¿Ciudadano Quién?

30 septiembre, 2014

Por Ricardo Alejandro González Cruz.

Es imposible determinar cuál es la mejor película que se ha hecho en toda la historia del cine, pero eso no ha evitado que muchos lo intenten. A finales del siglo pasado había una verdadera urgencia por clasificar “Lo mejor de…”, de tal manera que uno podía encontrarse con listas de “Los mejores discos de rock del siglo”, “Los mejores libros del milenio” y, obviamente, “Las mejores películas de la historia”. En estas últimas siempre se veían reflejadas las preferencias de los editores y colaboradores, teniendo, como resultado, algunas en donde se incluían películas que principalmente correspondían al cine estadounidense, otras que enlistaban las mejores películas de todo el mundo, y unas más que consideraban a las mejores películas a partir de un género específico buscando abarcar la mayor variedad posible. A partir de ello, hubo películas que lograron conseguir buenos puestos en un gran número de esas listas. El ejemplo más claro es sin duda Ciudadano Kane, de Orson Welles. Esto parecía reflejar los resultados que había tenido la revista británica Sight and Sound, que cada década invita a profesionales del cine de todo el mundo a votar para elegir cuál debería ser considerada como la mejor película de todos los tiempos.

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George Orson Welles (1915–1985). Actor, director, guionista y productor de cine estadounidense.

En dicha lista, Ciudadano Kane obtuvo el primer lugar entre los años de 1962 y 2002 (hasta que fue destronada por Vértigo, de Alfred Hitchcock en el año de 2012). El hecho de aparecer por tanto tiempo en esa lista le dio origen, incluso, a un cliché que es usado para hacer referencia a obras que son consideradas como las máximas exponentes en diferentes campos. En este sentido, las máximas obras, en los diversos ámbitos de las artes, son reconocidas con expresiones tales como “Watchmen es el Ciudadano Kane de los comics” o “The Dark Side of the Moon es el Ciudadano Kane de los discos”. Sin embargo, y es algo que vale la pena destacar aquí, las listas que la incluyen como la mejor de todos los tiempos han sido hechas por profesionales del cine, mientras que existen algunas otras que son creadas bajo otros criterios, en tanto se valen de la recopilación de votos del público, y cuyas tendencias están dirigidas a considerar como mejores a otras películas, por una muy sencilla razón: mucha gente no conoce la obra maestra de Orson Welles. Hace tiempo pensaba que su estatus como “la mejor película de la historia” solo había contribuido para que los espectadores potenciales se sintieran intimidados, y aunque es probable que ese sea uno de los factores, no obstante, la realidad es que esta película nunca ha sido verdaderamente popular. Y eso es una lástima, porque su fama como obra maestra es totalmente merecida.

Cuando Orson Welles consiguió un inusual contrato con el estudio RKO para producir, dirigir y actuar en dos películas, manteniendo un control creativo prácticamente sin precedentes, supo aprovechar la oportunidad para crear una obra innovadora en muchos aspectos. Por desgracia, varios factores impidieron que tuviera el éxito comercial que merecía. Uno de los más determinantes fue la interferencia de William Randolph Hearst, dueño de la mayor cadena de periódicos en Estados Unidos, quien, al enterarse de que el protagonista estaba basado en su figura, trató de impedir el lanzamiento de la película, y, al no lograrlo, prohibió que fuese mencionada en cualquiera de sus publicaciones, dándole así un duro golpe a la promoción de la película.

Pero no fue ese el único problema. Irónicamente, lo que hace de Ciudadano Kane una película excepcional es precisamente lo que alejó al público de las salas de cine en que se proyectaba. Es un ejemplo perfecto de una película adelantada a su tiempo. Welles provenía de un entorno teatral, habiendo fundado la compañía Mercury Theatre, a la que posteriormente llevó hacia la radio, creando la famosa transmisión de La guerra de los Mundos, de H.G. Wells, que hizo que algunos radioescuchas entraran en pánico creyendo que el hecho transmitido correspondía a un suceso real. Al llevar su atención hacia el cine, estas experiencias anteriores dotaron a Welles de un enfoque novedoso que se reflejaría en la manera de armar las escenas en sus obras. Las escenas largas, y cuidadosamente construidas, reflejan una estética más teatral que cinematográfica, con la ventaja adicional de que el espectador se mueva con la cámara. La profundidad de campo se utiliza de una manera inusual para la época, manteniendo toda la escena en foco con varias acciones realizándose simultáneamente, creando un juego de planos bastante complejo que obliga la atención completa del espectador. Si a esto le sumamos una iluminación que frecuentemente parece querer esconder a los personajes en vez de resaltarlos, el resultado que se obtiene es totalmente distinto a lo que se acostumbraba en esa época.

Las innovaciones no son solamente visuales. Por el lado del audio también se tomaron decisiones poco comunes, sin duda debidas a la experiencia radiofónica de Welles. Voces que se enciman una con otra mientras discuten, una banda tocando música estruendosa cuando los personajes tratan de mantener una conversación, el uso del audio para mantener la unidad en una escena mientras la imagen cambia totalmente, son recursos utilizados de forma muy efectiva por Welles, que en vez de limitarse a hacer uso de los sonidos como un acompañamiento para las imágenes los vuelve una herramienta valiosa a la que le atribuye otras funciones.
Rosebud

Narrativamente también hay retos. En vez de contar la historia de forma lineal, se empieza por el final, mostrando la muerte del protagonista, el magnate Charles Foster Kane. Un reel periodístico nos cuenta rápidamente toda su vida y después un periodista se da a la tarea de investigar qué significa Rosebud, la última palabra que Kane dijo antes de morir. Esta búsqueda ocupa la mayor parte de la película, mostrando poco a poco distintos aspectos de su vida, con saltos temporales muy bien trabajados pero desconcertantes para quien está acostumbrado a historias cronológicamente más tradicionales.

Todas estas innovaciones hicieron que Ciudadano Kane fuera alabada por la crítica especializada, aunque comercialmente fuese un fracaso, en buena parte debido a los esfuerzos que Hearst empleo para impedir su proyección, pero también por alejarse de las convenciones establecidas para el cine de su tiempo. Afortunadamente, su influencia en otros realizadores ayudó a darle su lugar justo dentro de la Historia del Cine. Tal vez lo único que hace falta ahora es que un mayor público decida darle una oportunidad para reconocer que, si uno logra bajarla del altar en el que ha sido colocada por la crítica especializada, no solo es innovadora sino que también es muy entretenida. Definitivamente vale la pena darse un tiempo para conocer al Ciudadano Kane.

(Publicado el 30 de septiembre de 2014)

Lic. en Diseño y Comunicación Visual por la FAD UNAM. Ha formado parte del equipo de desarrollo de diversos proyectos audiovisuales, como aplicaciones interactivas, animación, cine y televisión, para clientes como Fomento Cultural Banamex, Grupo Santillana, Corazón Films, Corazón Televisión, Argos Soluciones Creativas y Telemundo. Ha impartido diplomados con opción a titulación en la FAD UNAM y desde 2014 es profesor de licenciatura en el Plantel Taxco de esta misma institución. Le gusta ir al cine pero casi nunca come palomitas.

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