El dibujo y la cartografía

17 mayo, 2019

Por René Contreras Osio.

El dibujo ha sido la herramienta de observación y registro del entorno desde que el homo sapiens o sus ancestros pudieron sostener una herramienta trazadora sobre una superficie, con la cual, y desde entonces ha establecido un estrecho vínculo con el mundo al significarlo mediante su representación. El dibujo como actividad y lenguaje artístico es sólo una de las posibilidades de ejecución del trazo sobre una superficie, ya que el dibujo no siempre ha sido considerado leguaje artístico y no lo ha sido en la mayoría de sus usos en cada una de las épocas en las que podemos rastrear y documentar su práctica; sin embargo siempre ha estado ahí para constatar y evidenciar la presencia humana y la pulsión por trazar formas mediante manchas, puntos y líneas, ya sea en los abrigos prehistóricos, en petroglifos, huesos esgrafiados y trazos en tablillas de barro cocido o grandes líneas en vastas extensiones de tierra  en la planicies de Nazca. En otro momento histórico el trazo delicado y preciso da origen a la escritura y se extiende a otros usos prácticos como herramienta auxiliar en la delimitación y parcelación de la tierra; es decir que el dibujo lo mismo sirve para usos simbólicos y como herramienta en la representación el entorno.

La cartografía antes que ciencia ha sido una derivación natural e instrumental del dibujo, para cuya práctica ha sido necesaria poseer la habilidad de observación y descripción gráfica en una superficie bidimensional de una extensión territorial, que precisa de la correcta ubicación de accidentes topográfico o bien, en la superficie marina donde los referentes son la posición de los astros en la bóveda celeste que se alzan desde el horizonte; es así que la necesidad de ubicación ha potenciado la imaginación espacial y las capacidades del cálculo racional de proporciones, dimensiones, distancias y coordenadas, dando así origen a la cartografía científica.

El vínculo entre dibujo y cartografía ha existido desde la antigüedad pues la manufactura de mapas e itinerarios ha recaído en quienes poseen la habilidad del dibujo tanto como la capacidad de observación y cierto instrumental que ha ido evolucionado; también ha sido necesario que los datos del entorno queden asentados en una superficie lo suficientemente estable y durable para resguardar tal cantidad de información visual en formas y estilos diversos. Desde su origen la forma del mapa ha sido condicionada por el formato y dimensión de la superficie en que habrá de contenerlo; desde tablillas de barro cocido, piedra o madera, hasta pieles de origen animal o folios vegetales y papeles industriales, o bien, formatos tridimensionales como un globo terráqueo. La manufactura del mapa ha necesitado de los recursos gráficos para poder representar la imagen de un territorio en una superficie fija o portable; esos recursos gráficos han pasado por varias etapas en cuanto a su diseño y utilidad, destacándose por su belleza algunos ejemplares.

Es a través de la cartografía que se han definido la forma y contornos de los territorios ocupados e imaginados por el hombre para darle certezas de ubicuidad y localización geográfica con fines utilitarios, tales como los mapas descriptivos en el origen de los relatos mitológicos y fundacionales; de las migraciones y éxodos debidos a causas diversas; de delimitaciones de índole política y económica; de itinerarios lineales de travesías y conquistas; de prácticas de exploradores y naturalistas de las potencias colonialistas o como instrumental en la estrategia de la guerra y geopolítica. Así mismo los mapas y cartografías son proyecciones de raíz y contenido simbólico poético, fantástico y de ficción entre los variados usos que en el arte le ha dado a la práctica de ver, vivir, representar y narrar un territorio.

1572 Ciudad de México, Urbanización de Flandes de 1572, basado en el mapa de 1524.
1572 Ciudad de México, Urbanización de Flandes de 1572, basado en el mapa de 1524.

Encontramos en la historia de la cartografía dos vertientes que se gestan y la enriquecen técnica y visualmente: el concepto del paisaje y la representación cartográfica; el concepto  de paisaje como modelo de disfrute estético de una extensión territorial aparece registrado por primera vez en una carta fechada en el año 1336 del poeta Francesco Petrarca[1], quien asciende al monte Ventoux donde hace la primera descripción estética del entorno como paisaje, a partir de ahí, el paisaje figurará alternativamente como modelo de belleza en el arte y la pintura, y es desde esta última que perdura hasta hoy el gusto por la descripción e interpretación de la naturaleza; así mismo, el paisaje[2] figurará como auxiliar en forma de viñeta informativa y locativa en mapas y planisferios. Esta simbiosis ha decantado en ricas posibilidades de la representación e interpretación gráfica de un entorno físico y geográfico al incorporar los recursos técnicos y creativos provenientes del dibujo, desde la simple descripción de un croquis hasta la rica ornamentación y poblamiento de imágenes bellamente dispuestas de orlas y cenefas, rosas de los vientos así como de bestias marinas mitológicas y seres extraordinarios que habitan otras tierras que se anticipan a su encuentro a través del mapa, generando procesos de especulación imaginativa e inevitable. Una de las primeras aplicaciones del dibujo como herramienta o instrumento para la correcta orientación o delimitación del territorio junto a la descripción de las características del entorno es el mapa.

El mapa es un instrumento tecnológico de supervivencia que asegura el desplazamiento de un punto geográfico; proporciona nociones de veracidad y certidumbre en el relieve topográfico, da certeza en las dimensiones y distancias recorridas o por recorrer y con ello amplia las nociones  de temporalidad y ubicuidad espacial, con lo cual, la percepción del mundo se dimensiona desde la lectura de datos, no obstante, la actividad y capacidad imaginativa humana se activa al ver  un mapa como imagen, pues este se transforma en escenario de sucesos y circunstancias dramáticas donde se proyecta el imaginario cultural e individual a través de una narrativa visual.

El mapa define gráficamente el conjunto de características y factores que caracterizan un lugar; es pues ese conjunto, cualquier cantidad de cosas que conforman un medio; así mismo, cada lugar conocido tiene su propia carga histórica y simbólica, lo mismo que aquellos sitios en que la historia, la tradición y el mito han asignado potencias negativas, mágicas o divinas y se constituyen en nociones metafísicas como: jardín[3], genius loci[4], paradeisos, o axis mundi[5]. Un lugar se erige en cosmos cuando ha sido colonizado u ocupado por el hombre y poblado simbólicamente por el imaginario colectivo; es un complejo tablero codificado por los usos domésticos, comerciales, militares; científicos, políticos, religiosos y mitológicos. En el plano individual, el lugar cobra significado al ser el escenario de la biografía y los desplazamientos personales.

Los mapas más antiguos datan de hace 2300 años en Babilonia y en el siglo II en China hay mapas de regiones más extensas. Fueron los mapas griegos, concretamente el de Ptolomeo, en los que se plantearon desde la observación astronómica y las matemáticas la correcta representación de la superficie; en cambio en Roma el mapa es un instrumento basado en itinerarios que debían seguir los ejércitos por la vasta red de caminos trazados por Europa y territorios dominados, cuyo modelo no es el griego astronómico sino práctico y militar, muy semejante a los empleados en Babilonia que recurren a la colocación secuencial de figuras etnográficas acompañados de la representación geográfica en cada punto del itinerario[6].

Para la edad media se habían perdido las nociones de ubicación geográfica mediante coordenadas; la superficie del mundo se vuelve plana y se interpreta desde los comentarios de la Biblia, pero se producen bellos mapas dibujados e ilustrados con magníficos ornamentos y viñetas fantásticas. Es gracias a la traducción de los textos griegos realizados por los árabes en el siglo VIII que la cartografía científica se retoma, y sólo debido al intercambio comercial que los árabes mantienen con Europa es que se recuperan las nociones geográficas científicas, que después les habrán de ayudar a emprender los grandes viajes de descubrimiento cuando se cierran las rutas de comercio con el oriente. Este avance se debió al gran cosmógrafo Al-Idrisi que usó como principal fuente el trabajo de Tolomeo y realizó un mapa del mundo en 1154.

El dibujo y la cartografía en la Nueva España

Continuamos este breve recorrido de la cartografía por el nuevo continente, ya que América recién descubierta fue campo fértil para el desarrollo de la cartografía como instrumento de dominio geopolítico, económico y militar; si bien la cartografía intentaba ser certera y confiable, la tecnología disponible limitaba su alcance en el conocimiento y descripción del Nuevo Mundo, ya que no estuvo exenta de interpretaciones erróneas y hasta mal intencionadas. América, como parte del nuevo territorio, queda abierta a la exploración y colonización de españoles y portugueses, y es a través de sus crónicas que comienza a aparecer en el imaginario de las mentes europeas del siglo XVI.

Plano de Toledo. Dibujo a tinta de David Temprano.
Plano de Toledo. Dibujo a tinta de David Temprano.

A partir de los primeros viajes de Colón y las posteriores expediciones de portugueses, Ingleses, holandeses, se disemina por Europa gran cantidad de noticias verídicas y fantásticas  sobre el Nuevo Mundo; información que debido a la distancia, a la diversidad de las fuentes y a la mentalidad de entonces, despierta el interés y la codicia de quienes se habrán de embarcar en la aventura americana, en la búsqueda de sitios maravillosos que prometían riqueza, abundancia y honor para aquel que llegara a conquistarles, dando así inicio a las travesías a ultramar, y expediciones al interior del continente, cuyos hallazgos fueron conformando, no sólo un mapa de la geografía física y económica; también alimentaron el imaginario colectivo que recreó una imagen de un nuevo mundo más allá de la vieja Europa.

La cartografía[7] marca su influencia en el imaginario de una época, con la nueva traza del mundo donde encuentran campo fértil la recreación de los mitos que habían poblado la mente aún medieval y supersticiosa tanto como humanista del europeo de entonces. Dan cuenta de ello las innumerables crónicas de viajeros, cartógrafos y soldados. Aventuras como la fallida expedición y naufragio del tesorero Alvar Núñez Cabeza de Vaca[8] a la Florida, donde se confrontan dos visiones del mundo y como estas se asimilan mutuamente; la también trágica expedición de Lope de Aguirre[9]; o la conquista y destrucción del imperio Inca en Perú por Francisco Pizarro[10] en busca del Dorado, y por supuesto la conquista de México-Tenochtitlán por Hernán Cortés[11]. Estas imágenes fueron paulatinamente modificadas desde el pensamiento fantástico y fabuloso del hombre con mentalidad medieval, pasando paulatinamente al pensamiento Humanista y luego al Ilustrado de los expedicionarios científicos naturalistas de los siguientes siglos, quienes, atendiendo a la objetividad de los nuevos informes, sobre todo de recursos naturales, instrumentalizaron el conocimiento con un enfoque cientificista y pragmático.

A partir del siglo XVI los viajes de exploración y colonización emprendidos por Europa, hacia lo que después se llamó América, plantearon una problemática de la alteridad surgida de ese encuentro con esa otra zona geográfica y cultural; proyectando y marcando definitivamente, o al menos por 500 años, la visión de un lugar culturalmente débil y de un mundo natural inferior en la interpretación de unos y de un lugar maravilloso y lleno de riquezas para otros; tales visiones, en su origen surgen de los propios mitos europeos como Arcadia, Itaca, Thule o Atlántida; territorios mitológicos traspuestos e interpretados al nuevo territorio encontrado, acorde a las informaciones casi siempre de segunda mano deformadas por las reiteradas interpretaciones subsecuentes recabadas por conquistadores y colonizadores, y cuyo instrumento de divulgación fue el mapa de las costas y territorios conocidos, aderezado de la crónica en imágenes deformadas, inexactas y tendenciosas.

Mapa de Nuremberg, 1524.  El mapa más antiguo de la Ciudad de México, Nueva España.
Mapa de Nuremberg, 1524. El mapa más antiguo de la Ciudad de México, Nueva España.

América fue un continente al que se le fue conceptualizando paulatinamente hasta ubicarlo en la categoría del exotismo[12]; generando la invención de un espacio en la cultura occidental donde caben tanto las aspiraciones utópicas humanistas como la defenestración de lo diferente; esta ideación lanza a Europa en su redefinición que deja atrás la insularidad cultural y geográfica, que al saberse como algo distinto a lo hallado se ubica con todo ello “en un lugar”, en un centro, diferenciado de la periferia; un «otro lugar” en donde cobra sentido el «nosotros” diferenciado de “los otros”, desplazando y transfiriendo la figura amenazante de aquellos bárbaros del norte europeo que de tanto en tanto bajaban a hacer destrozos a la civilizada Roma por la de los americanos salvajes desnudos y caníbales.

Con esa autoafirmación de identidad occidente despliega un amplio instrumental ideológico, militar, técnico y humano para diferenciarse; para aprovechar todo ese capital material y humano que era América y a la vez enriquecer su universo y entorno cultural con las visiones aportadas desde la reciente alteridad del Nuevo Mundo; es aquí donde la cartografía y las crónicas juegan un papel preponderante mediante la difusión de imágenes de las nuevas tierras.

Tal es el caso de Theodor de Bry[13], grabador, orfebre, cartógrafo y editor (Lieja, 1528 – Frankfort, 1548). De Bry sin haber estado en la Nueva España recoge diversos informes y plagia dibujos de otros cronistas y dibujantes como Carolus Clusius y Jacques Le Moyne de Morgues, de los que retoma y exagera la forma del territorio, sus habitantes y sus costumbres para justificar la incursión de Inglaterra en el territorio de Virginia en Norteamérica y denostar a los españoles y las culturas conquistadas por ellos, ambos; españoles e indígenas son retratados como salvajes. Este es el uso político y pseudocientífico que De Bry les da a las imágenes que han sido reinterpretaciones de dibujos o crónicas originales –y no por eso menos fantasiosos– como fuentes de primera o segunda mano por medio del grabado y la imprenta.

De Bry sin haber estado en la Nueva España recoge diversos informes y plagia dibujos de otros cronistas, de quienes retoma y exagera para denostar a los españoles y las culturas conquistadas por ellos.
De Bry sin haber estado en la Nueva España recoge diversos informes y plagia dibujos de otros cronistas, de quienes retoma y exagera para denostar a los españoles y las culturas conquistadas por ellos.

El papel del dibujo en la exploración y difusión de las ideas

Serán los cronistas visuales; cartógrafos, adelantados, pintores, dibujantes y grabadores allegados o nacidos en la nueva España, quienes interpretarán y darán al resto del mundo las visiones de esos encuentros, que habrán de desfigurar la realidad desafiando la imaginación y curiosidad de quienes del otro lado del mar esperaban con ansia las noticias del Nuevo Mundo, provocando las oleadas de viajeros buscadores de fortuna y aventura.

Con la invención de la imprenta y sobre todo con la litografía, se conformarán los modelos y las imágenes que habrán de difundirse profusamente por Europa gracias a las posibilidades de reproductibilidad de una misma imagen junto a un texto o comentario. El mapamundi será el instrumento o artefacto visual desde donde por primera vez se tendrá una imagen global; la representación territorial se nutrirá de detalles y coordenadas, medidas, paralelos, meridianos, viñetas y demás datos de precisión.

Durante la Ilustración y con la paulatina secularización de la sociedad, el arte se independiza de la religión a la vez que la academia se fortalece; es a partir de esa circunstancia que el dibujo se hace herramienta para algunas de las disciplinas artísticas, pero también y fuera de la academia del arte, el dibujo fue utilizado como posibilidad descriptiva  en el instrumental de las ciencias, sobre todo durante las expediciones expansivas que organizan los estados y monarquías europeas hacia América. Con la imprenta y la litografía, se abre la posibilidad de democratizar el conocimiento; el dibujo sirve de “ilustración” de lo descubierto como ventana de mundos. Cumple con su papel de ser imagen de lo que no se puede presentar, nos informa de mundos lejanos, al mismo tiempo que genera imaginarios de lo posible. 

(Publicado el 17 de mayo de 2019)

Referencias

  • Bueno Jiménez, A. (2014). Tesis doctoral, Hispanoamérica en el Imaginario Gráfico de los europeos, De Bry y Hulsius, p 43, Editorial de la Universidad de Granada, España, ISBN:978-84-9028-983-9.
  • Maderuelo, J. (2007). Ed. Paisaje y arte, Abada editores, Madrid.
  • Milani, R. (2007). El arte del paisaje, edición de Federico López Silvestre, colección paisaje y teoría, Biblioteca Nueva, Madrid.

Recursos digitales


[1] “El texto más sorprendente en el que se hace referencia explícita a un lugar concreto, y que en repetidas ocasiones se ha interpretado como el primer documento que muestra un interés por un paisaje en Europa”. Maderuelo, J. (2007). Ed. Paisaje y arte, Abada editores, Madrid. p.84

[2] “El termino país y el concepto de paisaje van a surgir, en buena medida de la comparación de territorios, de la constatación de las diferencias visuales y caracteriológicas entre el lugar del que se procede y aquel al cual se llega, y de la añoranza de la patria dejada atrás”. Maderuelo, J. Op. cit. p.99

[3] “El jardín, como el paisaje, esencia y al mismo tiempo ornamento de la tierra, es un elevado e insustituible placer de la sensibilidad (y) el espíritu. Lo que gusta de un paisaje o un jardín se ilumina de una luz que viene del encanto de una tierra prometida, de un Paraíso soñado por la humanidad y custodiado por las grandes tradiciones mágico-religiosas. Es memoria y esperanza de una alegría sin tiempo”. Milani, R. (2007). El arte del paisaje, edición de Federico López Silvestre, colección paisaje y teoría, Biblioteca Nueva, Madrid, p.144

[4] Genius loci “para los griegos, naturaleza y paisaje están representados y vivificados en la totalidad del cosmos que puede ser descrito gracias a un abanico de sensaciones capaces de revelar el espíritu del lugar”. Maderuelo, J. Op. Cit. Pp.150, 151.

[5] “El Paradeisos, es un bello paisaje, ejemplo de armonía entre el hombre y la naturaleza capaz de suscitar maravilla y de favorecer placeres y sensaciones, es antrópico, pertenece al conjunto de la actividad humana, afecta lo útil paro también a la belleza”, cita sobre una definición de Venturi Ferriolo que hace Raffaele Milani en ibid. P. 56.

[6] La cartografía: http://www.mgar.net/var/cartogra.htm Recuperado el 14 de mayo, 2019.

[7] El mapa de América. Descubrimiento y exploración. http://valdeperrillos.com/books/cartografia-historia-mapas-antiguos/cartografia-del-siglo-xvi-navegacion-descubrimientos Recuperado el 13 de mayo, 2019

[8] Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1488/1490 – 1559). Explorador español y conquistador de América del Norte y México.

[9] Lope de Aguirre o bien Lope el Loco o Lope el Tirano, también denominado a sí mismo como Lope de Aguirre el Peregrino (1511/1515 – 1561). Explorador español y conquistador de Sudamérica.

[10] Francisco Pizarro González (1478 – 1541). Conquistador español del Perú.

[11] Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, marqués del Valle de Oaxaca (1485 – 1547). Conquistador español de México.

[12] O’Gorman, Edmundo (1995) [1958]. La invención de América. Mexiko D.F.: FCE. La invención de América, https://www.freewebs.com/alcelarie/documents/ogorman-invenciondeamerica.pdf

[13] Bueno Jiménez, A. (2014). Tesis doctoral, Hispanoamérica en el imaginario gráfico de los europeos, De Bry y Hulsius, p 43, Editorial de la Universidad de Granada, España, ISBN:978-84-9028-983-9.

Profesor de carrera en la Facultad de Arte y Diseño, Taxco. Licenciado en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM, Máster en Producción Artística, Universidad Politécnica de Valencia, España. Artista sonoro-visual y diseñador de objetos en plata, dirige el Laboratorio de Investigación Sonora y del Imaginario y es miembro fundador de la organización de artistas, diseñadores y artesanos Ars Faber.

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