cuajimalpa y Lerma), casa de estudios de la que además fue fundador y primer rector.

Construyó embajadas, centros culturales, de convenciones, de exposiciones y muchísimas obras más de orden nacional e internacional, realizó varios pabellones de México para exposiciones en diversos países, así como museos, monumentos, la casa presidencial de Costa Rica, centros universitarios, la Capilla de la Virgen de Guadalupe dentro de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el edificio sede del Comité Olímpico Internacional, el Museo del COI en Lausana-Suiza y el Pabellón del COI en la Exposición Universal de Sevilla-España, todas estas obras sumamente reconocidas a nivel mundial.

Entre algunas de sus construcciones más importantes destacan el Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México (1963-1964), diseñado en colaboración con Rafael Mijares y Jorge Campuzano[16], la Galería y el Museo de Arte Moderno (en colaboración con Rafael Mijares Alcérreca[17]), la coordinación de las Instalaciones de los Juegos Olímpicos de 1968 en México, la Basílica de Guadalupe (1974-1976), y el Estadio Azteca (en colaboración con Rafael Mijares).

El Arq. Pedro Ramírez Vázquez y el Arq. Rafael Mijares Alcérreca. Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®
El Arq. Pedro Ramírez Vázquez y el Arq. Rafael Mijares Alcérreca.
Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®

En todos sus desarrollos, Pedro Ramírez Vázquez demostró tener una gran capacidad de organización y coordinación de equipos de trabajo, así como una insuperable habilidad para manejar la presión, el estrés y las crisis. Es por ello por lo que considero que, por una parte, el impresionante currículum que tenía aun siendo muy joven, su maravillosa trayectoria, las características personales de carácter, toma de decisiones y recio temple, entre muchos otros atributos, dieron pie a Díaz Ordaz para elegirlo sucesor de Adolfo López Mateos en la presidencia del COO, quien indicó a Ramírez Vázquez la necesidad de dar una imagen moderna del país, para mostrar la capacidad de organización de un evento de esta magnitud, siendo esta la razón para llevar a cabo el Programa de Identidad en sus oficinas personales.

Y específicamente, para el tema de la imagen gráfica, la identidad visual y el diseño, se había realizado poco, contemplo que con este material no se alcanzaba a estructurar una identidad visual, ni una imagen gráfica suficiente para un evento de esta envergadura, faltaba estructura formal y funcional. Así que, una vez que Ramírez Vázquez tomó el cargo, siendo arquitecto humanista con una mentalidad nacionalista, creativa y una sensibilidad estética muy desarrollada, sumado a su gran capacidad de organización y ejecución para llevar a cabo proyectos, empezó a idear lo que se debía hacer para enfrentar el gran compromiso adquirido, por lo que comenzó a configurar equipos de trabajo para cada área.

Debo enfatizar que el nombramiento de Pedro Ramírez Vázquez como presidente del COO tuvo lugar a escasos 27 meses de la fecha estipulada para la celebración de los Juegos en México, así que entre sus primeras acciones al frente del Comité, estuvo el de dotar al evento de una nueva identidad visual y realizar las múltiples aplicaciones gráficas requeridas para ejecutar, desarrollar preparativos, presentar y difundir el monumental acontecimiento (minuta de octubre de 1966)[18].

En primera instancia incorporó a un equipo de trabajo encabezado por el arquitecto Manuel Villazón Vázquez[19], junto a unos colegas profesores y un grupo de egresados de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad Iberoamericana[20] como iniciales colaboradores del Departamento de Diseño y Exposiciones, quienes desarrollaron una serie de carteles deportivos, de promoción, materiales gráficos con motivos del arte popular mexicano, además de resolver muchas otras encomiendas gráficas y de diseño, como los requerimientos de operación técnica, organizacional, logística, etcétera.

El arquitecto Ramírez Vázquez, entre muchos otros proyectos que mencioné con anterioridad, había estado a cargo de la edificación del Museo de Antropología de la Ciudad de México unos pocos años antes, inaugurado en septiembre de 1964, sólo un mes antes de que Adolfo López Mateos dejara el cargo de Presidente de la República.[21] Pedro Ramírez Vázquez organizó el museo con 23 salas y de manera sorprendente logró construirlo en solamente 19 meses, seis de los cuales fueron de construcción y 13 para equipamiento de áreas exteriores e instalación de las colecciones[22]. Para lograr esta extraordinaria obra arquitectónica en ese tiempo, Ramírez Vázquez conformó equipos de trabajo que se ocuparon simultáneamente de distintas salas, y es aquí en donde hago referencia a una de las muchas y grandes capacidades que tenía el arquitecto para elegir colaboradores, formando grupos de trabajo muy eficientes, lo que supone una gran habilidad social y estratégica laboral, además de lo que se cataloga como “tener buen ojo”.

Habían pasado casi tres años a partir del otorgamiento de la sede Olímpica a la Ciudad de México y además de las constantes críticas sobre las condiciones geográficas (particularmente la altitud), las económicas e incluso las sociales, no había evidencias de avances, ni en edificación de instalaciones ni en aspectos de organización logística, y principalmente en un carácter que había quedado totalmente olvidado: la publicitación de los Juegos y del país que debía realizarlos. Había que contrarrestar la idea de que los mexicanos eran el pueblo del clásico “mañana”, no por la visión del futuro, sino por el estereotipo de laxos y procrastinadores.

Independientemente de la necesidad interna de proyectarse como un país moderno, capaz y solvente, a pesar de sus evidentes rezagos en casi todas las áreas en comparación con los países del primer mundo, para el COO era urgente dar difusión y promoción a los Juegos para acabar con las dudas, la incertidumbre y las interminables críticas de haber otorgado la sede a un pueblo que no daba muestras de avanzar.

La solución mágica se dio con el nombramiento de Pedro Ramírez Vázquez al frente del Comité Olímpico Organizador, quien aprovechó la oportunidad de planear nuevas propuestas y de, entre muchos otros pendientes, atender el reclamo del presidente del COI, Avery Brundage[23], quien, a una semana de darse a conocer el nombramiento del arquitecto y enfatizando la urgencia del problema con la imagen de México y sus Juegos Olímpicos, externó su preocupación subrayando repetidamente “la necesidad de una publicidad constructiva”:

Desafortunadamente, debido al hecho de que aún no se han resuelto todos los problemas y […] ha habido una considerable publicidad desfavorable. Es perjudicial tanto para México como para el Movimiento Olímpico. Los periodistas, como saben, siempre están buscando sensaciones y algo para criticar negativamente. La mejor respuesta es una acción constructiva por parte del Comité Organizador[24].

En las cartas de seguimiento, Brundage llegó a ser muy tajante: “México puede perder todos los beneficios intangibles que se obtienen al organizar los Juegos Olímpicos si la publicidad no es favorable”[25]. Y ante los fuertes rumores de la posibilidad de perder la sede, y recién ingresado al cargo de presidente del COO, Ramírez Vázquez anunció en términos firmes en una conferencia, que nuestro país organizaría los Juegos, por lo que de manera inmediata se puso a trabajar para solventar todos los pendientes.

Entre ellos estaba la falta de una imagen que expusiera una idea clara de la identidad que como país se requería presentar ante el mundo. El arquitecto, sin hacer del conocimiento público la verdadera intensidad de la presión que estaba recibiendo, años después relataba su idea para contrarrestarla: “Estaba preocupado por el rechazo internacional. Entonces, en 1966, mi intención principal era encontrar una imagen para México. Tuve que darle una imagen que inmediatamente provocaría sorpresa, una imagen que fuera efectiva. Vamos a necesitar muy buena publicidad, pensé”[26].

El Arq. Pedro Ramírez Vázquez con la ilustración alusiva a los Juegos Olímpicos de Abel Quezada. Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®
El Arq. Pedro Ramírez Vázquez con la ilustración alusiva a los Juegos Olímpicos de Abel Quezada.
Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®

Para este fin, el arquitecto Ramírez Vázquez decidió agregar al organigrama del COO un área que se abocara específicamente a atender esos asuntos y creó el Programa de Información, el cual “se dividió en dos fases; la primera, el Programa de Identidad Olímpica, que consistió esencialmente en la creación de una imagen de los Juegos en México y en la proyección mundial de esta; la segunda fase abarcó la cobertura mediática y directa de los eventos de la XIX Olimpiada”[27]. El Programa de Información era un recurso organizacional, que de facto fue dirigido por el arquitecto Ramírez Vázquez como presidente del Comité Organizador.

Un programa comunicacional que refleje identidad requiere imaginación, inventiva, talento y destreza para crear emoción y sorpresa en la gente, dando una personalidad particular que identifique al proyecto con un estilo único, estableciendo unidad entre los elementos, proporcionando congruencia visual dentro de una imagen que muestre la importancia y la intención del suceso. Y, a esas alturas de la planeación olímpica, la identidad para los Juegos de la XIX Olimpiada ya había pasado por varios procesos, desde cinco años antes de la realización del evento, hasta los poco más de dos años que tenía el arquitecto Ramírez Vázquez para organizarlo y desarrollarlo en su totalidad. Una de las partes medulares era la manera en que el mundo percibía a México, ya que los elementos difundidos con anterioridad estaban basados en figuras prehispánicas y componentes del arte indigenista, incluyendo las artesanías, el arte popular y el sombrero charro.

La visión de Ramírez Vázquez era mucho más ambiciosa que lo presentado hasta entonces, tenía un objetivo muy claro: quería que el mundo tuviera una perspectiva de un México con tradición, pero a la vez vanguardista y cosmopolita, para transmitir una imagen con nueva personalidad y así dotar de un estilo contemporáneo propio a los Juegos Olímpicos de México 1968. Para eso debían crear una Identidad moderna e internacional que rompiera con los estereotipos mexicanos y nacionalistas manejados hasta entonces, de este modo, el Programa de Identidad Olímpica, además de “amplificar el estilo distintivo que México deseaba dar a los Juegos que se celebrarían aquí” debía “estimular de manera adicional el interés general”[28] que había de por sí.

El arquitecto Ramírez Vázquez confió el cargo como Director Artístico de este programa a Eduardo Terrazas[29], de quien había sido maestro en la Universidad Nacional Autónoma de México y que, unos pocos años antes, había comisionado como arquitecto residente en la edificación del Pabellón de México en la Feria Mundial en Nueva York, ciudad en la que Terrazas se relacionó con muchas personas interesantes del medio, en la “Gran Manzana”, conoció a Beatrice Trueblood[30], que trabajaba en la editorial Viking Press[31] y a quien presentó posteriormente con el arquitecto Ramírez Vázquez, mismo que la invitó a colaborar con el libro del Museo de Antropología, dando excelentes resultados, lo que propició incluirla más adelante en el proyecto olímpico involucrando también a Terrazas en el Programa de Identidad, de acuerdo a lo mencionado en el informe oficial “México 68”:

Para integrar los diferentes aspectos de diseño y comunicación relacionados con México y la XIX Olimpiada […] el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez creó los Departamentos de Publicaciones y de Diseño Urbano que, formando un solo equipo, trabajaron juntos […] La coordinación general de este programa [de Identidad…] y diseño urbano estuvieron a cargo del arquitecto Eduardo Terrazas y la dirección de las publicaciones [sic. por el Departamento de Publicaciones] fue hecha por Beatrice Trueblood.[32]

Dentro de las encomiendas estaba: por una parte, reforzar las tareas de diseño, y, por otra y más importante, concertar un grupo de personas especializadas para las nuevas labores contempladas en términos de información y publicaciones, además del ornato. Se desarrollaron dispositivos para el señalamiento vial e indicadores, planeados para quedarse posteriores al evento de manera permanente en la ciudad.

El equipamiento de la Villa Olímpica con la intervención de espacios públicos en pequeñas plazas, manteniendo una congruencia general en la imagen, con una identidad para el programa en general; la decoración de los escenarios, la planeación de casetas de información, los señalamientos y materiales atencionales, indicadores, adecuación interna y adaptación externa de las sedes deportivas como un sinfín de materiales impresos de todas las áreas e ideas innovadoras; tarjetas ensamblables, mapas plegadizos, enormes y llamativos globos, los Judas[33] caracterizados con las disciplinas correspondientes (gimnasia, levantamiento de pesas, atletismo…), además de una gran propuesta publicitaria, como muchas otras aportaciones informativas y ornamentales para el evento.

Aspecto de la Villa Olímpica. Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®
Aspecto de la Villa Olímpica.
Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®

En entrevistas realizadas tanto a Eduardo Terrazas como a Beatrice Trueblood coincidieron en qué; en una de las reuniones de trabajo, se generó una lluvia de ideas para la nueva imagen que se quería dar a los Juegos de México, la cual debía trascender lo hecho hasta ese momento, que no terminaba de satisfacerlos, por lo que el requerimiento era determinar una concepción de vanguardia, pero conservando la ya posicionada tradición. Representar un México cosmopolita que conviviera sin contradicciones con sus herencias culturales. Junta en la que participaron Ramírez Vázquez y su equipo, y en la que lograron establecer el concepto rector de la identidad gráfica que debía contener en el mismo elemento los componentes informativos a transmitir.

Terrazas apuntó en nuestra entrevista que, con esta premisa, común por cierto en todo tipo de identidad corporativa, se trazó un primer esquema del número 68 con una sola línea, al que Ramírez Vázquez recomendó ponerle otras “líneas para hacerlo ver más fuerte”[34], siendo esta la base de la propuesta que en un futuro se convertiría en la del logotipo de México 68 que todos conocemos. Proporcionando el punto de partida de lo que finalmente sería la construcción de la idea final, en donde la meta del Programa de identidad consistió en dar a conocer el país como era y que, debido a las limitaciones de presupuesto y tiempo, no se pensó en adaptar la capital mexicana a los Juegos, sino al revés, el evento se acoplaría a la infraestructura de la ciudad, buscando dar la imagen de un país con una riqueza histórica, pero moderna, pretendiendo hacer una síntesis de tradición y progreso.

Considero que la brillante estrategia y visión de Pedro Ramírez Vázquez, con la participación de su equipo cercano, dio pie al éxito y a una enmarcada colaboración de trabajo en equipo, junto con la intervención de las más de 200 personas que trabajaron sólo en el Departamento de Publicaciones (según Trueblood), mismas que realizaron múltiples aportaciones.

Otra cosa en la que estoy totalmente cierta es que, tanto la habilidad como la genialidad del arquitecto Ramírez Vázquez, más el acierto de elegir y establecer equipos de trabajo eficientes, así como su destreza para resolver problemas, manejar conflictos y, su inquietud y pericia en diversas áreas; arquitectura, diseño industrial, de mobiliario, gráfico, artes, artesanías, además de su gran sensibilidad estética, fueron de enorme relevancia e impulso para obtener tan impactantes resultados para la XIX Olimpiada.

Su visión futurista y prospectiva hicieron posible el desarrollo de una imagen y una identidad sin precedentes para uno de los eventos más importantes que se han llevado a cabo en la Ciudad de México, así como el logro de unos Juegos Olímpicos que trascendieron en la historia del arte, de la cultura y del diseño gráfico en nuestro país y en el mundo, quedando incluso plasmados en los libros de historia del diseño gráfico internacional. 

[Publicado el 5 de mayo de 2022]
[.925 Artes y Diseño, Año 9, edición 34]

El Arq. Pedro Ramírez Vázquez durante su intervención en la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos México 1968. Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®
El Arq. Pedro Ramírez Vázquez durante su intervención en la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos México 1968.
Fotografía Archivo Arq. Javier Ramírez Campuzano ®

Referencias

  • Ramírez Vázquez, P. (2008). Museo Nacional de Antropología. Gestación, Proyecto y Construcción. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México.
  • Rower, A. S. C.; Esparza Chong Cuy, J.; García Ponce, J.; Revueltas, J. (2015). “Calder: Derechos de la danza”. Fundación Jumex Arte Contemporáneo, México y RM. México.
  • Zolov, E. (2005). The Harmonizing Nation. In: Bass, A. (eds) In the Game. Palgrave Macmillan, New York.
  • Merino, A. (18 de abril de 2015). “Clark Flores, el gigante del olimpismo mexicano,” La Crónica. https://www.cronica.com.mx/notas/2015/894234.html
  • Mora, A. (16 de julio de 1965). “Temporal retiro de López Mateos debido su salud”. Diario Novedades.
  • Reyes, P. (25 de abril, 2013). “En palabras de Pedro Ramírez Vázquez (1919 – 2013)”. Reporte Índigo. https://www.reporteindigo.com/piensa/en-palabras-de-pedro-ramirez-vazquez-1919-2013/
  • Sarhandi, D.; Terrazas, E. (verano de 2005). “This is 1968… This is Mexico”. Eye magazine. https://www.eyemagazine.com/feature/article/this-is-1968-this-is-mexico
  • La redacción. (12 de agosto de 2010). “El Museo Nacional de Antropología, monumento artístico”. Revista Proceso. https://www.proceso.com.mx/nacional/2010/8/12/el-museo-nacional-de-antropologia-monumento-artistico-4609.html

[1] Reyes, P. (25 de abril, 2013). En palabras de Pedro Ramírez Vázquez (1919–2013). Reporte Índigo
[2] Adolfo López Mateos (Atizapán de Zaragoza, 1909 – Ciudad de México, 1969). Abogado y político mexicano, quien posteriormente fue electo presidente de la República.
[3] Baden-Baden es una ciudad de Alemania perteneciente al estado federado de Baden-Wurtemberg
[4] Ernesto Uruchurtu Peralta (Hermosillo, 1906 – Ciudad de México, 1997). Conocido como Ernesto P. Uruchurtu, político mexicano, regente del Departamento del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) entre 1952 y 1966.
[5] Entrevista de la autora con Arq. Javier Ramírez Campuzano, 29 de marzo de 2022.
[6] Gustavo Díaz Ordaz Bolaños (San Andrés Chalchicomula, hoy Ciudad Serdán, 1911 – Ciudad de México, 1979). Abogado y político mexicano, quien posteriormente fue electo presidente de la República.
[7] Merino, A. (18 de abril de 2015). “Clark Flores, el gigante del olimpismo mexicano,” La Crónica.
[8] José de Jesús Clark Flores (Durango, 1908 – Ciudad de México, 1971). Militar y político mexicano.
[9] Alejandro Alvarado y Carreño (Ciudad México 1932 – 2019). Grabador y docente mexicano.
[10] Mora, A. (16 de julio de 1965). “Temporal retiro de López Mateos debido su salud”. Diario Novedades.
[11] Pedro Ramírez Vázquez (Ciudad de México, 1919 – 2013). Arquitecto, urbanista, diseñador, escritor, editor y funcionario público mexicano.
[12] Werner Mathias Goeritz Brunner (Danzig, 1915 – Ciudad de México; 1990). Escultor, poeta, historiador del arte, arquitecto y pintor mexicano de origen alemán.
[13] La Ruta de la Amistad surgió con la idea de la Olimpiada Cultural, en la que además de esculturas, se incluyó la danza, pintura, poesía, entre otras actividades. La Ruta de la Amistad se ubicó en parte de la Avenida Periférico Sur de la Ciudad de México, contó con 17 kilómetros de extensión y 19 esculturas realizadas por artistas de Australia, Austria, Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Hungría, Israel, Italia, Japón, México, Marruecos, Países Bajos, Polonia, España, Suiza, Estados Unidos y Uruguay. La Ruta es una muestra escultórica a la intemperie, quizás, las más grande del mundo. Todas las esculturas construidas en 1968 subsisten.
[14] La Unidad Habitacional El Rosario es un gran conglomerado de unidades habitacionales compuestas por condominios de interés social ubicada en la alcaldía de Azcapotzalco, CDMX y el municipio de Tlalnepantla del Estado de México. Su extensión es de 350 hectáreas, la unidad habitacional más grande de México.
[15] https://www.uam.mx/
[16] Jorge Campuzano Fernández (Ciudad de México, 1931 – 2018). Arquitecto mexicano.
[17] Rafael Mijares Alcérreca (Ciudad de México, 1924 – 2015). Arquitecto y pintor mexicano.
[18] Rower, A. S. C.; Esparza Chong Cuy, J.; García Ponce, J.; Revueltas, J. (2015). “Calder: Derechos de la danza”. Fundación Jumex Arte Contemporáneo, México y RM. México. p. 317.
[19] Manuel Villazón Vázquez (Ciudad de México, 1932 – 2013). Arquitecto y diseñador mexicano.
[20] https://ibero.mx/
[21] La redacción. (12 de agosto de 2010). “El Museo Nacional de Antropología, monumento artístico”. Revista Proceso.
[22] Ramírez Vázquez, P. (2008). Museo Nacional de Antropología. Gestación, Proyecto y Construcción. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México. p. 144.
[23] Avery Brundage (Detroit, 1887 – Garmisch-Partenkirchen, 1975). Atleta y dirigente deportivo estadounidense. Fue presidente del Comité Olímpico Internacional entre 1952 y 1972.
[24] Zolov, E. (2005). The Harmonizing Nation. In: Bass, A. (eds) In the Game. Palgrave Macmillan, New York. p. 197.
[25] Ibíd. 198.
[26] Sarhandi, D.; Terrazas, E. (verano de 2005). “This is 1968… This is Mexico”. Eye magazine.
[27] Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada, México 68 (Informe), vol. 1, editado por Beatrice Trueblood, 297.
[28] Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada, México 68 (Informe), vol. 1, 297.
[29] Eduardo Terrazas de la Peña (Guadalajara, 1936). Arquitecto, urbanista, diseñador y pintor mexicano.
[30] Beatrice Trueblod (Riga, 1938). Editora norteamericana de origen letón.
[31] Viking Press es una editorial estadounidense actualmente parte de Penguin Books. Fundada en Nueva York en 1931 por Harold K. Guinzburg y George S. Oppenheim.
[32] Beatrice Trueblood, ed., México 68, vol. 1 (México: Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada, 1969), 273.
[33] https://www.mexicodesconocido.com.mx/quema-de-judas-arte-color-y-tradicion-en-semana-santa.html
[34] Ibíd.

La influencia de las artes populares en busca de una imagen para los Juegos Olímpicos de México 1968

CUT influencia Fig 1

Por Erika Villa Mansur.–

El diseño es una oportunidad para continuar contando una historia, no solo para resumirla
Tate Linden

En un artículo anterior aquí publicado, mencioné que para su estudio, era conveniente dividir el desarrollo de la identidad gráfica de los Juegos Olímpicos de México 1968 en tres etapas y en esa oportunidad me di a la tarea de resumir la primera de ellas, en la cual lo destacable es cómo nuestro querido maestro Alejandro Alvarado y Carreño (1932-2019), hijo del famoso artista gráfico Carlos Alvarado Lang, fue comisionado para diseñar el primer emblema, mismo que fue registrado ante el Comité Olímpico Internacional (COI) como la imagen oficial, lo cual persiste por supuesto a la fecha, ya que eso no se puede cambiar en ningún momento.

La segunda etapa que proponemos para articular el análisis comienza cuando el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez fue nombrado presidente del Comité Olímpico Organizador (COO), contando con escasos 27 meses para la celebración del importante evento y aún con muchos pendientes por concretar para el correcto funcionamiento de todos los componentes involucrados, por no hablar de las instalaciones deportivas.

Dentro de esos pendientes, uno de los que más le importaban era la actualización de aquella primera imagen oficial, con la finalidad de contar con otra más adecuada para difundir y promocionar el evento, alejándose un poco del discurso basado en temas prehispánicos y que se acercara hacia nuestras tradiciones populares, pero bajo una mirada de modernidad y vanguardia.

De este modo, el arquitecto Ramírez Vázquez se dio a la tarea de localizar colaboradores que se encargaran del rediseño de la identidad gráfica olímpica mexicana, encontrando a una persona que seguramente consideró ideal para conformar y encabezar un nuevo equipo de trabajo para elaborar una renovada imagen. Hablamos del también arquitecto Manuel Villazón Vázquez, quien refería una trayectoria muy interesante en su formación, ya que contaba con una licenciatura en la carrera de Ciencias de la Arquitectura en la Bachelor of Science in Architecture de la Universidad de Notre Dame du Lac en Indiana E.U.A., habiendo sido estudiante distinguido, al grado de que posteriormente ocuparía el cargo de presidente de la asociación de exalumnos.

A finales de 1964, Villazón concluyó un diplomado en Diseño Industrial en la Hochschule für Gestaltung en Ulm, de Alemania, escuela de Diseño afamada internacionalmente por emplear conceptos vanguardistas de diseño apoyados en lo que entonces eran disciplinas de muy reciente creación, tales como la Comunicación Visual, la Semiótica y la Estética vinculada a la tecnología industrial[1]. Allí, Villazón pudo aprender de profesores de muy alto nivel, entre ellos los propios fundadores, personas tan reconocidas en el medio del Diseño como Inge Aicher-Scholl, Otl Aicher y Max Bill, quien a su vez era ex alumno de la Bauhaus.

Luego de estudiar en Ulm, Villazón trajo los programas de estudio a México para fundar y abrir en 1959 la primera carrera en México de Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana (UIA), fungiendo como su director de 1960 a 1968. Pero, además, su formación incluía la acreditación de un diplomado de Diseño Gráfico en el Royal College of Art de Londres, Inglaterra, institución de gran tradición en la enseñanza del Diseño, por lo que, conociendo los principios teórico-prácticos y la estructura académica del Diseño Gráfico, en 1968 fundó de igual manera en la UIA, la primera Escuela de Diseño Gráfico en nuestro país.[2]

Fig. 1. Manuel Villazón mostrando trabajos de sus alumnos de la UIA a Pedro Ramírez Vázquez.
Fig. 1. Manuel Villazón mostrando trabajos de sus alumnos de la UIA a Pedro Ramírez Vázquez.

Seguramente esos antecedentes, así como el hecho de ser un gran dibujante y artista plástico fueron los que condujeron a Pedro Ramírez Vázquez a invitar a Villazón a conformar un equipo de trabajo para realizar los múltiples encargos de Diseño que había para organizar los Juegos Olímpicos (Véase Fig. 1), comenzando con el relanzamiento de la identidad gráfica, por el que éste último se rodeó a su vez de un grupo de profesores y alumnos pertenecientes a la entonces muy nueva carrera de Diseño Industrial de la UIA.

Acompañado de su mano derecha del también arquitecto y profesor de la UIA Jesús Vírchez, Manuel Villazón se dio a la tarea de desarrollar de manera urgente unos primeros materiales para la promoción de los Juegos, así como otros requerimientos gráficos para las olimpiadas mexicanas.

Este nuevo equipo de Diseño enfocó su búsqueda en motivos de la tradición mexicana que pudiera ser interpretada con la óptica de la modernidad, por lo que tomó un camino que se alejaba de algún modo de la vertiente prehispánica que dominaba la primera imagen, encaminándose hacia las expresiones de las artes populares con un toque atractivo, intenso colorido y mirada pintoresca, buscando plasmar elementos gráficos mixtos tanto de técnicas como de estilos.[3]

Primero se hicieron adecuaciones al emblema oficial incluyéndose el número romano XIX en fondo del emblema y agregando colores vivos y contrastantes (Véase Fig. 2). De las interacciones formales con esos numerales se hicieron una serie de carteles de corte geométrico donde destacan las figuras de rombos (Véase Fig. 3).

Fig. 2. Adecuaciones al emblema oficial, realizadas por Manuel Villazón y su equipo de Diseño.
Fig. 2. Adecuaciones al emblema oficial, realizadas por Manuel Villazón y su equipo de Diseño.
Fig. 3. Cartel: Rombos, Diseño: Jesús Vírchez, Ejecución: Luis Beristaín.
Fig. 3. Cartel: Rombos, Diseño: Jesús Vírchez, Ejecución: Luis Beristaín.
Fig. 4. Portada del Boletín Oficial No. 4, Diseñado por el equipo de Manuel Villazón, publicado por el COO México 68.
Fig. 4. Portada del Boletín Oficial No. 4, Diseñado por el equipo de Manuel Villazón, publicado por el COO México 68.
Fig. 5. Adaptación del nuevo equipo de Diseño al emblema de identidad gráfica olímpica, para el Boletín oficial número 4.
Fig. 5. Adaptación del nuevo equipo de Diseño al emblema de identidad gráfica olímpica, para el Boletín oficial número 4.

También en esta segunda etapa se rediseñó el Boletín Oficial del COO (Véase Fig. 4), cuyo número 4 muestra una nueva adaptación del emblema olímpico mexicano, el cual quedó incrustado en la parte inferior derecha de la portada y que mostramos en la Figura 5. La propuesta no fue retomada y para el número 5 del boletín se prefirió otro diseño que fue planteado por otro equipo de trabajo en lo que hemos denominado la tercera etapa.

Por otra parte, y como elementos muy importantes en la identidad gráfica olímpica, se desarrolló el sistema de pictogramas para identificar las disciplinas deportivas, el cual fue un diseño hecho por Jesús Vírchez[4] (Véase Fig. 6) y que igualmente sería ajustado con algunas adecuaciones en la última etapa de Diseño. El mismo “Chuy” Vírchez realizó el diseño de un cartel llamado “México-México” (Véase Fig. 7), como parte de los carteles de promoción, el cual estaba compuesto por repetición modular del nombre de nuestro país (en donde, como vemos, se utilizó la letra O para representar el símbolo de los aros olímpicos rompiendo con la normatividad de uso y aplicación del COI respecto a esta insignia), con tipografía Baskerville, que había sido la elegida por el equipo de trabajo de Manuel Villazón.

Fig. 6. Pictogramas diseñados por Jesús Vírchez para identificar los eventos deportivos.
Fig. 6. Pictogramas diseñados por Jesús Vírchez para identificar los eventos deportivos.
Fig. 7. Cartel: México-México. Diseño y Ejecución: Jesús Vírchez.
Fig. 7. Cartel: México-México. Diseño y Ejecución: Jesús Vírchez.

Un poco más adelante, se fueron tomando como motivos temáticos diversos elementos del arte popular que nos identifican como mexicanos, así como un importante uso del color, elemento que definitivamente se debía explotar para promover al país en otras latitudes. La fórmula fue aplicada en carteles en donde figura un sarape típico (Véase Fig. 8), palomas de barro de Tonalá (Véase Fig. 9), juegos pirotécnicos (Véase Fig. 10), piñatas tradicionales (Véase Fig. 11) o alegres flores (Véase Fig. 12), con una representación particular definida por el estilo de cada una de los autores que participaron en la elaboración de esta serie de posters que en realidad promocionaban más los aspectos populares del país que a la realización de unos Juegos Olímpicos.[5]

En muchos casos, los motivos creados originalmente para los posters realizados por el equipo de Villazón se reutilizaron y adaptaron posteriormente con las nuevas características del diseño planteadas en la tercera y definitiva etapa de desarrollo del Diseño para la olimpiada mexicana, la cual se caracteriza como dijimos, por el logotipo México 68 con base a la tipografía trilineal. Un ejemplo de esto lo vemos en las dos versiones del cartel llamado “Flores” (Véase Fig. 13), que se llevó a muchos tipos de artículos promocionales como la mascada con la que ejemplificamos este punto (Véase Fig. 14), aunque es importante señalar que lo mismo sucedió con casi todos los temas de la serie.

Fig. 8. Diseño: Manuel Villazón. Ejecución: Chantal Durand.
Fig. 8. Diseño: Manuel Villazón. Ejecución: Chantal Durand.
Fig. 9. Diseño: Manuel Villazón. Ejecución: Manuel Buerba.
Fig. 9. Diseño: Manuel Villazón. Ejecución: Manuel Buerba.
Fig. 10. Diseño y ejecución: Manuel Villazón.
Fig. 10. Diseño y ejecución: Manuel Villazón.
Fig. 11. Diseño y ejecución: Manuel Villazón.
Fig. 11. Diseño y ejecución: Manuel Villazón.
Fig. 12. Cartel: Flores, Diseño de Cartel: Manuel Villazón, Ejecución: Dolores Sierra Campuzano.
Fig. 12. Cartel: Flores, Diseño de Cartel: Manuel Villazón, Ejecución: Dolores Sierra Campuzano.
Fig. 13. Cartel: Flores, Adaptación de Diseño con la tipografía trilineal de la última etapa de Diseño.
Fig. 13. Cartel: Flores, Adaptación de Diseño con la tipografía trilineal de la última etapa de Diseño.
Fig. 14. Aplicación del diseño del cartel Flores a una mascada.
Fig. 14. Aplicación del diseño del cartel Flores a una mascada.

También se creó un conjunto de carteles para promover el carácter deportivo de los Juegos, en los cuales observamos dos técnicas diferentes en los productos finales. En efecto, una primera serie de carteles con las temáticas de basquetbol, futbol, voleibol y hockey, fueron diseñados por Sergio Chiappa y ejecutados por Manuel Villazón, se realizaron por medio de estilizaciones en alto contraste a partir de fotografías, tal como se observa en la Figura 15 que aquí se expone como ejemplo representativo de este grupo.

Fig. 15. Diseño: Sergio Chiappa. Ejecución: Manuel Villazón.
Fig. 15. Diseño: Sergio Chiappa. Ejecución: Manuel Villazón.
Fig. 16. Diseño y Ejecución: Manuel Villazón.
Fig. 16. Diseño y Ejecución: Manuel Villazón.

Es muy importante observar este ejemplar ya que es evidente producto de la hibridación de los esfuerzos de trabajo de dos grupos de diseño distintos, pues por una parte muestra los arreglos tipográficos utilizados por el equipo de Villazón cuya denominación oficial era Departamento de Diseño de Productos, Elementos de Servicio y Exposiciones y por otra, un incipiente logotipo trilineal que aún no contaba con los aros olímpicos integrados al número 68, mismo que estaba siendo desarrollado por el Departamento de Publicaciones perteneciente al Programa de Identidad Olímpica del COO.

Una segunda serie deportiva fue elaborada con técnica de puntillismo y tiene –a mi parecer– más cuidado, no sólo en los recursos gráficos de estilización de la imagen fotográfica, sino en el uso del color y el cuidado desarrollo en la composición. Consta de cinco carteles con variantes de gimnasia olímpica varonil y femenil, los cuales fueron diseñados y ejecutados por Manuel Villazón, y de igual manera sólo muestro un modelo del grupo (Véase Fig. 16), en el que se puede apreciar ya únicamente el logotipo hecho con la célebre tipografía trilineal de la tercera etapa ya con los aros olímpicos integrados, lo que demuestra junto con la pieza anterior, la existencia de traslapes entre etapas de creación y equipos de trabajo abocados a producir las piezas de diseño para la Olimpiada que se celebró hace 52 años.

Para terminar, quiero señalar que para estudiar y analizar el diseño de México 68 es muy importante tener una óptica completa y global de las facetas, procesos, equipos de trabajo y transformaciones a los que se sometió la ardua labor que condujo a la estructuración, planificación, creación y desarrollo de un vasto conjunto de materiales gráficos que tenían un mismo fin, dotar de elementos de comunicación gráfica eficaz a un evento de suma relevancia que marcaría un parteaguas en el itinerario del diseño gráfico en nuestro país.

(Publicado el 4 de noviembre de 2020)

Fuentes de Consulta

  • Spitz, R. (2002) The Ulm School of Design: A View Behind the Foreground, Edition Axel Menges.
  • Villa Mansur, E. (2020), El diseño de la identidad gráfica para los Juegos Olímpicos de México 68, capítulo 4, La etapa de transición. Tesis para obtención de grado de Doctora en Diseño, FAD-UNAM. En preparación.
  • Lazo Margain, A. Entrevista con el Arquitecto Manuel Villazón Vázquez. Excélsior, sección Metropolitana, Reflexiones de nuestro espacio cultural, México, D.F., martes 19 de marzo de 1991.
  • Wong Castañeda, B. México ante el Mundo en la Olimpiada de 1968. El Sol de México, México D.F., 29 de Julio de 1967.
  • Comunicación personal de la autora con Manuel Villazón García, nieto de Manuel Villazón Vázquez en su estudio en Polanco, México D.F., el 3 octubre de 2019.

[1] Spitz, René. (2002) The Ulm School of Design: A View Behind the Foreground , Edition Axel Menges.

[2] Luego del término de sus responsabilidades al frente del Departamento de Diseño del COO México 68, Manuel Villazón tuvo una muy sólida y nutrida carrera en el mundo del diseño gráfico y de productos, así como de muebles y el diseño de interiores, lo que bien le valdría un estudio aparte. Sus labores académicas las llevaría a cabo principalmente en la Universidad Motolinía, donde además fundó en 1979 la primera Escuela de Diseño de Interiores de México, así como la Escuela de Arquitectura en 1999. Agradezco a Manuel Villazón García, nieto de nuestro protagonista Manuel Villazón Vázquez el que me haya proporcionado información e imágenes muy valiosas para la presente investigación.

[3] Villa Mansur, E. (2020), El diseño de la identidad gráfica para los Juegos Olímpicos de México 68, capítulo 4, La etapa de transición. Tesis para obtención de grado de Doctora en Diseño, FAD-UNAM. En preparación.

[4] Agradezco al arquitecto Javier Ramírez Campuzano el que, además de proporcionarme mucha información con sus comentarios, me brindara copia de valiosos documentos provenientes del archivo de su padre, tal como en este caso de la simbología olímpica para México 68.

[5] Agradezco enormemente el apoyo del Dr. Roberto Gómez Soto que además de darme acceso a su colección personal de materiales de los Juegos Olímpicos de México 68, haya compartido imágenes apoyadas de su amplio y valioso conocimiento sobre el tema.

El origen desconocido de la identidad olímpica México 1968

CUT-EVM Fig 4

Por Erika Villa Mansur.

No es claro el origen de los Juegos Olímpicos antiguos (del 776 a.C. al 393 d.C.), sin embargo existen leyendas mitológicas que hablan de sus inicios, como la de Pélope compitiendo en Olimpia por el amor de Hipodamia, o la de Olimpiaco tratando de congregar a los griegos con un encuentro amistosos de competencia, fuerza, riqueza e inteligencia; heroicos rituales celebrados en diferentes tipos de juegos como los Olímpicos que conllevaban diversas actividades competitivas, deportivas, pruebas atléticas y contiendas artísticas de música y poesía, eran eventos desarrollados en una tregua de paz durante las competencias físicas, culturales y comerciales.[1]

Casi 16 siglos después el Barón Pierre de Coubertin[2] revivió los Juegos en el primer Congreso Olímpico en 1894 en Francia, programándose para abril de 1896 en Atenas, retomando para la versión moderna los ideales y principios de paz, unidad, armonía y fraternidad entre los pueblos.[3]

Pierre de Coubertin instituyó el COI Comité Olímpico Internacional[4] en 1894, dicho Comité requería de signos que representaran la idea que se quería transmitir y propagar, mismos que fueron evolucionando convirtiéndose en símbolos que mostraron la integración, la unidad, el movimiento, la internacionalización y la fuerza de este tan importante evento, por lo que Coubertin consideró la creación de una imagen y de una identidad a través de varios elementos, creó en 1913 el concepto de 5 aros entrelazados de diferente color cada uno (azul, amarillo, negro, verde y rojo) que combinados con el fondo blanco representaban los colores de las banderas de todas las naciones, desarrolló este concepto para identificar a los Juegos Olímpicos de la era moderna, junto con los Aros Olímpicos estableció la bandera que contiene los mismos elementos gráficos de lo que se llegaría a convertir en el símbolo del olimpismo, también propuso un lema en 1924 compuesto por tres palabras latinas Citius Altius Fortius, más rápido, más alto, más fuerte, lema que expresa las aspiraciones físicas, morales, de cultura y educación. Se implementaron elementos significativos de motivación y de premiación como medallas, el himno, la rama de olivo, la llama y la antorcha olímpicas, diplomas; posteriormente las sedes fueron proponiendo carteles y sus propios emblemas, mismos que las identificaban, estos se replicaban a través de carteles, periódicos, revistas, postales, boletines y todos los materiales aplicables representativos de difusión y promoción[5] de los cuales todos ellos requerían de artistas gráficos para elaborarlos.

Dada la relevancia que tomó el evento de los Juegos Olímpicos Modernos era fundamental darle la seriedad requerida en todos sentidos y para ello era de suma importancia seleccionar la participación de quienes quisieran formar parte en los mismos, pronto este evento recobró la fuerza suficiente para que muchos países estuvieran interesados en participar y concursar, para lo cual el COI requería de una organización clara que estableciera principios, reglas y estatutos para este efecto, plasmado a través de un documento escrito en principio también por Pierre de Coubertin, alrededor de 1898 y publicado en 1908 con el nombre de “Directorio del Comité Olímpico Internacional” conocido posteriormente como “Reglas Olímpicas”, finalmente en 1978 se llamó “Carta Olímpica”, ésta codifica los principios del olimpismo y gobierna la organización, acciones y funcionamiento del Movimiento Olímpico estableciendo las condiciones para celebrar los Juegos, en el capítulo 5 de esta Carta Olímpica se habla de la selección de la ciudad anfitriona, el código de elegibilidad, los deportes incluidos, la cobertura de los medios, las publicaciones y la propaganda permitida para los Juegos, y en la sección 3 analiza el protocolo aplicable para las funciones y eventos olímpicos incluyendo en resumen el uso de la bandera olímpica, la llama y las ceremonias de apertura y clausura.[6]

El COI coordina, administra y supervisa el movimiento olímpico y es dueño de los derechos de los símbolos, de la publicidad y de todos los elementos relacionados con los Juegos, selecciona las sedes, mismas que se otorgan a una ciudad, no a un país, las ciudades interesadas tienen que cubrir los requerimientos necesarios y para ello hay que presentar material impreso que muestre las capacidades que tendrá esa ciudad para calificar como candidata a la sede.

Es relevante considerar los antecedentes en términos de la producción gráfica relacionada con los Juegos Olímpicos, por lo que de este modo, realizaremos un breve recorrido por sus elementos visuales más representativos desde los primeros Juegos Olímpicos modernos en Atenas en 1896 para los que se elaboró material gráfico, de comunicación visual y artístico, como medallas de premiación, además se imprimieron diplomas, estampillas postales y un volumen con las memorias que contenía grabados, fotografías y una portada que parece un poster siendo la imagen que se conoce como parte del evento ya que se planeó un cartel que finalmente no se produjo.[7]

Siendo que la sede se concede a una ciudad, mencionaremos la participación de los Juegos Olímpicos modernos en donde se han realizado carteles para dar a conocer dicho evento: A partir de 1900 en París; San Luis en 1904; Londres en 1908, Estocolmo en 1912; Amberes en 1920; París en 1924; Ámsterdam en 1928; Los Ángeles en 1932; Berlín en 1936; Helsinki en 1952, Melbourne en 1956; Roma en 1960; Tokio en 1964, hasta que llegamos a la Ciudad de México en 1968.

Cabe señalar que no hay carteles ni ningún otro material relacionado con las sedes de Berlín 1916, Helsinki 1940 y Londres 1944 y 1948, puesto que dichas justas olímpicas fueron suspendidas a causa de la Primera (1914–1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939–1945), respectivamente.

En torno a los Juegos que sí se llevaron a cabo –arriba mencionados–, además de carteles, hay material gráfico de suma importancia, que fue diseñado desde que se solicitó la sede, puesto que se propone 7 años antes, hasta que se asignó –con 5 años de antelación– y se celebraron los Juegos –cada 4 años.[8]

Las ciudades interesadas en obtener la candidatura debían presentar formalmente una solicitud para ser elegidas para este magno evento y para ello debían mostrar seriedad y formalidad a través de un documento para ser consideradas, siendo la mejor manera de exponer su candidatura a través de un libro impreso que mostrara las características y cualidades de la ciudad y sus capacidades; en donde se expusieran los motivos por los cuales podrían ser consideradas como posible sede olímpica. En vista de que la elección es una deferencia, una vez otorgada la sede, se debía promover el evento nacional e internacionalmente, por lo que se debía contar con medios de comunicación eficientes que notificaran sobre ello y lo promocionaran, echando mano de los elementos de difusión más efectivos del momento, que por supuesto requerían de la comunicación gráfica y visual. Una de las soluciones empleadas durante muchos años fue a través de estampillas postales y carteles promocionales[9], por otra parte, durante el evento debería de contarse con las condiciones suficientes de viabilidad, desarrollo, comunicación y desenvolvimiento respecto a los deportistas, visitantes y residentes de la ciudad para llevar a cabo el suceso en las mejores circunstancias tomando en cuenta características de estancia, movilidad, localización, instalaciones, visualización, reconocimiento del evento en todos los entornos y tomando en consideración las diferentes nacionalidades, culturas, ideologías e idiomas de toda la gente que participaría en los Juegos ya fueran atletas, jueces,  espectadores y toda la gente involucrada.

Asimismo, al término del evento debía quedar un registro como antecedente y evidencia, esto se logró haciendo unas memorias impresas de los Juegos que documentaron el proceso de principio a fin de cada evento, más adelante, con en el transcurso del tiempo y de las experiencias olímpicas, se fueron estableciendo normas y ajustando elementos como el que cada ciudad participante tuviera una imagen representativa, un emblema, iconos, un lenguaje común, un lema individual y un sistema integrado de representación gráfica, afinando e integrando componentes que apoyaran la evolución de los Juegos Olímpicos registrados ante el COI.

El diseño y la comunicación gráfica son altamente relevantes, para estos efectos se aplican los componentes y los medios para llevar a cabo, a través de material visual impreso, gráfico y de diseño, todo el trayecto que este suceso requiere, desde la presentación de una solicitud formal, que muestre la seriedad de la ciudad que hace el pedimento, hasta los agentes de promoción más simples que pueda haber ya que a través de ellos se determinará, desde conseguir la sede, hasta llevar a cabo el registro del desempeño total de cada evento olímpico.

De esta manera, nos damos cuenta de la relevancia que mantiene el diseño gráfico, puesto que está presente prácticamente en todos los materiales que se deben confeccionar para lograr unos Juegos Olímpicos. Dentro de éstos, uno de los más importantes son los emblemas, se trata de objetos simbólicos distintivos que contienen formas híbridas compactas y concisas que exponen un argumento a través de imágenes y texto creando un significado. Esta relación entre texto e imagen debe ser sencilla para que el lector identifique rápidamente la intención de la idea que se desea expresar.[10]

A lo largo de la historia de los Juegos Olímpicos modernos se han producido los siguientes emblemas:[11] (Véase Fig. 1).

Identidades olímpicas desde Atenas 1896 hasta Tokio 1964
Fig. 1. Identidades olímpicas desde Atenas 1896 hasta Tokio 1964.

A continuación de los Juegos Olímpicos realizados en Tokio en 1964, estaban asignados los que se celebrarían en la Ciudad de México en 1968, justamente este es el punto que atañe a este proyecto de investigación. Para ellos se utilizó un emblema basado en la imagen de una nación instituida en el pasado prehispánico: inicialmente la imagen principal era el monolito comúnmente llamado “Calendario Azteca o Piedra del Sol[12]”, los Juegos Olímpicos de México requerían de un símbolo que los identificara visualmente, en esta representación se incluyeron elementos como los aros olímpicos, el “Calendario Azteca”, el nombre de la sede: “México” en altas y sin tilde, y los colores nacionales (de la bandera de México). Contiene normas heráldicas y cumple funciones publicitarias, representa la idiosincrasia del lugar, conserva parte de su historia y difunde su imagen a partir de ese momento hasta la culminación de los Juegos Olímpicos de 1968. El Maestro Alejandro Alvarado y Carreño[13] –hijo del artista Carlos Alvarado Lang[14]– quien, de acuerdo con lo relatado en entrevista[15], realizó la composición de éste emblema en 1964, con el que ganó un concurso de talla internacional por el mejor grabado para membrete y con el que también obtuvo la licitación para la elaboración de papelería de un grabado al aguafuerte con buril en metal (como los billetes de banco), este es el emblema oficial registrado ante el COI que se aplicó en toda la papelería oficial (hojas, sobres y tarjetas), distintivo olvidado o incluso desconocido para el público, imagen que considero muy importante destacar y dar a conocer, puesto que forma parte de la historia gráfica y de los antecedentes de diseño olímpico. (Fig. 2).

Emblema oficial registrado ante el Comité Olímpico Internacional en 1964.
Fig. 2. Emblema oficial registrado ante el Comité Olímpico Internacional en 1964.

A pesar de la enorme difusión del llamado logotipo de autoría de Lance Wyman[16], Pedro Ramírez Vázquez[17] y Eduardo Terrazas[18], debe reconocerse que, el creado por nuestro entrañable profesor de la FAD[19], es el emblema oficial registrado desde 1964 y hasta la fecha, reconocido por el COI para los Juegos de la XIX Olimpiada de la era moderna. A pesar de contarse con la tan conocida imagen del México 68 de líneas radiantes, el primer emblema se siguió usando en la papelería oficial a lo largo de toda la Olimpiada, en tanto que, como ya se asentó, quedó registrado ante el Comité Olímpico Internacional.

Dicha papelería oficial fue utilizada a lo largo de toda la Olimpiada.
Fig. 3. Dicha papelería oficial fue utilizada a lo largo de toda la Olimpiada.

Se empleó en la papelería oficial para los Juegos Olímpicos (Fig. 3) durante todo el tiempo restante del periodo presidencial del Lic. Adolfo López Mateos[20] y también durante el periodo que el mismo López Mateos presidiera el Comité Olímpico Organizador, posteriormente, cuando éste enfermó y fuera nombrado el Arq. Ramírez Vázquez para presidir los trabajos de organización, solicitó al Maestro Alvarado la impresión de decenas de miles de hojas membretadas, sobres y tarjetas de presentación a cinco tintas[21]. Posteriormente hubo una adaptación del emblema en el que el mencionado profesor le quitó el año de 1968 con números arábigos e incluyó el diecinueve romano que indica la edición de la olimpiada a celebrarse en México. Este XIX se anexó en la parte posterior haciendo una versión con fondo negro (Fig. 4) que también se utilizó para la papelería oficial y que, por otra parte, se usó con algunas variantes para pines no oficiales (Fig. 5).

Fig. 4. Versión con el número XIX.
Fig. 4. Versión con el número XIX.
Fig. 5. Versiones no oficiales.
Fig. 5. Versiones no oficiales.

Cuando López Mateos se retiró del Comité Olímpico por motivos de salud y Gustavo Díaz Ordaz, Presidente de la República y Patrono de la XIX Olimpiada nombró a Pedro Ramírez Vázquez Presidente del COO[22], el cual a su vez involucró al también arquitecto Manuel Villazón[23] en el área de diseño. Este último junto con Jesús Virches y Sergio Chiappa además de otros profesores y alumnos de la carrera de diseño industrial de la Universidad Iberoamericana[24] desarrollaron nuevas adaptaciones y transformaciones sobre el emblema del maestro Alvarado, efectuaron otras versiones con el juego del número romano en la parte posterior de los componentes de la identidad gráfica formando alternativas y variaciones con otras propuestas de color (Fig. 6) aplicadas en carteles y postales.

Fig. 6. Variaciones con otras propuestas de color, aplicadas en carteles y postales.
Fig. 6. Variaciones con otras propuestas de color, aplicadas en carteles y postales.

Más adelante hubo nuevas adecuaciones sobre la estructura del COO en cuanto a personal, departamentos, áreas de trabajo y estructuras en la gráfica y el diseño, se abrió un Departamento de Publicaciones dirigido por Beatrice Trueblood[25] en el que se conjuntó a un gran equipo de trabajo que no solamente llevaba a cabo libros, programas, las llamadas cartas olímpicas y otros materiales gráficos, sino que este nuevo equipo fue mucho más allá, pues tuvo participación en toda la organización, coordinación y desarrollo de una  nueva propuesta gráfica, del ornato urbano y de diversos proyectos de diseño visual en donde se crearon un sin fín de propuestas que se difundieron a lo largo del año de las olimpiadas siendo los que hasta hoy prevalecen en la memoria colectiva con los que se identifica el evento. Fue en este departamento donde se realizó la imagen que recordamos, distinguimos y reconocemos de los Juegos Olímpicos de México 1968 (Fig. 7), en la que, a decir de Beatrice Trueblood, se pretendió sintetizar tanto el lugar (México), la fecha (68) y el evento (Juegos Olímpicos) en una unidad visual con la cual el mundo nos identificaría desde entonces como el primer país de Latinoamérica en obtener la sede siendo un país de grandes tradiciones pero en franco camino hacia la modernidad, además de ser el punto de partida de la enseñanza escolar del diseño gráfico en México y de su desarrollo como profesión. 

(Publicado el 4 de mayo de 2020)

Fig. 7. Diseño de la identidad de los XIX Juegos Olímpicos México 1968, realizados bajo el mando del Arq. Pedro Ramírez Vázquez.
Fig. 7. Diseño de la identidad de los XIX Juegos Olímpicos México 1968, realizados bajo el mando del Arq. Pedro Ramírez Vázquez.

Referencias

  • Comunicación personal de Erika Villa Mansur con Alejandro Alvarado y Carreño en su taller de Coyoacán el 1º de marzo de 2019. Además de sus innegables méritos personales como artista grabador, como promotor de las artes gráfica e inclusive por haber sido nombrado Doctor Honoris Causa, el maestro fue hijo del famoso artista y también grabador Carlos Alvarado Lang (miembro fundador de la Sociedad Mexicana de Grabadores), de quien heredó el oficio y el taller.
  • Coubertin, Pierre de, Politēs, Nikolaos G. Lampros, Spyridōn Paulou. Les Jeux olympiques, 776 av. J.-C.-1896…. 2e partie, Les jeux olympiques de 1896, Éditeur: Beck (Athènes), Éditeur:  H. Le Soudier (et Paris), 1896. Disponible en: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k3202258/f13.image. Consultado el 22 de noviembre de 2018.
  • García Romero, F. y Hernández García B. (2005), In corpore sano. El deporte en la Antigüedad y la creación del moderno olimpismo. Sociedad Española de Estudios Clásicos.
  • García Romero, F. (1992). Los Juegos Olímpicos y el deporte en Grecia. Ausa, Sabadell.

[1] Fernando García Romero, Los Juegos Olímpicos y el deporte en Grecia. Ausa, Sabadell, 1992.

[2] Pierre Fredy de Coubertin, barón de Coubertin (París, 1863 – Ginebra, 1937). Pedagogo e historiador francés.

[3] “In corpore sano. El deporte en la Antigüedad y la creación del moderno olimpismo”. F. García Romero y B. Hernández García (ed.), Sociedad Española de Estudios Clásicos, 2005.

[4] https://www.olympic.org/

[5]  https://secure.registration.olympic.org/en/faq/category/detail/29

[6] Ídem.

[7] Coubertin, Pierre de, Politēs, Nikolaos G. Lampros, Spyridōn Paulou. Les Jeux olympiques, 776 av. J.-C.-1896…. 2e partie, Les jeux olympiques de 1896, Éditeur:  C. Beck (Athènes), Éditeur:  H. Le Soudier (et Paris), 1896. Disponible en: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k3202258/f13.image. Consultado el 22 de noviembre de 2018.

[8] Fernando García Romero, Los Juegos Olímpicos y el deporte en Grecia. Ausa, Sabadell, 1992.

[9] The Olympic Studies Centre, Olympic Summer Games Posters from Athens 1896 to Rio 2016 – Reference document, 22.05.2017, Disponible en: https://stillmed.olympic.org/media/Document%20Library/OlympicOrg/Factsheets-Reference-Documents/Games/Posters/Reference-document-OG-Posters-from-Athens-1896-to-Rio-2016.pdf. Consultado el 20 de noviembre de 2018.

[10] http://emblematica.grainger.illinois.edu/help/what-emblem

[11] https://www.theolympicdesign.com/olympic-design/emblems/mexico-1968/

[12] El Calendario Azteca o La Piedra del Sol es un monumento que sintetiza el conocimiento astronómico que desarrolló la sociedad mexica antes de la conquista española, permaneció enterrada por más de 200 años y hoy ocupa un lugar preponderante en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología. La Piedra del Sol durante la época de la Colonia permaneció en la plaza mayor por más de 40 años. Posteriormente, fue trasladada al exterior del Templo Mayor, hasta el oeste del entonces Palacio Virreinal y la Acequia Real, en donde se mantuvo al descubierto, con el relieve hacia arriba durante muchos años. En 1559 se decidió enterrar la piedra con el relieve viendo hacia abajo ya que el arzobispo fray Alonso de Montúfar dijo que la piedra había sido obra del demonio y ejercía mala influencia en los habitantes de la ciudad. Por lo tanto, permaneció bajo tierra durante 270 años. Fue descubierta en 1790 por casualidad debido a los trabajos de nivelación de la Plaza Mayor de la Ciudad de México. El antropólogo y escritor Antonio de León y Gama le dio el nombre de Calendario Azteca e intercedió para que fuera colocado a un lado de la torre poniente de la catedral metropolitana. La Piedra del Sol se trasladó en 1887 al Museo Nacional ubicado en la calle de Moneda (en la Ciudad de México) en la Galería de Monolitos. En 1964 la escultura dejó su lugar en dicho museo y fue trasladada al Bosque de Chapultepec para instalarse en el recientemente construido Museo Nacional de Antropología en donde permanece hasta la fecha. La Piedra del Sol tiene un peso de 25 toneladas y mide aproximadamente 3.5 metros.

[13] Alejandro Alvarado y Carreño (Ciudad de México, 1933 – 2019). Grabador y docente mexicano.

[14] Carlos Alvarado Lang (La Piedad de Cabadas, 1905 – Ciudad de México, 1961). Grabador mexicano.

[15] Comunicación personal de Erika Villa Mansur con Alejandro Alvarado y Carreño en su taller de Coyoacán el 1º de marzo de 2019. Además de sus innegables méritos personales como artista grabador, como promotor de las artes gráfica e inclusive por haber sido nombrado Doctor Honoris Causa, el maestro fue hijo del famoso artista y también grabador Carlos Alvarado Lang (miembro fundador de la Sociedad Mexicana de Grabadores), de quien heredó el oficio y el taller.

[16] Lance Wyman (Newark, 1937). Diseñador gráfico estadounidense.

[17] Pedro Ramírez Vázquez (Ciudad de México, 1919 – Ciudad de México, 2013​). Arquitecto, urbanista, diseñador, escritor, editor y funcionario público mexicano. Presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 1968.

[18] Eduardo Terrazas de la Peña (Guadalajara, 1936). Arquitecto, urbanista, diseñador y pintor mexicano.

[19] http://www.fad.unam.mx/

[20] Adolfo López Mateos (Atizapán de Zaragoza, 1908 – Ciudad de México, 1969). Abogado y político mexicano que se desempeñó como presidente de México entre 1958 y 1964. Presidente del Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos hasta 1965.

[21] Ibídem.

[22] El 16 de julio de 1966 el Lic. López Mateos dimitió al COO por motivos de salud, y el Arq. Ramírez Vázquez fue elegido para sustituirlo.

[23] Manuel Villazón Vázquez (Ciudad de México, 1932 – 2013). Arquitecto y artista mexicano.

[24] https://ibero.mx/

[25] Beatrice Trueblod (Riga, 1938). Editora norteamericana de origen letón.

Copa del Mundo, World Cup, Coupe du Munde

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Por José Luis Ortiz Téllez.

Una historia sin contar y cuando el diseño se convierte en política.

Cuando 1968 termina con recuerdos gloriosos y trágicos a la vez, México aún seguía con el compromiso de organizar el IX Campeonato Mundial de Futbol de la Copa Jules Rimet en 1970.

¿Qué estaba pasando en 1969?

  • David Alfaro Siqueiros escribe el capítulo “La corrupción del arte” del libro colectivo Corrupción, editado por Nuestro Tiempo.
  • Tuvo lugar el notorio festival de música y arte en Woodstock, en el estado de New York, EUA, donde asistieron más de trescientos mil espectadores, rompiendo géneros y reglas en el espectáculo de la música.
  • El periodista mexicano Luis Spota publicó su tetralogía sobre poder presidencial absoluto en México, “La costumbre del poder.”
  • Enrique Borja, futbolista mexicano, abrió su tienda de objetos deportivos que el presidente Díaz Ordaz inaugura.
  • La primera línea del Metro es terminada con mapa y señalética con símbolos direccionales en los trenes y en cada estación.
  • Carlos Arouesty, personaje creativo de la publicidad mexicana, me llamó para ser director de arte en la agencia de publicidad que llevaba su nombre, antes de iniciar mis actividades con la Copa del Mundo.

Primer tiempo

Por otra parte, las compañías: Internacional de Diseño Industrial, IDISA e Internacional de Promociones habían registrado las marcas alusivas a la Copa del Mundo, World Cup, y Coupe du Munde por conducto del arquitecto Castro y el Ingeniero Peimber, dos empresarios mexicanos, así como a través de una cartera de inversionistas. A principios de 1969 inician sus actividades para diseñar la imagen publicitaria y promocional sobre la Copa del Mundo creando un programa visual y de publicidad que incluía diseño de marca y de identidad, Lance Wyman fungió como director de diseño y yo como director de arte[1] y cabeza del grupo de diseño seleccionado para desarrollar el programa gráfico y de comunicación en las oficinas de IDISA, en la calle de Lieja, en la Ciudad de México.

Integrantes de IDISA
Equipo de trabajo de Internacional de Diseño Industrial, IDISA.

Lance diseñó una mascota en forma de águila y yo la nombré “Pico”, así nació el personaje característico de la Copa Mundial de Futbol conocido como el jugador número doce, con los colores del país, tal vez como una influencia de Willy, el pequeño león que surgió años anteriores como mascota para el torneo de Inglaterra en 1966.

Pico resultó ser un nombre común popular que permitía jugar con otras palabras de la jerga mexicana: pico, picoteras, picorete, picante, pícalo, pícaro, picado, picando, picudo, sin abrir el pico, mantén el pico cerrado.

Pico, la mascota para la Copa del Mundo Jules Rimet
Pico, la mascota para la Copa del Mundo Jules Rimet

Un águila como arquetipo mexicano utilizado en banderas, monedas y escudos patrios, nos indicaba una nueva era, un personaje característico que cumplía con los vínculos promocionales de identificación, simpatía, interés, deseo, que se traducían inconscientemente, en una aspiración. Águila en formas diversas, atrevida con movimientos ágiles característicos de un atleta, con zapatos de futbol y con diferentes uniformes, lista para jugar al futbol. Un águila con la cabeza bien puesta sobre los hombros, de plumaje copioso, orgulloso de sus orígenes, mostraba ya una posibilidad de mercado con cobertura extraordinaria en un concepto global. Un águila que surge del balón como lo haría en forma simbólica de un huevo y que de repente parecía que le daba muerte a Juanito, coronado apenas unos meses antes, aquí es donde comienza la controversia y batalla política.

Trabajo en equipo

El juego del diseño despertó cuando los colores, la tipografía, los conceptos publicitarios, y el olor a tinta se combinaban en armonía, El uso de material serigráfico Rubylith film nos permitía recortar y usar espacio negativo, hojas adhesivas transferibles de la marca Letraset con colores, tramas, línea y letra. y el sistema tipográfico en barra metálica llamado Linotipo.

La regla T y las escuadras aún eran las estrellas, no se diga las navajas de rasurar, que una vez quebradas en forma de punta, servían para recortar papel y remover la emulsión de las copias fotográficas. El uso de los colores Pantone, marcadores Design, tiralíneas Rapidograph, compás de extensión para lápiz, tinta y corte, pinceles y tinta china eran nuestros utensilios diarios, así como colores de acrílico marca Vinci para retoques y sobre hojas de plástico vinilo, blocs de papel Bond blanco, donde se dibujaba o se producían bocetos a gran escala y el pegamento Iris para montar en las cartulinas Ilustración y maquetas originales.

Lance estaba parte del tiempo y dividía sus actividades entre la señalización del Metro de la ciudad en su fase final y la Copa del Mundo.

A diferencia del 68 teníamos un pequeño equipo de trabajo: dos provenientes de la antigua ENAP, un ilustrador inglés, uno de la ETP (Escuela Técnica de Publicidad, de la Asociación Nacional de la Publicidad en México), dos de la imprenta Miguel Galas y una estudiante de la Universidad Iberoamericana.

La parte de publicaciones estaba dirigida por el Profesor Willebaldo Solís Cervantes y en la logística por el estratega Luis Esteba. Teníamos fotógrafos, redactores y traductores, así como proveedores como el ceramista inglés, Mr. Smith, quien fue mi profesor en la ENAP y quien produjo Pico en volumen.

Versión tridimensional de Pico
Versión tridimensional de Pico realizada por Mr Smith. Director de arte: José Luis Ortiz Téllez, para Internacional de Diseño Industrial, IDISA.

El programa gráfico y publicitario consistió en el diseño de la mascota, tipografía condensada en forma de hexágono blanco y silueta negra, simulando los gajos del balón, la palabra México en forma de copa, la copa estilizada de Jules Rimet[2], banderas y banderines para identificar a cada país, vestimentas de 16 países, siluetas de la audiencia, carteles en tamaños tradicionales para vallas y paredes, diseños 3D, parafernalia promocional: calcomanías, tarjetas postales, animación en 16 mm, calendario oficial[3], campaña de prensa, timbres postales, y el primer número de la revista Copa del Mundo en español, francés, e inglés, la cual consolidó nuestra participación en 1970.

Segundo tiempo

Yo había tenido contacto directo con el futbol desde joven. De alguna manera lo practiqué en forma “llanera” (como decimos donde no hay formalidad), pero eso sí, mucha garra, afición, lealtad al escudo y banderola del equipo en donde participaba. Cabe decir que, en el Estado de Hidalgo, México, de donde proviene mi familia, es donde surgió el primer equipo de futbol mexicano gracias al legado de los mineros ingleses en Real del Monte, cercano a Pachuca, a finales del siglo XIX.

 En los Juegos Olímpicos diseñé dos publicaciones: El Programa Oficial de Futbol que incluía historia, reglamentos, programas y resultados con retículas especiales para cada partido jugado, donde el espectador podía hacer anotaciones del jugador, posición, y marcador; y las Reglas Oficiales Internacionales de Futbol, de la Federación Internacional de Futbol Asociación, FIFA, con reglamentos y diagramas con los diferentes estados del juego.

Pagina editorial de la Revista Copa del Mundo. Director de arte: José Luis Ortiz Téllez, para Internacional de Diseño Industrial, IDISA.
Pagina editorial de la Revista Copa del Mundo. Director de arte: José Luis Ortiz Téllez, para Internacional de Diseño Industrial, IDISA.

Junto con Teresa Struck[4], directora creativa en la agencia de publicidad Doyle Dane & Bernbach[5], y con la Lotería Nacional creamos una campaña para pronosticar los resultados de los juegos con el slogan “Millón y Pico” y de cómo a través de ello ganar un millón de pesos.

En la concepción del diseño fuimos guiados bajo los mismos principios básicos aplicados en los Juegos Olímpicos, sólo que con la diferencia de que en esta ocasión teníamos menos presupuesto y personal. Aun así, el Profesor Willebaldo Solís, quien también había trabajado para el comité olímpico como asesor deportivo, editó el número 1 de la publicación Copa del Mundo, con la asistencia de redactores y traductores al inglés y francés. Nos habían seguido impresores que trabajaban en la imprenta de Miguel Galas con talleres independientes por el rumbo de Xochimilco.

CopadelMundo03
Anuncio para revistas y periódicos de la Copa del Mundo Jules Rimet. Director de arte: José Luis Ortiz Téllez, para Internacional de Diseño Industrial, IDISA.

¡Tarjeta roja!

En pleno vuelo y en su fase creativa, el proyecto fue interrumpido, a pesar de tener un convenio con la Federación Mexicana de Futbol Asociación y el Comité Organizador del IX Campeonato Mundial de Futbol. La compañía fue intervenida por la Secretaría de Gobernación y abogados de proveedores, las causas se derivaron de las disputas por los registros de marca y concesión cuando Guillermo Cañedo administrador del futbol mexicano puso el grito en el cielo por el desplazamiento de “Juanito”. Con ello y con el apoyo de Televisa y el gobierno del presidente Díaz Ordaz, quien no permitía ninguna actividad conflictiva debido a la experiencia de Tlatelolco en 1968, se eliminó a nuestra empresa y el equipo se comenzó a desintegrar, inclusive Wyman tuvo que salir de la compañía y posteriormente del país.

A mí me pareció un movimiento brusco, certeramente político, donde surgieron nombres familiares una vez más. El evento atinadamente se llamaba “Campeonato Mundial de Futbol – Copa del Mundo” y con la influencia de los arquitectos Ramírez Vázquez y Eduardo Terrazas se llamaría “México’70”. Al mismo tiempo ya había surgido una mascota sin personalidad, ni diseño, un monito llamado “Juanito”, chaparro, con sombrero y panzón. Un personaje que no pertenecía a la estatura del país y a la sofisticación del momento acompañado por el cartel con el logo México 70 con tipografía olímpica, como si fuera una continuación del 68 con un balón estilizado que no combinaba, no hilaba, no parecían haber salido de la misma estrategia.

A diferencia de los que sucedió en las Olimpiadas no se notaba coordinación, como si todas las partes estuvieran desmembradas. En cambio, nuestro proyecto se trataba, otra vez, de un diseño vertical, orgánico con salidas extraordinarias hacía otros medios.

Se acusaba al estadounidense Wyman de haber desarrollado un personaje hollywoodense, robótico, poniendo en duda el hecho de que existieran diseñadores de su estatura en México. Los empresarios se basaron en la globalización y desarrollo de la industria sin mirar a los de su camada. Me recuerda una acotación mexicana que debió estar en sus mentes: “Pa’ los toros del corral los arrieros de allá mesmo”.

Wyman se llevó nuevamente la ovación. Ya hemos hablado de sus valores tanto profesionales como personales, pero lo cierto fue que lo veneraron y le entregaron la llave de México. Por mi parte, yo sólo estaba desarrollando mis talentos y no miraba políticamente la situación ni la autoría de mi trabajo.

Finalmente, esta ha sido una muestra más de cómo la economía y la política influyen en las decisiones e incide en frustrar los intentos de excelencia en el desarrollo de un programa integral de diseño.

El equipo de trabajo estuvo conformado de la siguiente forma: Director de Diseño: Lance Wyman; Director de Arte y diseñador: José Luis Ortiz Téllez; Ilustrador: Robin Bath; Departamento de Diseño: Rubén Cárdenas Paz, Catarina Castro, Francisco Gallardo, Fernando Oliva Barranco, y Mario Villarejo.

Silbatazo final

Finalmente, para dar inicio con otra época, el profesor Manuel Sánchez y Rafael Jiménez, coordinador del Departamento de Dibujo Publicitario de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, me invitaron a colaborar como profesor y coordinador en un nuevo reto llamado Licenciatura en Comunicación Gráfica. Otra historia para narrar.¶

(Publicado el 23 de febrero de 2017) 


[1] Un Director de Arte es coordinador del equipo creativo, responsable de traducir los conceptos visuales en una campaña de comunicación donde intervienen varias opiniones y tecnologías, es decir, un mediador y estratega de la imaginación colectiva en el equipo.

[2] Copa Jules Rimet, fue un administrador de futbol francés; presidente de la FIFA por más de tres décadas. El Trofeo llevaba su nombre.

[3] El Calendario Oficial era una tarjeta-sobre intercambiable que indicaba los grupos de países por color, con una ventana abierta que dejaba mirar otra tarjeta movible de izquierda a derecha para localizar y cuadrar la sede y grupos desde los octavos del juego hasta el final, con indicaciones de los países participantes usando la imagen de Pico en sus diferentes uniformes.

[4] Teresa Struck reconocida publicista, redactora y cabeza creativa de una de las agencias distinguidas de publicidad en el Mundo y donde todos querían estar.

[5] William Bernbach, un gigante en la agencia global con su nombre y a cargo de todo el mecanismo creativo de la empresa, localizado en Madison Avenue, la gran avenida de la Publicidad en la ciudad de New York en las décadas de los años 60 y 70.

XIX Juegos Olímpicos de México 1968. Parte II

CUT Mexico 68

Por José Luis Ortiz Téllez.

Acerca de Lance Wyman.

Es difícil contar mi experiencia como diseñador alrededor de Lance. En 1967 vi por primera vez su oficina en el Pedregal de San Ángel, las oficinas generales de los XIX Juegos Olímpicos –propiedad del Arq. Ramírez Vázquez–. Miré a través de las ventanillas de su cubículo, y vi papeles e imágenes, pegadas o sostenidas por Push Pins de metal, muy raros en ese tiempo, imágenes y bocetos iniciales de lo que sería la identidad de México’68, algunos bocetos rough y objetos de las olimpiadas. Era sólo el principio y no vi su rostro hasta dos semanas después.

Arthur Solin vino invitado en 1967 a organizar el formato de retículas y redes para las publicaciones olímpicas asociadas con el departamento que Beatrice Trueblood dirigía y de donde los carteles culturales, programas y publicaciones surgieron. El primer México 68 se había terminado y el cartel estaba en desarrollo. Uno de los empleados de la Imprenta Miguel Galas estaba recortando las líneas concéntricas del México 68 y los aros con un compás de doble extensión y sobre una capa plástica de Rubylith Film color ámbar a gran tamaño, que funcionaba como positivo o negativo para impresión y que sugería una fantasía geométrica.

A su regreso Wyman me conoció y admiré desde un principio su personalidad y su trabajo. Él no hablaba español, yo practicaba con palabras y oraciones aprendidas con Miss Wylson, mi profesora de inglés, y de mis clases de la secundaria y preparatoria. Nuestro trabajo era visual y bastaba muchas veces con el que él me mostrara pequeños bocetos rough para que yo los interpretara. Sus explicaciones eran cortas y lentas, pero bastaban para dejar entendido el objetivo del proyecto. Las revisiones se concretaban a: “good…, very good…” o “repeat”. Así que repetía y refinaba una y otra vez hasta terminarlo. El primer proyecto me hizo repetirlo muchas veces hasta que, en mi inglés, discutí que el proyecto estaba terminado, que no veía porque lo tenía que repetir una vez más. Sonrío y me dijo: “tienes que repetirlo porque no tengo otra cosa que darte por el momento”.

Los primeros símbolos que entintamos fueron los de deportes, una vez que habían pasado por varias manos y opiniones. Aquí es donde empieza una historia y controversia que se discute en las conferencias y platicas de universidad, y que en mi opinión nadie ha tenido la claridad suficiente para discutirlo acertadamente.

Cuando Lance Wyman llegó al despacho había ideas abstractas, en forma de bocetos rough, y se experimentaba con los principios de color Key y serigrafía que se hacían en el despacho a través de diferentes diseñadores y en un salón laboratorio de estudiantes de la Universidad Iberoamericana encabezados por Manuel Villazón y Virchez.

Lance, neoyorquino, un master del diseño, con una visión diferente, talentoso, y con una dinámica consistente, estudiaba, preguntaba, indagaba, descubría y transformaba lo que veía, incluyendo las ideas con las que todos contribuíamos en imágenes tangentes y reales, en una uniformidad visual.

Mexico 68  Simbolos Culturales.Cover

Wyman había trabajado en la oficina de George Nelson[1] quien a solicitud de Eduardo Terrazas vino a México para proponer el programa gráfico ante el Comité Organizador de las XIX Olimpiadas junto con su socio diseñador inglés Peter Murdoch. Había conexiones, entre Pedro Ramírez Vázquez, un distinguido arquitecto y maestro organizador de los XIX Juegos Olímpicos, y otro joven arquitecto: Eduardo Terrazas, que trabajaron con Nelson durante su estancia en Nueva York, y casualidades como la que, mientras Ramírez Vázquez diseñara el pabellón Mexicano en la Feria Mundial de Nueva York en 1964, el joven Wyman habría diseñado el pabellón de la Corporación Chrysler.

Wyman sabía cómo controlar los sistemas visuales que en ese momento se necesitaban, a través de principios que van desde la selección de una paleta de colores, el uso de la tipografía correcta, el manejo de la proporción y la consistencia en el uso de todos los elementos gráficos para que pareciesen primos y hermanos, que reflejaran a México y no a Nueva York o a Londres. En todos los trabajos la imagen y la cultura de México jugaron un papel importante.

Así, todos quedaron impresionados ante la metralla neoyorquina, joven de treinta años, de quien me tocó una rebanada de su pastel. Esto nunca lo entendí hasta que viví en Nueva York. Lance Wyman usó su experiencia como diseñador profesional, egresado de una sobresaliente universidad de diseño en su tiempo; Pratt Institute (donde, por cierto, di clases durante 11 años). Con su experiencia y su hambre de cultura, encontró que en México se le ofrecía lo que él nunca vio, excepto en libros. Descubrió a México y a los mexicanos que le entregaron la llave. Adaptó todo lo que encontró a su paso, incluyendo ideas de todos los que ahí trabajamos, dando uniformidad al programa que no existía en ese momento, transformándolo en uno de los mejores sistemas gráficos y de señalética que se puede encontrar en los libros de la historia del diseño.

Mexico 68 JLO - 2

Como diseñador, ahora entiendo: veo lo que sé, y si no sé, no puedo ver. Entonces Wyman vio lo que otros no vieron. Le creyeron y lo aceptaron. Desde un principio él y Murdoch, junto con Julia Johnson –esposa de Murdoch– participaron en el desarrollo del programa gráfico. Uno de los retos para diseñar el símbolo olímpico fue el de utilizar los cinco aros olímpicos representando a los cinco continentes.

La identidad visual de México 68 fue basada en formas tradicionales de la cultura mexicana y también bajo la influencia de los años 60 del Op Art con ilusiones ópticas y con aspectos del Kinetic Art (Arte cinético), corrientes artísticas basadas en la estética del movimiento. Además de los aros había que integrar el número 68 creando un paralelismo entre la tipografía, el arte precolombino y el folklore mexicano. El logotipo, finalmente ubicaba y sugería con matices culturales que el lugar de la sede sería México.

En la primera versión, Lance Wyman dijo que jugando con los aros olímpicos descubrió que no podía separar el primer aro de la letra “O”, y por consecuencia tenía que dejarlo, produciendo como resultado el México 68 con aros; el estilo y forma mexicanos le vinieron de la información obtenida por sus visitas a la provincia, museos y del medio ambiente Mexicano. Al parecer esos bocetos fueron a parar a manos de Soto Soria[2], otro artista escenógrafo.

Wyman me encomendó el desarrollo de todo el alfabeto al estilo del México 68, así como el de los titulares de las instalaciones, yo tenía la edad de 21 años. Enseguida se continuó con el juego visual, con transiciones direccionales de líneas paralelas a las formas, objetos, letras, números, palabras y locaciones, sugiriendo movimientos interrumpidos o desplazamiento a su alrededor.

A partir de ahí, Lance Wyman tomó el control y siguió adelante con el programa gráfico; la olimpiada cultural, los símbolos de servicio, boletos, publicaciones, carteles, estampillas, y una gran variedad de aplicaciones.

Todos tenemos cierto ego (por vanidad) o a veces inseguridad, ahora lo sé en carne propia. Wyman fue un individuo controvertido que se dio el lujo de rechazar y discutir porque sabía que tenía el control.

Lance Wyman viajó a Nueva York y aceptó una entrevista en la Print Magazine[3] hecha por Arthur Solin donde se hizo mención sobre lo que hasta ese momento se había diseñado, con fotos y descripciones. Se le atribuye la mayoría a Lance y a Peter Murdoch pero a los demás los menciona brevemente; Pedro Ramírez Vázquez, cabeza del Comité Organizador de las XIX Olimpiadas, Eduardo Terrazas, David Palladini (ilustrador), Michael Gross (ilustrador), Bob Pellegrini y Beatrice Colle, con quien yo trabajé en pareja para finalizar y refinar la mayoría de los símbolos, (cabe decir que en la publicación también me mencionan sin poner mi nombre, solamente se refieren a mí como un mexicano en entrenamiento.)

Murdoch diseñó los sistemas de señalética para las instalaciones con señales móviles y fijas que asemejan tótems, hechos con cartón corrugado impreso y fácil de armar. Julia Johnson diseñó los uniformes con aplicaciones a diferentes objetos haciendo uso de las ondas olímpicas. Después de los símbolos deportivos, se diseñaron los correspondientes a la Olimpiada Cultural, aquí sólo intervenimos tres personas; Wyman, Beatrice Colle y yo, hasta su fase final.

Mi primer diseño de los símbolos culturales fue el del “árbol de la vida”, pues como mexicano me tocaba la parte más arraigada de la cultura. Antes de terminar las olimpiadas Wyman tuvo algunas diferencias con Ramírez Vázquez, Beatrice Trueblood y con Eduardo Terrazas terminando con éste último su contrato. A partir de ahí, se me carga el trabajo para hacer lo que a él le tocaba, las aplicaciones de los símbolos culturales para las portadas y contraportadas de las publicaciones, con fotos e ilustraciones de alguno de nosotros, publicaciones deportivas y culturales, programas, resultados de los juegos, cuidado de la identidad. Poco a poco me dieron créditos pero no los suficientes considerando los que en su momento le fueron dados a Lance Wyman.

Mexico 68 - Mexcelent Font

¿Se puede atribuir todo el programa de diseño a Wyman?

¡Absolutamente no! Él configuró las bases para la identidad visual con símbolos, tipografías y colores para continuar con el desplazamiento del juego visual a través de todo el programa gráfico, pero hubo muchos que participamos en este desarrollo, empezando por las cabezas que eran Trueblood y Terrazas. Así como los ilustradores, diseñadores, escritores, fotógrafos, traductores e impresores quienes dependían del departamento de Publicaciones y los arquitectos y los diseñadores de ambiente quienes dependían del departamento de Ornato Urbano. Cuando comencé con esta profesión, entendí que en otros países se le daba crédito a la mayoría de los que intervenían en un proyecto, no fue así en el caso de las Olimpiadas donde mis superiores se acreditaron todo.

La historia de que los arquitectos Ramírez Vázquez y Terrazas diseñaron totalmente el programa gráfico México 68 es contradictoria, ya que el primero era el jefe y a la manera antigua política mexicana, ellos fueron, o creyeron ser los dueños y autores de todo lo que se produjo en México durante los Juegos Olímpicos. Cabe decir que ellos también fueron escogidos y contratados por el Comité Organizador que comenzó con el gobierno de López Mateos. Hubo muchos más que participamos en mediana o a gran escala con nuestro talento y gracia. Jóvenes arquitectos, diseñadores talentosos y preparados que habíamos estudiado en México, en los Estados Unidos y Europa, nunca conocí a tantos diseñadores reunidos por una causa, todos venían de diversas extracciones.

A continuación ofrezco una lista parcial de participantes y de los diferentes departamentos que hicieron posible la imagen visual en 1968, entre diseñadores gráficos, ilustradores, arquitectos, diseñadores industriales y escenógrafos, que incluye a mexicanos y extranjeros que estudiaron en varios países: Juan Manuel Aceves, John Adams, Luis Beristain, Jane Blumestock, Sergio Chiapa, Beatrice Colle, Luis Corral, Jerete de Jorno, Juan José de Dios, Irma Dubost, Juan José Durán, Nancy Earle, Elliot Ellentock, Manuel Escutia, Héctor Girón, Michael Gross, Alejandro Herrera, Ignacio Hernández, Julia Johnson, Gloria Lagunes, Jesús López, Raúl Montoya, Peter Murdoch, David Palladini, Luis Paredes, Robert Pellegrini, José Antonio Pérez Esteva, Dolores Sierra Campuzano, Susan Smith, Jan Stornifelt, Humberto Texcocano, Manuel Villazón, Jesús Virchez, José Luis Ortiz y Xavier Xiron, entre otros, así como fotógrafos extranjeros que cubrían los eventos entre ellos Michael Putman y Abbas.

Durante 46 años se han publicado artículos en revistas y periódicos con versiones diferentes, en 2005 la revista Eye publicó una entrevista con Pedro Ramírez Vázquez, Eduardo Terrazas y Soto Soria dirigiendo la atención de que Ramírez Vázquez por sugerencia de Soto Soria desarrolló el logotipo de las olimpiadas con la influencia del arte Huichol que Soto Soria venía estudiando durante años; que para ello fue traído un nativo del estado de Colima a quien conocimos. Sí, efectivamente ese nativo Huichol circulaba por los pasillos de Comité, pero para mí fue parte del mobiliario en el cual me críe.

Por supuesto se elaboraron diseños con estambre al estilo Huichol después de que el diseño fue terminado y no antes, solamente como otra aplicación. Para diseñar tipografía se tiene que tener dominio de las leyes que rigen el espacio, ligadura, volumen, carácter, estilo y forma que sólo un diseñador con entrenamiento en normas tipográficas puede diferenciar y apreciar. Se partió de un Logotipo donde predominaba la geometría como juego visual. Wyman lo sabía, yo lo sabía.

Lance Wyman sobresale con este evento y recibe múltiples comisiones de trabajo de la industria privada y de algunos arquitectos mexicanos fascinados por el nuevo diseño. Wyman fue asistido en sus proyectos en diferentes tiempos y grupos para diseños de hoteles, bares, compañías y centros comerciales por Francisco Gallardo, y Ernesto Lehfeld. En particular, a mí me tocó la señalización del Hotel Camino Real, y la Copa del Mundo.

En 1969 surgió el programa gráfico para el Campeonato Mundial de Futbol 1970 y Lance Wyman me llamó para organizar el grupo encargado de producir el Programa Grafico de la Copa. Ahí brotó otra batalla política que hizo que los participantes extranjeros como él, junto con el ilustrador inglés Robín Bath, salieran por problemas surgidos cuando el dirigente del futbol mexicano Guillermo Cañedo hizo uso de la maquinaria política –bajo el gobierno del presidente Díaz Ordaz– y eliminó a esta compañía que fue levantada con iniciativa privada por discrepancias con la ley de registro de marca, desde luego razones políticas. Sin embargo, desarrollamos carteles, publicaciones y personajes representativos a cada país participante, con el personaje característico de la Copa del Mundo, quien Lance diseño, yo lo bautice con el nombre de “Pico”, y Robin Bath ilustró las diferentes vestimentas, pero esta será otra historia a contar.¶

(Publicado el 10 de agosto de 2016)


[1] George Nelson fue un diseñador industrial estadounidense y uno de los fundadores del Modernismo Americano. Arquitecto, escritor, diseñador industrial y maestro. Desde los años 40 diseñó muebles para Herman Miller, así como catálogos y stands en ferias y exposiciones. Abrió su compañía: George Nelson Asociados, en 1955 en New York, por donde circularon renombrados diseñadores, arquitectos, artistas, entre ellos: George Tscherney, Lance Wyman, Robert Brownjohn, Bill Cannan, John Pile, Robert Webster, Jerry Sarapechiolo y Eduardo Terrazas.

[2] Esos primeros bocetos debieron haber quedado en manos de Alfonso Soto Soria, quien fuera director del Museo Universitario de Ciencia y Artes de Ciudad Universitaria, quien le solicitó los bocetos porque coleccionaba dibujos e ideas. En 2006 junto con Ramírez Vázquez reclaman en una entrevista de la revista Eye, que el uso de las líneas en el logo fue idea de Soto Soria, probablemente porque poseía los bocetos rough que Wyman le había obsequiado.

[3] La identificación de un evento como las Olimpiadas no es cosa de juego pero si de juego visual con tonos históricos y políticos. Una identidad que justifique la aptitud del lugar de origen; sus costumbres sobrevivientes de la mezcla de sus culturas, su comida; sus contornos; su música; su arte; ¿Qué profesión en México estaba calificada para organizar sistemáticamente un programa de esa magnitud? El diseño gráfico, como era conocido en Europa y en los Estados Unidos, esta profesión que estaba prácticamente en desarrollo en México, según Arthur Solin, quien reconocía que en los últimos diez años, debido a su economía, México estaba preparado para dar el gran paso y utilizar el diseño gráfico como parte de un sistema más amplio de comunicación, como ya lo hacían otras sociedades que se enfrentaban con problemas relacionados con la identidad, problemas donde el diseño gráfico tiene una gran influencia para satisfacer tales necesidades por medio de la elaboración de productos.

Acerca de la creación del sistema de diseño de los XIX Juegos Olímpicos de México 1968

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Por José Luis Ortiz Téllez.

Cada cabeza es un mundo, y cada persona tiene su versión. Esta es la mía, desde una perspectiva diferente, desde el centro de acción. Ninguna persona puede producir individualmente tanta cantidad de proyectos, se necesita de talentos, manos, y energía para concluir con un diseño vertical como lo fue el de las Olimpiadas de México’68 hace 46 años.

I

A finales de 1966 y principios 1967, siendo un estudiante de mercadotecnia y publicidad, estaba rodeado por la cabeza de los medios mexicanos: la nieta del dueño de una cadena de radio, la hija del representante del Mickey Mouse, el hijo del editor de la revista Caballero, el sobrino de uno de los famosos productores de cine, en fin todos ellos poseían altas credenciales. Nuestro padrino de generación fue Miguel Alemán Velasco, hijo del ex presidente mexicano, nuestros profesores provenían de prestigiadas agencias publicitarias, canales de televisión o eran productores de cine o impresores, la gran familia de la comunicación mexicana. Fue una época en donde los mensajes en comunicación eran inteligentes, creativos, con sentido, utilizando conceptos, ideas impresionantes, desde luego para persuadir al consumidor, para llevarlo al mercado, para ofrecerle positivamente un producto, años después rechacé todo este concepto porque degeneró en vulgaridades, en barbarie, en conceptos baratos, sin escrúpulos. Aprendí a escribir guiones, textos, cabezas titulares atractivas, slogans, formatos para anuncios, testimoniales, a utilizar el verbo popular en las campañas, para mover al público para que tomara ciertas decisiones.

Mexico 68 JLO - 2

Yo venía de la industria privada –trabajé en el despacho de diseño con Raymundo Álvarez, reconocido artista gráfico del momento, y en dos agencias de publicidad1, una factoría americana de productos eléctricos y otra mexicana de comestibles en donde aprendí a programar tableros en el departamento de IBM– y de San Carlos, La Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde años más tarde tendría batallas campales durante el proceso de cambio y desarrollo de los programas de diseño en la comunicación gráfica que fueron aceptados en 1975. En ella aprendí técnicas de dibujo, escultura, pintura, diseño y lo más importante a pensar en imágenes, a desarrollar mi percepción, y mi cultura visual. Tuve además la fortuna de participar en dos publicaciones2, una diseñada en la secundaria, “El Clarín”, y la otra en la preparatoria, “El Quijote”.

Los profesores en la Escuela Técnica de Publicidad (ETP 1966-1968) me consideraban prometedor, me toleraban y me apoyaban. Recuerdo a quien me ayudó a organizar mis ideas con conceptos claros y eficientes, me refiero al filósofo y lingüista Arrigo Coen Anitua –padre de los artistas Arístides y Arnaldo– quien, dicho sea de paso, me defendió años más tarde –cuando fui atacado en una nefasta revista de diseño editada en Monterrey– diciendo en un artículo suyo, en la revista “El Consumidor”: “José Luis es el mejor diseñador y mi hijo Arnaldo el mejor pintor mexicano”.

Estando en clase, salió el tema, por parte de uno de mis maestros, de que estaban siendo organizadas las olimpiadas y que uno de sus contactos en la organización buscaba dibujantes publicitarios, no se les llamaba diseñadores gráficos en esos momentos.

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Nunca me imaginé trabajar en una olimpiada, las había visto en el cine, en los libros, o a través de las noticias de la televisión. Ante el planteamiento sobre si me interesaba participar, contesté amablemente que no. Yo no quería pasarme el resto de mi vida sentado frente a una mesa de dibujo. Tres compañeros de clase fueron igualmente invitados. Al día siguiente me dijeron que necesitaban otro más, que yo era el mejor porque habían visto mis presentaciones visuales, mis diseños tipográficos, mis anuncios para revistas, mis storyboards (secuencia visual para cine y video), mis carteles y, sobre todo, el diseño de la revista “Comunicación”, que la Escuela Técnica de Publicidad y la Asociación Nacional de la Publicidad patrocinaban –y de la que fui fundador y director artístico, en compañía de Ricardo Ampudia quien fungió como editor– y de la revista “Visión Publicitaria”, de la que fui director de arte y reportero.

Me llevó varios días tomar una decisión, finalmente me presenté y me pusieron a trabajar inmediatamente. Fui recibido por el profesor Willebaldo Solís quien fue el asesor deportivo y, más tarde, por Beatrice Trueblood, jefa del departamento de publicaciones, que se encontraba por encima de Lance y de todos nosotros.

Beatrice, diseñadora de publicaciones, tenía un ojo exquisito –me refiero a la manera en que veía los elementos de imagen y formato editorial– con una personalidad y profesionalidad impresionante, y, sobre todo, con una voz de mando. Al inicio fui dirigido por un estadounidense simpático que no hablaba español, Arthur Solin3, que trabajaba en Nueva York como consultor de diseño, vino a México a principios del 67 y estuvo hasta el otoño del mismo. Fue contratado específicamente para desarrollar las retículas y sistemas de formato de las múltiples publicaciones a diseñar con sus formas y procedimientos. Después de dos o tres semanas nos reunió y asignó a diferentes departamentos. Resultó que Arthur, ahora lo sé, tenía un gran ojo para encontrar la capacidad de cada uno de nosotros. Puedo ver en mí, después de tantos años, esa capacidad de dirección con la que él contaba para identificar los talentos de cada individuo. Recuerdo que me dijo “los símbolos e imágenes deberán ejecutarse con la misma mano y tú la tienes, hemos decidido que tú seas el asistente de Lance Wyman”.

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Ese fue el principio de mi calvario. Trabajé como nunca, con entusiasmo, profesionalismo y responsabilidad haciendo uso de mis conocimientos de arte, diseño, y publicidad. Ahí conocí a otros personajes que vendrían a ser un ejemplo de lo que yo quería ser. Entre chicos y chicas se fue armando un grupo de diseño que fue asignado a diferentes departamentos; el mío, Publicaciones, me satisfizo y cumplió con lo que pensé siempre acerca del diseño. En mi sección fueron contratados varios jóvenes diseñadores extranjeros, recién egresados de escuelas en Nueva York; el Pratt Institute y la School of Visual Arts, instituciones de arte y diseño en las que, por azares del destino, llegué a dar clases dos décadas después. Entre ellos surgieron artistas que hasta la fecha se encuentran activos; Michael Gross, David Palladini, Susan Breck Smith, Jane Blumenstock, Nancy Earle, y Bob Pellegrini del Pratt Institute; Jan Stornifelt de la SVA, y Beatrice Colle, Francesa-Mexicana que venía de la escuela de diseño de Basilea Suiza, quien era dirigida por Armin Hofmann (autor del libro Graphic Design Manual publicado en 1966.)

Fue tanta mi devoción que al final, y frente a los requerimientos de horarios que demandaba el trabajo, tenía que dormir debajo de las mesas de trabajo, todo era rápido pero bien hecho. De sketches (bocetos burdos) se pasaba a los originales para su reproducción, aquí no existieron los compso bocetos terminados, existían pruebas impresas que eran mostradas a la cabeza del Comité Organizador, Pedro Ramírez Vásquez, y a los directores alternos Beatrice Trublood y Eduardo Terrazas para recibir sus opiniones y su venia.

Al ser aceptados (la mayoría fueron aceptados en la primera presentación, algunos otros tuvieron que ser editados en el camino) se proseguía con la impresión final de miles de ejemplares. Los textos, las pruebas de galera (así se le llamaba a las hojas que contenían la tipografía antes de ser terminadas) eran corregidos, editados, y autorizados por Beatrice y su grupo de editores y escritores, las fotos eran seleccionadas también de los cientos que los fotógrafos tomaban. Todo se redactaba en tres lenguas; español, inglés y francés.

Mexico 68 Simbolos Direccionales

Las ilustraciones eran en su mayoría elaboradas por alguno de nosotros, dependiendo del caso –incluso yo tomé algunas de las fotografías que fueron utilizadas en varios de los programas culturales. Era tanto el movimiento y muchas las necesidades que uno terminaba haciendo un poco de todo, incluso labores de supervisión de la impresión, todo siempre con la premisa de garantizar una buena calidad y consistencia en el diseño.

Ramírez Vázquez gustaba de caminar por las instalaciones (eran las oficinas de su propiedad, su casa se encontraba al cruzar el jardín en el Pedregal de San Ángel). Unas de esas noches preguntó: “¿de quién es este cubículo?” intrigado tal vez por los muros donde acostumbraba colgar, con Push Pins, bocetos, diseños, negativos, y pruebas de impresión, a lo que Beatrice Trublood contesto: “de José Luis Ortiz”. Ramírez Vázquez era una figura impresionante –en alguna ocasión le escuché decir, en respuesta a un comentario relacionado con que aprendimos mucho de los estadounidenses, a lo que él planteó. “¡Ellos también aprendieron de nosotros!”

En las instalaciones de la Olimpiada teníamos acceso a todos los medios necesarios para producir nuestros proyectos, lo equivalente a lo que ahora se corresponde con los procesos digitales; se contaba con poder de decisión, dirección y se obtenían resultados profesionales; teníamos laboratorios de fotocomposición y fotográfico, se contaba con tipografía en linotipo, copiadoras, escritores, diseñadores, ilustradores, fotógrafos. Había que diseñar un programa completo sistemático para toda la olimpiada; el departamento de Publicaciones necesitaba formatos; el programa Cultural y Deportivo requería de símbolos; los lugares de competencia requerían de identificación y de mecanismos de resultados; los diferentes programas culturales requerían carteles; el departamento de Ornato Urbano requería de un sistema de señalización; y los boletos para los eventos debían de ser diseñados.

Así me la pasé hasta después de terminadas las olimpiadas. Trabajaba hasta muy tarde y por las noches salía y me quedaba con Nancy, una estadounidense de NY que fue diseñadora en el Times Magazine, y que vivía cerca de la zona de Coyoacán. Mi vida era el trabajo y mis compromisos con la olimpiada.

Tenía muy poco tiempo para socializar porque siempre estaba en stand by, excepto a la hora del almuerzo, tenía que esperar hasta el fin de semana para salir con mis amigos de la preparatoria y de San Carlos. En ocasiones se organizaban fiestas y reuniones con los compañeros de publicaciones, salidas al festival cinematográfico en el desaparecido cine Roble en la avenida Paseo de la Reforma, a veces salíamos a tomar una copa en algún bar cercano de San Ángel o Coyoacán con Carlos Beltrán, Luz María Linares y Miguel Cervantes, de la misma manera, eran contadas las visitas de Scarlett, mi amiga y enamorada de infancia.

En la casa de Lance conocí a Antonio Peláez, así como a su compañero, que fueron los caseros y vecinos en la calle Nebraska, quien organizaba reuniones donde aparecía gente reconocida y celebre. Lance dio una recepción en ese mismo edificio para los artistas que participaban en la “Ruta de la Amistad,” organizada por Mathias Goeritz , ahí descubrí y conocí al artista Alexander Calder4, autor de los móviles y de grandes esculturas que se pueden observar en el Hotel Camino Real de la Ciudad de México.

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Pocas veces circulaba por el piso de abajo donde estaban Manuel Villazón y Jesús Virchez con su grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamericana, que colaboraban con nuestro departamento, Virchez, Villazón y Sergio Chapa habían sido los iniciadores de la evolución de los 20 símbolos deportivos que fueron desarrollados y refinados por Wyman y nuestro equipo de trabajo. Otro de los departamentos era el de Eduardo Terrazas5 que fungía como Asesor Artístico de las Olimpiadas y estaba al frente del departamento de Ornato Urbano y, desde luego, el de Publicaciones dirigido por Beatrice Trueblood donde también se veían caras familiares de escritores o traductores de español, inglés y francés. Incluyendo a José de la Colina, José Revueltas6, Juan Vicente Melo, y Juan García Ponce entre otros, y chicos y chicas de diferentes países y colores. En mi opinión destacaba el editor de publicaciones Huberto Batís.

Durante los juegos y cumpliendo con los horarios, mi trabajo se extendió por las noches y por la madrugada, había que entregar los originales a la “Imprenta Miguel Galas”, sobrino de Santiago el fundador de la imprenta, donde el ilustrador-pintor Jesús Helguera había trabajado en sus populares calendarios en décadas pasadas, eran los impresores más completos en esos tiempos con grandes prensas de múltiples colores. Había otros fabricantes de parafernalia olímpica a los que se les entregaban los originales para su reproducción.

La consigna de los impresores fue darnos todas las facilidades que nuestro trabajo requiriera. En las selecciones de color se retocaban los errores o modificaciones, nuestros originales estaban montados en cartulinas blancas o recortados en acetatos de película ámbar o roja llamada Rubylith que reproducían al negro, como las que se usan para serigrafía, y eran montados por mí y Beatrice Colle. Armábamos las capas del original con película negativa o película transparente. Era una forma rápida y eficiente, si se conocía la fotomecánica, los sistemas de impresión siguiendo los pasos nos llevarían a un resultado positivo. Si lo hacíamos en negativo sabíamos que saldría en positivo y viceversa.

El trabajo de espejo era divertido y se lograban resultados increíbles con los colores seleccionados. Era una juego entre papeles, maquinaria y olor a tinta, los trabajadores de Galas también ayudaban con sus especialidades; el seleccionador de color, el que armaba los originales para reproducción múltiple aprovechando los tamaños del papel sin desperdiciarlo, el paste-up ó maquetero que finalizaba los originales, los de fotocomposición que igualaban los colores que caprichosamente seleccionamos de los muestrarios de Pantone, con tramas y pantallas de diferentes puntos, el impresor que distribuía el color equitativamente en los rodillos, las pruebas a color, las pruebas de máquina, el encontrar errores ortográficos en las placas terminadas, el parar la producción porque los horarios cambiaron y había que repetirlos, el parar la producción porque los colores o el concepto no era el adecuado y había que desecharlo.

Era una serie de trabajos manuales, artesanales que culminaban con grandes resultados; atractivos carteles, folletos con una calidad extraordinaria para esos tiempos, reproducciones fieles a la fotografía y registros fieles a los del diseño.

Fue una gran experiencia, una lección de posgrado, una muestra de lo qué se puede hacer con talento y poder. Así fue como me malacostumbre, es decir, pensé que todos mis trabajos serian como este, que había empezado con una gran línea de trabajo. No fue así, nadie tuvo los medios suficientes para producir en un solo lugar hasta finales de los setentas que ya se contaba con cámaras fotomecánicas para producir copias y negativos, copiadoras, tipografía, utilizadas en la producción de originales listos para ser multiplicados. Se utilizaban fotografías impresas en b/n y color directos de negativos y transparencias de treinta y cinco milímetros para la posición de fotos.

Ahora con la web y los sistemas digitales, scanners, fotografías de archivo, y con las impresoras se pueden obtener pruebas a color así como negativos antes de ser enviados al impresor, sin el goce que se tiene cuando se dibuja, se hacen bocetos, se fotografía, se colorea, se escoge la mejor tipografía, logrando una interacción entre diseñador -fotógrafo -ilustrador, en esos tiempos se desarrollaban varias alternativas y se tomaba una decisión de cuál era el mejor concepto.

Había reuniones y cenas. México estaba en una algarabía contagiable. Por una parte se tomaba vino y tequila, por la otra los universitarios perdían su autonomía. Todos nosotros nos encontrábamos en medio de una disyuntiva: ¿para quién estamos trabajando?, ¿éramos parte de la elite justiciera?, ¿éramos cómplices? Muchas preguntas, pocas respuestas. Para mí todo era trabajo, disfrutaba tanto que no media el tiempo y esfuerzo, era mi pasión y me abría una gran ventana al mundo.

En mis intercambios culturales con nuestros compañeros extranjeros, se sembró la semilla para mi salida de México, todos me decían que lo que yo hacía lo podría desarrollar mejor en Nueva York. Pasaron varios años antes de mi partida. Incluso al final de las olimpiadas un personaje de la comunicación Carlos Arouesty propuso en una comida que el grupo de diseño de las olimpiadas trabajara para su agencia al final del evento, a lo que todos coincidieron en que yo fuera el Director de Arte, así fue por algún tiempo.

(Publicado el 9 de noviembre de 2015) 


  1. Cabe incluir en estas rememoraciones a Carlos Arouesty, quien fue un personaje en la comunicación mexicana, mi padrino de graduación, mi jefe en la Agencia de Publicidad que llevaba su nombre, así como socio en ABYSA (Arouesty–Bauwer–Yáñez), otra agencia de publicidad donde yo fui cabeza de un grupo creativo así como director de arte entre 1972 y 1973.
  2. Mi primera experiencia de comunicación fueron “El Clarín” (nuestro lema fue: “Toca poco pero cuando toca suena”), una publicación de la secundaria (1958-1960), impresa en Mimeógrafo donde primero se tenía que teclear en una máquina de escribir (picar) a una hoja de seda especial para la impresora Gesterner y luego enrollarla en el cilindro que al ser manipulado rodaba despidiendo la tinta e imprimía en hojas predispuestas; y “El Quijote” un vocero de la preparatoria No. 7 (1964), impresa en prensa plana, junto con otros compañeros de la secundaria.
  3. La identificación de un evento como son las olimpiadas no es cosa de juego pero si del juego visual con tonos históricos y políticos. La identidad debería justificar la aptitud del lugar de origen; sus costumbres sobrevivientes de la mezcla de culturas, sus comidas; sus contornos; su música; su arte; ¿Quién en México estaba equipado para organizar sistemáticamente un programa de esa magnitud? El Diseño Gráfico, como era conocido en Europa y los Estados Unidos, estaba prácticamente en desarrollo en México, según Arthur Solin, y, en los últimos diez años debido a su economía, estaba preparado para dar el gran paso para que fuese utilizado como parte de un sistema más amplio de comunicación –como ya lo hacía en otras sociedades que se enfrentaban con problemas de identidad, problemas, donde el diseño gráfico, tuvo una gran influencia en la atención a las necesidades y en la elaboración de productos, diferenciando entre la gran competencia de productos y servicios. Es por ello que se necesitaba a un diseñador de marca que diseñará un programa congruente y logístico. America’s Graphic Design Magazine, mayo/junio 1968, XVII:III. Traducido y editado por José Luis Ortiz Tellez.
  4. Mathias Goeritz, escultor, profesor de arte y pintor de origen Alemán, radicado en México desde 1949. Entre otras actividades influyo en algunos artistas jóvenes mexicanos y apadrinó a Wyman desde el principio. Fue coordinador de la Ruta de la Amistad durante los Juegos Olímpicos. Recuerdo que decía, cuando alguien copiaba a nuestros antepasados, “A los muertos hay que dejarlos en paz”.
  5. Entre sus proyectos se pueden observar el diseño de ornato en todos los estadios y pistas deportivas, utilizando ondulaciones que producía el linaje ofrecido por el logotipo México’68 y que sugería un efecto de eco. Los efectos fueron una geometría fantástica; aplicaciones a muros, esculturas, uniformes, señalizaciones y todo accesorio visual utilizado como identificación o de ambiente en las instalaciones deportivas.
  6. Nuestros compromisos fueron con la olimpiada, pero los acontecimientos que sucedían fuera de nuestros terrenos eran alarmadores. Se acusaba a José Revueltas, uno de nuestros escritores, quien circulaba por los pasillos de las oficinas del Pedregal y con quien llegué a tener simpatía, y a quien le brindé respeto después de compartir algunos momentos entre conversaciones y tequila, de ser uno de los participantes en la Asamblea de Intelectuales y Artistas ante el Consejo Nacional de Huelga en 1968, y autor intelectual del movimiento. Días más tarde, el 2 de octubre el ejército invade la Ciudad Universitaria, continuando con la matanza de los estudiantes y manifestantes reunidos en la Plaza de las tres culturas en Tlatelolco y él desaparece del mapa. En esa época no tenía ninguno de sus libros, sabía que José Agustín había editado su obra literaria en 1967, y escuche que el stablishment cultural no lo aceptaba, lo vetaba. Su afiliación comunista y su pasado de rebeldía ante el status quo lo llevo a prisión varias veces. ¿Quién es este hombre?, ¿qué estaba haciendo aquí? Se ganaba la vida escribiendo para la cultura, en este caso para una olimpiada que era la antítesis de lo que él representaba. Tengo otro cuento sobre él.
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